El presidente y CEO de Vena Resources, Juan Vegarra, confirmó que su proyecto Azulcocha entrará en producción a inicios del próximo año. En amplia conversación con ProActivo expresó las inquietudes que en general tienen los inversionistas sobre la nueva administración gubernamental para el dinamismo en la puesta en marcha de proyectos de exploración.
¿Cuáles son las inversiones de Vena en Perú y qué opina del actual gobierno?
Hace tres años invertíamos en Perú, entre 1 a 1.2 millones de dólares mensuales y en los últimos 12 meses cambió radicalmente. Hoy nos enfocamos en uno o dos proyectos en vez de seis o siete, por la demora en recibir permisos y la posibilidad de perder la propiedad o que la invadan.
Vena tiene en Perú, 100.000 hectáreas y opera tres de sus doce proyectos: Azulcocha (zinc) en Junín; Macusani (uranio) y Esquilache (plata con oro), en Puno.
¿Qué otros proyectos tienen?
En el norte de Perú, cerca al proyecto La Granja, tenemos uno de 3.000 hectáreas, si lo desarrollamos sería un gol para Vena. Por ahora nos enfocamos a que Azulcocha, entre en producción en el 2012.
Nuestro objetivo es empezar la planta con una producción de mineral de 500 toneladas por día y subir a 750. Nuestro plan a mediano plazo es llegar a las 2.000 toneladas diarias. Construimos una planta de manera modular que crecerá acorde a nuestros objetivos, planes y los recursos que se incrementen.
¿Cuánto invierten?
En Azulcocha unos 17 millones de dólares entre el 2011 y 2012. En Minergia -en nuestro proyecto de uranio Macusani- anualmente invertíamos 2.5 millones de dólares, el presupuesto del 2011 ya se ejecutó; sin embargo, el del 2012 no lo realizaremos hasta no tener idea clara de que Puno está estable.
En el primer trimestre del 2012, Azulcocha será productora de concentrados de zinc y generará ingresos a Vena.
Actualmente, laboran 300 personas en Junín para sacar este proyecto a fin de año. Ya compramos equipos y esperamos un permiso adicional del gobierno para empezar la construcción de la planta. Este proyecto, para mí, ya es una realidad.
Estamos en la etapa pre operativa, preparando la mina, tendremos stockpile para 60 días y a fines de año -si las lluvias no afectan- prenderemos máquinas.
Consideramos importante seguir buscando el potencial en Perú, especialmente uranio en Puno y oro en el norte, donde exploramos con cuidado debido a los problemas sociales y de informalidad.
¿Ser formal es más difícil que hace cinco años?
Claro y no es por los pasos a tomar para sacar adelante un proyecto sino por la demora; y como somos entidades públicas de Bolsas de Toronto y de Lima, los accionistas requieren rapidez y si la demora es mayor que antes, el accionista tiende a vacilar y en lugar de invertir en el país, lo hará en Argentina, México o África.
Así perdemos capacidad de inversión por la inercia al interior de las instituciones públicas en Perú. Cuando surgen los problemas sociales como el de Puno, aparece la noticia al día siguiente en las agencias internacionales de prensa y afecta a todas las empresas en el país.
Cuando me presenté en Toronto la primera pregunta fue “¿Vale o no vale la pena invertir en el Perú? ¿Han subido los riesgos?”. Alrededor de 10 minutos los dedico a explicar la situación del Perú, para apaciguar al inversionista y decir que el país vale la pena. Hace 5 años no tenía esas preguntas que resolver, ahora sí.
¿Sin embargo, hay optimismo?
En la Convención Minera dicen “Sí, Perú es grande, vamos a invertir 20.000 millones de dólares”, lo harán, pero con más cautela. Hace cuatro años había 120 juniors en el Perú, ahora hay quizá 50, antes invertían mucho más que ahora.
La macroeconomía peruana es fuerte y se ve en Lima; pero en Puno, Huancavelica o Ayacucho donde realmente la presencia del gobierno es muy limitada no se siente este crecimiento. Esto genera factores externos que afectan el desarrollo de un proyecto y que no tiene nada que ver con la comunidad con la que está asociado. Vienen terceros, bloquean los proyectos y no hay apoyo de las entidades públicas para evitarlo o resolverlo.
¿En qué niveles de gobierno surge esta situación?
De cierta manera los tres niveles tienen problemas. Sin quejarme, el Ejecutivo está lleno de pedidos de muchas empresas y su capacidad técnica no ha sido incrementada ¿de quién es la culpa? ¿de los mineros o del gobierno que no ha creado un ministerio más eficiente?
A nivel regional, se puede trabajar un pequeño proyecto de exploración, pero hay temor de invertir en ciertas zonas del Perú.
Los diarios dicen que los antimineros no permitirán que los proyectos sigan avanzando y uno dice ¿voy a invertir 20 ó 30 millones de dólares en exploración, cuando sé que tengo unos baches muy grandes? Causa inquietud a cualquier inversionista. Nunca se sabe cuándo puede aparecer otro problema.
¿Hay un tema de eficiencia y también de duda de cómo recibirá la colectividad la inversión minera?
Nuestros primeros socios son las comunidades con las cuales trabajamos bien.
Las primeras 500 ó 600 personas a quienes tocamos las puertas son comuneros alrededor del proyecto y el 90 por ciento de ellos nos la abren. Muchos proyectos se hacen bien desde la parte social, pero aparecen externos y causan problemas.
En el norte está el narcotráfico y otros factores que crean esta inestabilidad. En Madre de Dios y en Puno, la informalidad es tan grande que tratan de evitar que exista la formalidad. ¿Qué hago invirtiendo en un proyecto de oro donde cubico 100.000 onzas en vetas y al día siguiente aparecen 2.000 informales y me botan?
Está bien más impuestos a la minería formal y que apoye a la infraestructura global del país. Es ideal, si los fondos son recaudados para una inversión proactiva que a nivel macroeconómico ayudará al país, pero al mismo tiempo no hay que matar a la gallina de los huevos de oro (la minería formal), porque es afectada por una informalidad que daña al medio ambiente, que abusa de los mineros formales y causan problemas externos que afectan a la minería y a la imagen del país.
¿Dónde está el problema en el nuevo gravamen o en el proceso burocrático?
Si suben dos por ciento, es manejable. Si es 20 por ciento, es otra cosa. Si no matan el margen de utilidad con un nuevo impuesto y se ajusta a los precios de los metales, no es problema. Pero ¿qué pasa cuando el mineral ha caído?
En el 2008 invertimos 14 millones de dólares en un proyecto de zinc y el metal cayó de precio, de 1.40 dólares por libra a 0.50 en 6 meses. Ningún proyecto era viable ¿Qué pasó? Tuvimos que prescindir de 400 personas y cerrar el proyecto hasta que el precio de zinc mejore. ¿Cómo pago impuestos cuando el metal ha caído 60 por ciento? Lo que ha hecho el gobierno de manera escalonada, es lo práctico.
¿Cuán importante es que el Estado controle a los que llama “terceros”?
La minería está a 4.000 metros arriba y no hay un Estado que apoye la realidad de nuestra patria. La empresa minera se vuelve un poco el Estado y esa relación con los locales es buena, eficiente y en común todos ganan. Entonces aparecen invasores, causan problemas y cuando uno pide el apoyo, falta el Estado.
Los más afectados, además de las empresas mineras, son la gente cercana al proyecto que lo aprobó mucho tiempo atrás.
¿Cómo vieron otros inversionistas, lo sucedido con Bear Creek?
Muy mal. Espantó a los que apostaban en Perú. Dijeron ¿Cómo es posible que una empresa con permiso después de haber invertido 50 ó 60 millones de dólares se lo quiten para apaciguar un conflicto social?
La empresa fue a Toronto –con un permiso del gobierno- a levantar fondos para invertir en el Perú. No sé que pasó en el gobierno anterior, pero es inquietante. A Vena le causó muchos problemas porque quienes invierten en juniors, entienden el riesgo y el beneficio del Perú; y están al tanto de lo que ocurre a sus pares.
Imagínese que tenga un fondo mutuo de 200 millones de dólares para invertir en mineras juniors por todo el mundo, lo coloco en Colombia, en Argentina, en México antes de invertirlo en Perú.
Ahora voy a Toronto a levantar fondos para invertir en Perú y cada día es más difícil convencer a la gente no por el proyecto sino porque está en Perú.
El reciente mensaje del presidente Humala en Nueva York, brindó confianza.
A nivel macro se ve bien al gobierno del presidente Humala, las exportaciones crecen y el precio de los metales nos ayuda mucho. Pero a nivel global, los precios pueden caer y esa coyuntura hará que muchas empresas dejen de invertir en el Perú, por eso es importante el mensaje que el presidente envíe a la comunidad internacional donde indique que vale la pena apostar por el país. Existen fórmulas para incentivar la inversión.
El punto es cómo mantener al inversionista e incentivarlo para que venga, y todos crezcan porque la minería tiene un palanqueo increíble de eficiencia. Por cada dólar en el Perú, 10 dólares de influencia se crean en la macroeconomía peruana.
¿Cuáles serían las fórmulas?
Se puede aprender de Canadá, un país más chico que Perú en términos de potencial, pero a nivel tributario es mucho más eficiente. Los ciudadanos canadienses pueden invertir en sus proyectos mineros en Canadá, si lo hacen, el gobierno les incentiva y eso disminuye el riesgo.
La Bolsa de Valores de Lima podría atraer con más dinamismo a más juniors. Para ello, el gobierno tiene que crear incentivos que den estabilidad. Si las reglas de juego no cambian ¡perfecto! Le gano a Chile, a Argentina, sin problema.
¿Las juniors tienen responsabilidad de cuántos descubrimientos notables?
Cada año una empresa grande compra una junior. Antares fue un ejemplo, empezó con un proyecto de cobre en Apurímac, a lado de Las Bambas, de 10 centavos (la acción) pasó a 5 dólares, luego de descubrir varios millones de libras de cobre.
El ejemplo más grande en Perú es Pierina de Barrick, que empezó siendo una junior, Arequipa Resources. Un par de geólogos peruanos con apoyo de expertos canadienses ubicaron un sistema grande y luego de 50 sondajes valorizaron el proyecto en casi 1.000 millones de dólares.
¿Cómo proyecta el próximo año?
Tengo programados 12 meses de inversión, pero considero importante que existan acciones del Ejecutivo para resolver el problema de los mineros informales, de la contaminación en Puno, Madre De Dios; y de no atacar a los mineros formales.
¿Porqué no avanzan sus proyectos del norte?
La firma Río Alto, ubicada allí hizo un buen trabajo en los últimos años, pero recientemente los informales les bloquearon el acceso y tuvieron que detener sus operaciones por algunos días, sus acciones cayeron en 10 por ciento. Estoy seguro que quienes afectaron a la minera no tienen vínculo con la comunidad. ¿Quién va a resolver ese problema?
Avanzamos con cautela por los problemas de otras mineras juniors.
¿Y sobre Puno?
Mis socios de Cameco, la empresa de uranio más grande del mundo, están informados que incrementamos en 60 por ciento los recursos de Macusani. De 22 millones de libras pasamos a 36 millones de libras con la inversión en los 12 meses. Es un paso increíble y queremos subir de 36 millones a 50 y cada libra vale 50 dólares. ¿Pero qué escuchan del país? Problemas sociales y se asustan, dicen: “bueno tengo empresas de uranio en Australia, en Paraguay, mejor no invierto tanto en Vena y me voy más con otro socio en Australia donde tengo menos riesgos”. Es increíble que un problema promovido por pocos, afecte la percepción de un país.