Por José N. De Piérola C.*
La gestión del agua y los recursos hídricos en el país constituye un tema de interés nacional y además trasciende la tarea de un gobierno, por lo que debe ser política de Estado esto se desprende de los frentes analizados en Water Week 2024 en la Universidad Nacional Agraria La Molina: Agricultura, saneamiento, Minería e industria y Medio ambiente-gobernanza.
La idea de reunir a profesionales e investigadores o gestores del recurso hídrico buscó poner sobre la mesa aquellos temas que tienen que ver con nuestro desarrollo como Nación, los que son producto del análisis y discusión con argumentos y experiencia de acción.
Una actividad que consume importante cantidad de agua, es el sector agrícola, el cual tiene un papel fundamental en el proceso de desarrollo del país por cuanto está ligado al tema de la alimentación y la seguridad alimentaria, que a su vez está estrechamente ligada al manejo y gestión del agua desde etapas pre hispánicas, algo que debemos conocer y revisar.
Actualmente Perú debe tener en explotación aproximadamente 1.4 millones de hectáreas, la mayor parte ubicadas en la zona altoandina, por sobre los 3,000 metros de altura, donde la precipitación permite riego por secano, aunque puede verse que una extensión importante tiene riego por gravedad, sea por inundación o surco. Esta agricultura está orientada al mercado local o al de autoconsumo y su característica es el desarrollo en parcelas pequeñas de menos de 5 hectáreas manejadas familiarmente. Se estima que nuestro consumo de agua en agricultura debe llegar a unos 16,000 millones de metros cúbicos cada año, cuyo flujo volumen se maneja en el orden de 30 a 35 % de eficiencia lo cual implicaría que solo se aprovechan 4,800 o 5,600 millones de metros cúbicos; el resto se pierde en drenaje subsuperficial y profundo.
Cabe mencionar que los valores de eficiencia que se mencionan son solo aproximados por lo que requerimos de un trabajo sistemático para reconocer el estado de gestión del agua en cuanto eficiencia en cada valle y en cada cuenca del país a efecto de implementar las medidas correctivas adecuadas en cada caso. Esta es una tarea pendiente de la Autoridad Nacional del Agua y de MINAGRI. Si buscáramos como meta en los próximos 10 años subir esa eficiencia 10 puntos podríamos disponer de agua equivalente al riego de 320,000 hectáreas estimadas en base a un módulo de riego de 05 litros por hectárea. Evidentemente el incremento de la eficiencia debe ir junto a la ubicación y diseño de nuevos reservorios de regulación, pues nuestra capacidad instalada no llega más allá de los 6,000 millones de metros cúbicos. También es necesario mencionar que debemos implementar simultáneamente sistemas de distribución y control o medición de agua junto a estos nuevos reservorios de diversas dimensiones que van desde 2,000 o 3,000 metros cúbicos hasta 50 ó 100 millones de metros cúbicos con el objetivo de lograr un uso complementario y avanzar con el manejo sistemático y seguro ante el proceso del Cambio Climático mirando al año 2050.
Nuestra agricultura de exportación no supera las 250,000 hectáreas sembradas, pero ha avanzado en los últimos años hasta ubicarnos en uno de los principales exportadores de fruta en Latinoamérica. Entre ellos, los arándanos, mango, uva y palta, de forma tal que hemos llegado a exportar hasta 10,000 millones de dólares el año 2023, mientras que en el 2000 no llegábamos ni a 1000 millones de dólares por año. Este sector de la agricultura utiliza riego tecnificado y se ubica mayormente en los valles de la costa donde las condiciones de clima y suelo son favorables. Actualmente tenemos dos proyectos emblemáticos que se encuentran en desarrollo, pero parados por razones legales y técnicas: Chavimochic III (63,000 hectáreas) y Majes Siguas II (38,000 hectáreas) ambos sumarían hasta 100,000 hectáreas adicionales bajo riego, que seguramente se sumarán a la agroexportación de resolverse los temas pendientes – al parecer Chavimochic III ya está en camino. Sin embargo, requerimos que otros esquemas hidráulicos de importancia se activen para posibilitar una agricultura interna dinámica y pujante tal es el caso de Río Tambo en Arequipa, Regulación del río Cañete, Proyecto Chinecas en río Santa, Regulación del río Tumbes, consolidación de la Regulación del Alto Tambo, etc. En este proceso la iniciativa privada debe ser un motor de la inversión para implementar las acciones necesarias, aunque el sector público a través del MINAGRI y los gobiernos regionales deben hacer su parte, pero debemos estar vigilantes para que lo hagan de manera efectiva.
Es necesario hacer notar que nuestro reservorio más importante en el país en cuanto volumen se ubica en el norte esto es: Poechos inaugurado en 1976 en la cuenca del río Chira y que se construyó para 1000 mil millones de metros cubicos (MM3), a la fecha ha perdido casi un 55% de capacidad (capacidad actual 445 MM3) y es imprescindible y urgente recuperar su capacidad de regulación ante la presencia reiterada del fenómeno ENSO en la zona norte, que puede anular su capacidad de regulación y de atenuación de onda de crecidas.
Juegan un papel de importancia en todo este proceso de regulación integral a nivel de cuenca tanto un Programa Nacional de Recarga Artificial de acuíferos (MAR) así como la aplicación sistemática y el estudio del esquema de siembra-cosecha de agua en la zona altoandina, la regulación no solo debe considerar reservorios de mayor o menor dimensión sino un sistema de regulación -ahora tenemos software como el WEAP (Water Evaluation And Planning System) que permite simular diversos escenarios- incluyendo trasvases desde la vertiente atlántica en los cuales los reservorios se complementen entre sí y además reciban el soporte de los programas de siembra-cosecha de agua y/o recarga artificial de acuíferos. Como podrá observarse en el gráfico, la adjudicación de recursos por parte del estado para regulación e infraestructura hidráulica en el sector agricultura ha venido disminuyendo sustancialmente en el país desde el año 2013.
La recarga artificial de acuíferos es una opción viable y sostenible que puede implementarse de preferencia en acuíferos libres, pero eso no descarta a los acuíferos semi-confinados, existen experiencias en el mundo que muestra la potencialidad de estos esquemas. Por ejemplo en los Estados Unidos tenemos los casos de Central Arizona ejecutado en el 2012 y que llega a recargar 342.5 MM3 y Orange County en 1998 con 148 MM3, mientras que en Israel se alcanzaron en Shafdam (1990) hasta 130 MM3; o sea, es posible llegar a cantidades importantes si se ubica el acuífero adecuado y el método de recarga artificial conveniente; estos reservorios son multianuales por lo que trabajar e implementar un Plan Nacional de recarga artificial sería una opción valiosa para los próximos años. Los costos por m3 de agua son manejable y comparables a los costos de regulación superficial y mucho menores a la opción de desalinización.
Los proyectos y programas de desarrollo agrícola en la zona altoandina -esto es sobre los 3000 metros de altura por lo general son de dimensión limitada ( esto es menores a 1000 hectáreas) condicionados tanto por la topografía como por la característica de las cuencas interandinas o la calidad de suelo y condiciones de clima. Es en esta zona donde existe la posibilidad de desarrollar opciones de producción de cultivos nativos e.i. papa, quinua, maca, oca, mashua, orégano, etc. que permitan obtener productos de calidad susceptibles de exportar hacia mercados rentables a efecto de viabilizar sistemas agrícolas sostenibles.
Para esto, no solo es necesario una mejora en los sistemas de regulación (agua segura) y distribución del agua(eficiente), como eje central, sino introducir mejoras en el componente agronómico esto es: nuevas variedades, mejorar la adaptabilidad al clima y suelo, control fitosanitario, control de calidad de los productos y alcanzar uniformidad y sostenibilidad en la producción, así como cumplir con las exigencias de calidad y oportunidad del mercado (mejora de la cadena productiva). En esta agricultura de pequeña escala, que se ubica en el entorno de las operaciones mineras, es posible lograr una alianza agricultura-minería utilizando fondos de OxI, canon y regalías o fondos de desarrollo para permitir la incorporación de estas comunidades al ciclo económico virtuoso de la mejora de los niveles de vida. En este proceso deberían intervenir dentro del concepto de desarrollo territorial el sector minero junto a los gobiernos locales, regionales, nacional y la Academia la cual deberá abocarse a resolver temas concretos en el campo utilizando para ello la experiencia existente en la zona.
Como puntos relevantes de la situación actual en el país, consideramos necesario tomar acción prioritaria en relación a la gestión del agua en agricultura sobre los 5 temas siguientes:
- Mejora del nivel de eficiencia de uso del agua agrícola previo catastro e.i. llevar de 30 o 35% a 45% como promedio nacional. Este trabajo pasa por identificar los niveles de eficiencia a detalle en cada valle y cuenca a efecto de conocer aquellos elementos que nos están generando esos niveles tan bajos de eficiencia y controlarlos.
- Viabilizar la inversión de forma estructurada en infraestructura de regulación mayor y menor, distribución, trasvase y control. Esto consideramos deberá pasar por una reingeniería del proceso de: identificación, estudio, priorización, financiamiento y ejecución de proyectos hidráulicos.
- Implementar un Plan Nacional de recarga artificial de acuíferos (MAR) con metas al 2030 y 2050.Identificando volúmenes meta según las necesidades y características de las cuencas susceptibles de trabajar en este tema.
- Fortalecer la Autoridad Nacional de Agua generándole independencia y mayor fuerza ejecutiva para llevar adelante las acciones necesarias que nos permitan el control efectivo de la gestión de los recursos hídricos; esto implicará incrementar la capacidad de decisión de ANA haciendo que sus autoridades sean elegidas por concurso público y por un tiempo determinado de 3 o 5 años para cumplir metas definidas.
- Implementar un Plan Nacional de gestión de sequías y de eventos extremos asociados a lluvias e inundaciones a efecto de desterrar el procedimiento de declaratoria de emergencias y asignar los recursos económicos específico anualmente para atender estos eventos que se suceden periódicamente y que lo harán en el futuro.
(*) Consultant and advisor in Water Resources Management