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(Foto: Andina)

Por: Patrick Venail (Director de la carrera de Ingeniería Ambiental en UTEC)

Durante estas últimas semanas, además de las preocupantes noticias acerca del impacto directo del COVID-19 sobre los humanos, también han surgido informaciones sobre cómo el medio ambiente parece beneficiarse de esta situación.

Medidas como el aislamiento social y la reducida movilidad de las personas han hecho que muchas de nuestras actividades habituales se detengan, con sus respectivas consecuencias ambientales en el aire, el agua y la biodiversidad, entre otras.

Calidad del aire

Con numerosas industrias operando a marcha reducida, así como la escasa circulación de aviones y vehículos terrestres, se han reportado mejoras considerables y sin precedentes en la calidad del aire en diferentes partes del planeta, incluyendo China, Italia y Lima. Por medio de imágenes satelitales o de mediciones puntuales se ha establecido que las concentraciones de dióxido de nitrógeno, uno de los principales gases contaminantes en el aire, se han reducido entre un 30 y 60 % en esas regiones con respecto a los valores habituales.

Asimismo, es muy probable que las concentraciones de otros gases a efecto invernadero y contaminantes atmosféricos también se hayan reducido durante estas últimas semanas. Todo esto como consecuencia directa de la reducción de las emisiones por parte de la industria y el transporte. Con millones de vehículos detenidos por la cuarentena, los niveles de ruido también han disminuido, generando otra mejora importante en las condiciones ambientales.

Calidad del agua

La noticia sobre el visible aumento en la transparencia del agua en los canales de Venecia en Italia ha dado la vuelta al mundo. También han llamado mucho la atención los registros de delfines acercándose de forma inusual al puerto en Cagliari (Italia). Estos son eventos raros que estarían directamente relacionados con una menor circulación de embarcaciones en esas aguas.

En el caso de Venecia, la ausencia de tráfico por los canales poco profundos permite que los sedimentos se depositen en el fondo y que el agua sea menos turbia, pudiendo así observar los peces que allí habitan. Aunque a otras escalas, es posible que la reducción en los procesos industriales y del transporte masivo también estén mejorando temporalmente los parámetros físicos y químicos de mares, ríos y lagos en diferentes partes del mundo.

Biodiversidad

Los efectos sobre la biodiversidad son más contrastantes que los del aire y el agua. También se han hecho famosas las imágenes de avistamientos de animales en lugares inhabituales, como en medio de grandes ciudades y sobre los monumentos. Estos aprovechan la ausencia de humanos para aventurarse en esas zonas. La lista de visitantes inusitados de cascos urbanos alrededor del mundo incluye osos, jabalíes, zorros y hormigueros, entre otros. Son animales que suelen habitar en las ciudades o cerca de las mismas, pero con comportamientos o adaptaciones para evitar su contacto con el ser humano.

En Lima misma se reporta la presencia de miles de aves marítimas en sus playas, un espectáculo poco común en esta zona que se explica en gran medida por la casi ausencia de personas. Sin embargo, algunas especies más acostumbradas e incluso dependientes del ser humano para su subsistencia, como por ejemplos los monos en Lopburi (Tailandia) o los venados en Nara (Japón) parecen pasarlo mal por falta de turistas que los alimenten. La búsqueda de recursos por parte de esos animales y la llegada de animales salvajes a zonas urbanas puede conducir a cambios en sus interacciones con el ser humano.

Especies sensibles

Por otra parte, no se descarta que ciertas especies cercanas al ser humano puedan sufrir directamente por culpa del Covid-19. En países como la República Democrática del Congo y Rwanda, algunos parques nacionales donde habita el gorila de montaña han decidido cerrar sus puertas a los visitantes durante unos meses. Se teme que el virus cambie y pueda contagiar a este gran primate en peligro de extinción. Por tratarse de una especie muy aparentada a nosotros y considerando los conocidos casos de virus que han circulado entre primates y humanos, esta medida preventiva es muy acertada.

¿Y los otros problemas ambientales?

Se teme que el Covid-19 desvíe aún más la atención de temas ambientales graves como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el acceso al agua y saneamiento. En países como Perú existen otras enfermedades como el dengue que también causan muchas muertes, pero cuyo interés puede verse reducido por focalizar todos los esfuerzos y recursos en el Covid-19.

La magnitud de las medidas tomadas para enfrentar este virus demuestra que frente a eventos extremos se logran tomar medidas extremas. Si bien las posibles consecuencias de otros problemas ambientales como el cambio climático o la pérdida de biodiversidad son menos tangibles y ocurren a una escala temporal menos inmediata, es muy probable que sus efectos sean de una magnitud mucho mayor.

¿Y después?

Debe preocuparnos, mas no sorprendernos, que todos los efectos positivos del Covid-19 sobre el medio ambiente sean transitorios y desaparezcan rápidamente en cuanto nuestras actividades retomen su ritmo de precrisis. Tal ha sido el caso luego de recesiones económicas pasadas. Es incluso muy posible que los niveles de contaminación sean mayores que antes pues muchas industrias y personas querrán recuperar sus pérdidas durante la inactividad.

Para finalizar, y como soñar no cuesta nada, esperemos que esta crisis nos sirva de lección para por fin entender que el medio ambiente no puede ser siempre el gran sacrificado en nuestros modelos de desarrollo. Confiemos en que este sea el inicio de una nueva manera de ver las cosas, que nuestro enfoque cambie y revisemos nuestras verdaderas prioridades.