La puesta en marcha del gasoducto sur peruano (GSP) ha reavivado los planes de Braskem para construir un polo petroquímico en el Perú. La brasileña asegura que el proyecto es factible, pese a la competencia del ‘shale gas’ estadounidense (más barato que el gas convencional) y las dudas en torno a la existencia de reservas de gasy líquidos suficientes en Camisea y alrededores. Sergio Thiesen, director superintendente para América Latina de Braskem, asevera que los problemas del proyecto son otros. Su explicación, en la siguiente entrevista.
¿La luz verde al gasoducto sur peruano (GSP) los acerca al objetivo de desarrollar la petroquímica?
Ciertamente. El proyecto dependía de ciertos supuestos, y uno de ellos era la existencia de un gasoducto que transportara la materia prima hacia la costa. Con el GSP tenemos la posibilidad de obtener un contrato de suministro de gas en condiciones competitivas de, por lo menos, 20 años, que es lo que exige este tipo de proyectos.
¿Entonces, el proyecto está en marcha?
Sí. Ahora hay una nueva etapa. Hay cosas que necesitan ser discutidas y resueltas, pero entramos a una coyuntura más razonable, porque antes el productor nos decía: Muy bien. Te vendo, pero ¿cómo te vas a llevar el gas, en baldes o en bolsas de plástico?
¿Cuántos trillones de pies cúbicos (TFC) de gas necesitan para echar a andar el proyecto?
Ahora mismo existen reservas suficientes en los lotes 88, 56 y 57 (13 TFC) para los consumidores de Lima, la exportación a cargo de Perú LNG y la petroquímica. Con ese volumen sería posible separar en Malvinas cantidades suficientes de etano y enviarlas al sur para una planta de escala mundial (1 millón de toneladas). El desarrollo del lote 58 acrecentará los volúmenes de gas y etano para el proyecto. Las reservas no son el problema.
¿Cuál es el problema?
Dependerá mucho de voluntad y ganas de hacer.
¿Voluntad de quién?
La petroquímica no es un proyecto que va a salir por iniciativa totalmente privada. Es un proyecto de miles de millones de dólares que exigirá la participación del Estado, de los empresarios y de la comunidad. En Brasil, la petroquímica se implementó en la década del 70, porque el gobierno militar la echó a andar a pesar de los obstáculos de la época. El proyecto tuvo el apoyo del Estado y hoy genera más de 300 mil empleos para Brasil. El Perú tiene una oportunidad única de lograr lo mismo.
El ministro Eleodoro Mayorga ha dicho que se implementarán mecanismos de promoción, ¿eso facilita la petroquímica?
Para que el proyecto sea factible es necesario, entre otros factores, la construcción de los ductos del GSP (gas y líquidos), la reglamentación de las leyes de apoyo a la industrialización petroquímica, la definición del emplazamiento donde serán construidos los proyectos industriales y la firma de un contrato de largo plazo.
¿Y no es un problema el ‘shale gas’? ¿El proyecto petroquímico no está condenado al fracaso por la competencia de este recurso?
El 60% de la petroquímica mundial se basa en nafta de petróleo. Los 3 millones de toneladas de polietileno que genera Brasil se producen de esa manera, y algo similar ocurre en los países europeos y asiáticos. La existencia del ‘shale gas’ hace muy competitivo a EE.UU., pero es imposible concebir que toda la petroquímica se transferirá a este recurso en los próximos treinta años. Eso no sería económicamente factible.
¿Pero, el gas peruano es competitivo frente al ‘shale gas’?
El gas natural peruano es de muy bajo costo. Se encuentra en grandes yacimientos y está asociado con volúmenes muy grandes de líquidos. Eso le otorga una competitividad que no es muy común en la región. Si bien es cierto está lejos de la costa, los estudios que hicimos con Petro-Perú demuestran que sí es posible desarrollar en el litoral peruano una petroquímica competitiva frente a los proyectos con ‘shale gas’ en EE.UU.
¿Y cuál es nuestra ventaja frente a otros países latinoamericanos?
La ventaja es que no existe un solo proyecto petroquímico en la costa oriental del Pacífico, desde Canadá hasta Chile. No hay materia primaen esta zona del continente. Nosotros tenemos un proyecto en México (en la costa atlántica) con la misma concepción que el peruano y va a ser muy competitivo.
¿Cuál será la capacidad de producción de la petroquímica peruana?
El proyecto peruano está pensado para atender no solo al Perú, sino también a Chile, Ecuador y Colombia. Este mercado demandará 2 millones de toneladas de polietileno para el 2020, volumen mayor al de la planta que pensamos construir en el sur peruano, que tendrá 1 millón o 1,2 millones de toneladas de capacidad. Entonces, hay mercado y materia prima, solo faltan puntos que necesitan ser arreglados.
¿Uno de ellos no es el ‘shale gas’?
Si fuera cierto que los proyectos petroquímicos no van a poder competir con el ‘shale gas’ de EE.UU., entonces el 90% de las empresas petroquímicas en el mundo estarían muertas. Y eso no es así. EE.UU. tiene ahora una perspectiva de competitividad y nosotros lo sabemos porque estamos presentes allí.
¿Braskem tiene proyectos de ‘shale gas’ en EE.UU.?
Sí, pero tenemos miedo porque el precio del ‘shale gas’ es muy bajo hoy, pero no sabemos cómo será de aquí a cinco años, cuando todos los proyectos petroquímicos entren en operación en EE.UU. Los expertos que estudian el mercado hablan de un incremento bastante fuerte, pero es lo normal.
¿Han hecho una actualización de cuánto costaría la petroquímica en el Perú?
La petroquímica es un poco amplia. Está la del metano, para producir úrea, y la petroquímica que Braskem analiza, que es la del etano, para producir polietileno. Un complejo como el que proyectamos para el Perú costaría US$4.000 millones, que es, más o menos, el costo de la planta que estamos construyendo en Veracruz (México).
¿En un escenario optimista, cuándo se tendría la planta lista?
Harían falta unos cinco años para la puesta en marcha, partiendo del momento en que se firme el contrato de suministro.
¿De qué lotes provendría el suministro?
De todos los lotes, pues tienen características muy parecidas. La información que manejamos es que los lotes de Camisea tienen un 10% de etano, que es un porcentaje bastante alto. En Bolivia, por ejemplo, el porcentaje de etano es de 6%.
¿El proyecto es factible, entonces?
Sí. Con Petro-Perú desarrollamos un estudio de factibilidad de nivel 1 y la conclusión fue que los costos permitían remunerar al productor, al encargado de separar el etano en la planta de líquidos y al transportista. Si detuvimos el estudio en el 2012 fue porque no había un ducto para transportar el insumo.
¿Se retomaría con la participación de Petro-Perú?
Eso se tendrá que definir. Petro-Perú debería ser la empresa responsable de realizar la intermediación entre productores, transportistas y la industria petroquímica. Y me parece razonable que sea así. Petro-Perú no va a invertir. Será un agente para viabilizar la contratación y venta.
El Comercio