Por: Ing. Víctor Gobitz, presidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú.
Las proyecciones del Banco Mundial señalan que nuestra economía al cierre del 2020 descendería alrededor de 4.7%, casi el promedio que obtendría Latinoamérica este año. Ello debido al freno que han tenido nuestras empresas, a raíz de las medidas adoptadas por el gobierno para contrarrestar la propagación del nuevo coronavirus.
Hoy, tras 40 días de confinamiento y con el ánimo de aportar a la reactivación económica progresiva de nuestro país, el IIMP destaca que el sector minero peruano, además de su innegable aporte a la economía nacional y local, reúne características singulares para un reinicio progresivo.
Entre estos, se menciona: la ubicación remota de sus operaciones, su huella operativa cercada, su fuerza laboral organizada con horarios rotativos, y por supuesto, sus altos estándares de seguridad industrial – sanitaria, que le confieren ciertas ventajas respecto a otras industrias, al ser un sector muy poco expuesto al brote del Covid-19.
Además de ello, posee una enorme capacidad para atraer divisas del extranjero. Según Wood Mckenzie, en los últimos 20 años, la minería contribuyó con más de 43,000 millones de dólares en ingresos fiscales, que son precisamente el soporte de las medidas económicas en esta etapa de contención que estamos viviendo.
En esa línea, desde nuestro gremio profesional, esperamos que en esta apertura gradual de los sectores post cuarentena, se dé un reinicio idóneo de la producción minera. Confiamos en la capacidad del gobierno para decidir qué operaciones o negocios mineros -que también incluye a las actividades conexas- reinicien pronto sus actividades.
En esta nueva etapa, nuestras empresas mineras que han mantenido solo sus actividades críticas durante la cuarentena apuntarán a la recuperación de sus producciones con envíos de minerales de alta ley, para poder recuperar el metal perdido durante los meses de abril y mayo. Por supuesto, todo esto cumpliendo en todo momento con los protocolos sanitarios requeridos.
De otro lado, vale apuntar que esta crisis también nos ha revelado claramente uno de los males endémicos de nuestro país, como es la informalidad de nuestra economía, un problema estructural que desde luego debemos enfrentar con una mirada de largo plazo.
En el caso minero, se estima que unas 500 mil familias viven de la minería aurífera informal. Un tema realmente serio, en el que el IIMP puede contribuir generando conocimiento como lo viene haciendo, con otros temas como en el caso de la conflictividad social vinculada al sector.
Justamente, sobre este último tema el IIMP reciente- mente publicó el libro “Campesinos y mineros. Una reflexión sobre las causas de conflictividad social minera en el país”, escrito por el periodista portugués Luis Novais, y que será de mucha utilidad para poder entender y resolver esta problemática que se ha convertido en el principal desafío de nuestra industria.
Para terminar, quisiera recalcar que desde este nuevo Consejo Directivo (2020-2022), que me enorgullece presidir, nos comprometemos a trabajar con el gobierno en lo concerniente a estas tareas pendientes, así como a trabajar arduamente para lograr el bienestar del país, especialmente en esta difícil coyuntura.