En medio de las recientes tensiones comerciales impulsadas por el presidente estadounidense Donald Trump, Estados Unidos y Reino Unido alcanzaron un principio de acuerdo que alivia temporalmente el impacto de los nuevos aranceles impuestos por Washington. Aunque sin firma oficial y con varios detalles aún por definirse, este anuncio representa el primer avance concreto entre ambos países desde el inicio de la ofensiva proteccionista de la administración Trump.
Según lo informado este jueves, Estados Unidos acordó reducir los aranceles sobre una cantidad determinada de automóviles británicos y permitir la importación libre de impuestos de ciertos volúmenes de acero y aluminio procedentes del Reino Unido. La medida supone un respiro para sectores clave de la economía británica, afectados por los aumentos impositivos que Trump dispuso tras asumir la presidencia en enero.
No obstante, gran parte de los productos británicos aún enfrentan un arancel general del 10%, lo que limita el alcance del acuerdo. De hecho, algunos analistas han señalado que “las condiciones actuales no modifican de forma significativa los términos del comercio bilateral previos a las recientes alzas arancelarias”.
Desde el lado británico, el primer ministro Keir Starmer celebró el acuerdo con entusiasmo durante una visita a la planta de Jaguar Land Rover en West Midlands, calificándolo como una “plataforma fantástica” para futuras negociaciones. Por su parte, Donald Trump, en una declaración desde la Casa Blanca, describió el acuerdo como un “gran trato” y rechazó las críticas que lo acusan de inflar su importancia. “Es un acuerdo que hemos llevado al máximo y que vamos a ampliar. Es solo el primero de muchos por venir”, afirmó el mandatario estadounidense.
Reducción de aranceles clave
Uno de los principales puntos del entendimiento consiste en reducir el impuesto de importación que se había incrementado al 25% el mes pasado. A partir del nuevo acuerdo, se permitirá la entrada de hasta 100.000 automóviles británicos por año con un arancel del 10%. Este beneficio se enfoca particularmente en marcas de lujo como Jaguar Land Rover y Rolls-Royce, aunque su impacto futuro podría ser limitado, ya que el volumen coincide con el nivel de exportaciones británicas del año anterior.
Asimismo, el gobierno británico comunicó que los aranceles sobre acero y aluminio, también elevados al 25% en meses recientes, han sido parcialmente eliminados. Estas reducciones son vistas como fundamentales para la estabilidad de industrias pesadas en el Reino Unido.
En el sector agrícola, Londres anunció un acceso recíproco para la exportación de carne bovina, con una cuota inicial de 13.000 toneladas métricas para los productores británicos. La Casa Blanca, por su parte, no confirmó estas cifras, aunque señaló que espera un incremento sustancial en sus exportaciones de carne bovina y etanol hacia el Reino Unido. En palabras de la secretaria de Agricultura estadounidense, Brooke Rollins, “no se puede subestimar la importancia de este acuerdo”.
El gobierno estadounidense estimó que el entendimiento podría generar oportunidades comerciales por hasta US$5.000 millones, incluyendo US$700 millones en etanol y US$250 millones en otros productos agrícolas.
Reacciones mixtas desde el sector empresarial
La respuesta del empresariado ha sido dispar. El director general de UK Steel, Gareth Stace, expresó su satisfacción, considerando que el acuerdo representa un “gran alivio” para la industria siderúrgica. “La serenidad y perseverancia del gobierno británico en las negociaciones con Estados Unidos han dado sus frutos”, declaró.
No obstante, otras voces se mostraron menos optimistas. Duncan Edwards, director ejecutivo de BritishAmerican Business, comentó que “es mejor que ayer, pero definitivamente no es mejor que hace cinco semanas”. Y añadió: “Intento estar entusiasmado, pero me cuesta un poco”.
En defensa del acuerdo, el ministro británico de Comercio, Douglas Alexander, enfatizó que el entendimiento “salvaba puestos de trabajo”, destacando su impacto inmediato en el empleo y la competitividad del Reino Unido.
Ganancias agrícolas para EE.UU. y preocupaciones regulatorias
Uno de los sectores con mayores expectativas es el ganadero. La Asociación Nacional de Ganaderos de Bovinos de EE.UU. calificó el acuerdo preliminar como una “gran victoria” para los productores estadounidenses. Sin embargo, la Federación de Exportadores de Carne de EE.UU. se mostró cautelosa, indicando que aún necesita obtener más información sobre las condiciones reales del trato.
Desde Londres, las autoridades aseguraron que no se debilitarán los estándares alimentarios para las importaciones, una línea roja para la opinión pública británica.
El economista jefe adjunto de Oxford Economics, Michael Pearce, advirtió que, pese al simbolismo del anuncio, “el diablo estará en los detalles”, y agregó que no modificará sus proyecciones macroeconómicas con base en este anuncio inicial.
Otros temas en la agenda
Aún quedan pendientes aspectos clave. Donald Trump ha reiterado su intención de gravar las importaciones de productos farmacéuticos, con el objetivo de fortalecer la producción nacional de medicamentos esenciales. Según el gobierno británico, EE.UU. se comprometió a brindar un “trato preferencial” a las empresas farmacéuticas del Reino Unido, aunque el alcance de ese compromiso no ha sido especificado.
Al respecto, el abogado Ewan Townsend, del estudio Arnold & Porter, especializado en derecho sanitario, declaró que la industria farmacéutica “queda a la espera de ver exactamente lo que significará este trato preferencial”.
En suma, el acuerdo representa un primer paso en la reconstrucción del diálogo comercial entre ambas potencias. Aunque insuficiente para disipar todas las tensiones surgidas tras la política arancelaria de la administración Trump, abre una ventana para que Reino Unido y Estados Unidos profundicen su cooperación económica en sectores estratégicos. El éxito del pacto dependerá, en última instancia, de cómo se definan los detalles pendientes y de la voluntad política para mantener el diálogo fluido.