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Perú ha vivido días históricos que serán reconocidos en unos 10 años, afirmó Louis Guay al referirse a la I Convención Agromin desarrollada en Trujillo, Perú.
Su apreciación refleja la necesidad de poder conjugar ambas actividades productivas en favor del desarrollo económico nacional. Y eso ocurre porque en efecto, tanto la minería como la actividad agropecuaria comparten espacios, agua, la tierra e incluso a los trabajadores.
El vínculo se estrecha aún más cuando ambos demandan infraestructura y generalmente la minería es la que se despliega la economía suficiente para hacerla posible, con lo que abre así posibilidades de nuevos mercados para los pequeños productores agrícolas.
Existen desafíos inobjetables respecto a ese vínculo y no cabe la menor duda que la mejor forma para resolverlos es abordándolos de manera concreta y eso pudo observarse en Trujillo, durante la reciente I Convención Agromin. Todo indica que la perseverancia de Rómulo Mucho para hallar ese espacio de encuentros lo llevó a la creación del acertado foro.
La historia de Perú tiene registrada a la minería desde épocas remotas, ya sea por fines ceremoniales o económicos, se le puede ver ligada a la vida de los peruanos y sus antepasados. A la par, el desarrollo de la agricultura de manera tecnificada también ha dejado testimonio con la inmensa variedad de papas, se dice que son más de 3,000 especies; otro testimonio son los Andenes y los beneficios que genera para aprovechar el agua de lluvia y darle vida a la tierra de nuestra rica Cordillera de los Andes, tema que fue abordado por varios expositores.
Queda claro que es crucial liberar las tensiones que llevan a una situación confusa de agro versus minería, la cual se agudiza cuando los gobiernos son no son eficientes. Por ello fue saludable la presencia del presidente Martín Vizcarra, acompañado de varios ministros de Estado, pues siendo un buen gesto de hacia dónde caminará el gobierno requiere un arduo trabajo de los ministros de las carteras sectoriales que allí acudieron.