“Es un nombre muy fuerte. Andrés Marsano me dijo una vez que yo había llevado el nombre a toda América. Este teatro fue hecho en 1976 y está bien que se renueve”, dijo a comienzos de año el director Oswaldo Cattone, en una entrevista con El Comercio, cuando contó que el clásico Teatro Marsano sería derribado para construir en su lugar un moderno centro comercial. Este será un capítulo más en la reciente pero veloz incursión del tradicionalmente minero grupo Marsano en el sector ‘retail’, un camino que ha tomado fuerza con la compra de Iasacorp International, empresa de comercio minorista que opera las tiendas de accesorios Do it!, Do it! Kids y Glitter.
Desde el 2009, con las inversiones del fondo de capital ALAF I gestionado por The Abraaj Group de Emiratos Árabes Unidos, Iasacorp International pasó de tener 120 puntos de venta en el Perú y Chile a sumar casi 500 en países como Colombia, México y Ecuador, donde ha crecido al ritmo de la capacidad de compra de la clase media. El fondo ALAF I ya está en etapa de salida, pues ha cerrado 4 de sus 13 operaciones en la región, y buscaba compradores. Y en el otro lado, el grupo Marsano, a través de su ‘family office’ MCkpital, que inició operaciones en mayo del 2013, ha decidido la diversificación de sus negocios en un escenario de precios menos favorables para la minería.
Ricardo Vieira, gerente general de MCkpital, ha dicho que el objetivo es ahora fortalecer un clúster ‘retail’ con sinergias para una mayor oferta de productos. En ese sentido, el año pasado MCkpital compró también una participación importante en Pride Corporation, dueña de la marca de ropa juvenil Dunkelvok. Así las cosas, el próximo paso de los Marsano sería consolidar espacios comerciales en los que destaquen otras marcas que podrían sumar.
EN FAMILIA
Si algo ha definido al grupo es su hermetismo para comunicar sus intenciones empresariales.
En 1981, Andrés Marsano Porras comenzó la empresa Minera Aurífera Retamas (Marsa). Desde ese año explota la mina subterránea Cerro El gigante, en la provincia de Pataz (La Libertad). Marsano fue un abogado con inversiones de bienes raíces en el extranjero que decidió explorar una zona del norte del país, en la que otros habían desistido, y allí levantó la mina de oro que fue una de las más importantes en los 80.
Tras su muerte en un accidente automovilístico en 1999, sus hijos Andrés y Verónica Marsano Conroy, también abogados, tomaron el control de la empresa que en el 2013, con 5,5 toneladas de oro, ocupó la séptima posición entre las productoras de este mineral en el país.
Solo este año, Marsa invertirá US$40 millones para la construcción de un pique central, una perforación vertical de 800 metros, para volver más eficiente la extracción, aunque ya es una mina de más de 30 años y es un reto mantener su explotación. Hace un tiempo, Verónica Marsano decía que se estaban preparando para cuando llegara el momento de menores reservas. Hoy parece estar la respuesta.
El Comercio