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Nos gustan los rieles porque reducen las emisiones de carbono, pero si servirán para mover carbón, entonces no califican para el financiamiento verde”, resalta el asesor de la Iniciativa de Bonos Climáticos, Stuart Clenaghan, quien participó esta semana en el Lima Climate Finance Week, organizado por el Ministerio del Ambiente, como paso previo a la COP 20.

Lo que intentó explicar Clenaghan en los diez minutos de su exposición a un grupo de personas vinculadas al campo de las finanzas es que la estructura financiera para temas de cambio climático aún está en proceso de edificación. Pese a ello, quedó claro, en los tres días de sesiones, que existe la liquidez para que las entidades financieras o los inversionistas privados puedan apostar por los proyectos empresariales y de responsabilidad social que enfrenten los riesgos del calentamiento global.

Por ejemplo, el flujo del financiamiento climático al 2013 sumó US$359 mil millones en el mundo, según el Climate Policy Initiative. Esto equivale a mil millones de dólares por día. Sin embargo, la institución considera que el monto aún está muy por debajo de los requerimientos del mundo para adaptarse y mitigar los efectos negativos del calentamiento global.

Adicionalmente, se mencionó la constitución del Fondo Verde Climático, establecido como parte de las negociaciones climáticas, que tiene como expectativa levantar entre US$10 mil millones y US$15 mil millones, monto que se movilizaría a las zonas más vulnerables del mundo. Este desfile de cifras no culmina aquí.

Robert Youngman, investigador principal de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), puso sobre la mesa la cifra de US$83 trillones que mueven los fondos institucionales en el mundo – entre ellos, los fondos de pensiones–.

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Con un manejo adecuado, podrían destinarse a financiar los proyectos que reduzcan las emisiones contaminantes, apuntó. Entre los retos para encauzar la liquidez financiera hacia estos proyectos, Salvatore Bernabei, presidente en Chile y la región andina de Enel Green Power, explicó que las inversiones verdes tienen retornos de largo plazo y un mayor riesgo.

Por ende, consideró que se debe discutir la manera de calcular la rentabilidad de estos proyectos, pues hay factores sociales que no se valorizan.

Además, señaló que los bancos locales son los llamados a jugar un rol importante en el desarrollo sostenible de sus países. Mirko Serkovic, negociador en estos temas del Ministerio del Ambiente, sostuvo que el sector privado, en especial los bancos, aún está en proceso de aprendizaje de cómo subirse a la ola para acceder a este tipo de financiamiento. A su entender, estos fondos jugarán cada día más un rol protagónico en el flujo financiero del mundo.

Mecanismos

En cuanto a los mecanismos para mejorar el financiamiento, Abyd Karmali, director general en financiamiento climático del Bank Of America Merrill Lynch, resaltó la presencia de los bonos verdes (relacionados con el clima), los cuales –opinó– deben crecer en diversidad de usos.

También comentó la importancia de los seguros que se enfocan en la reducción del riesgo. Al respecto, refirió el caso de un proyecto en el Perú de energía solar que requería US$307,9 millones. Para reducir sus riesgos y hacer viable el financiamiento, se utilizaron los seguros del Overseas Private Investment Corporation (OPIC), institución del Gobierno de EE.UU.

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Clenaghan mencionó que los bonos verdes son una buena alternativa para este tipo de financiamiento. Al 2014, el acumulado de bonos vinculados al clima en el mercado mundial ascendía a US$503 mil millones. Hoy en día, los proyectos verdes son promovidos por los organismos multilaterales seguidos por las iniciativas gubernamentales.

Daniel Shepherd, cabeza del programa de energía renovable del IFC (Banco Mundial), indicó que desde el 2010 se han recaudado US$3.400 millones a través de su programa de bonos verdes. En tanto, la Corporación Andina de Fomento sostuvo que el 23% de su cartera total de US$12.100 millones en el 2013 se destinó al financiamiento verde. La mayor parte de esos fondos sirve como créditos directos a los gobiernos.

En relación con la actividad de los estados, en el encuentro se dio a conocer el avance que tienen los bancos de desarrollo de diferentes países para empujar la agenda verde. En su momento, Carlos Paredes, funcionario de Cofide, contó la experiencia de la institución con su programa Cofigas, que permitió la conversión a gas natural de 180 mil vehículos que usaban carburantes. Otras experiencias de los bancos de desarrollo de Brasil y de África dieron cuenta de financiamientos a proyectos de energía renovable.

Expectativas

“Este es un nuevo campo, pero hemos comenzado a probar el agua”, dijo Pablo de la Flor, gerente de asuntos corporativos del Banco de Crédito del Perú.

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El ejecutivo se refería a la experiencia de financiar proyectos por debajo de los US$5 millones gracias a una línea de crédito ambiental otorgada por la Cooperación Suiza. Similar experiencia fue comentada por el gerente de negocios de la entidad chilena Bice, Rodrigo Violic, quien mencionó que accedió a parte de los fondos por US$138,8 millones de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), para financiar proyectos de energía limpia.

Violic consideró que lo valioso de este tipo de iniciativas es que crean mercados no evaluados por la banca privada. Además, David Wilk, especialista en el tema del cambio climático del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), manifestó que una labor pendiente es lograr una mayor captación de las instituciones para que tengan un mejor manejo de los instrumentos financieros existentes en cambio climático.

Durante su presencia en el evento, el ministro de Economía y Finanzas, Luis Miguel Castilla, señaló que el financiamiento debe ir dirigido a la tecnología y las medidas de adaptación y mitigación.

“Esto implica un costo que no solo debe ser asumido por el sector público, sino que avance en alianzas público-privadas”. Igualmente, el titular del Ambiente, Manuel Pulgar-Vidal, dejó en claro que las finanzas climáticas son un elemento central en la lucha contra los efectos del cambio climático. Las negociaciones climáticas tendrán como resultado compromisos de reducción de emisiones, lo que significará salir a buscar millonarias partidas en el mercado financiero.

El Comercio