El tamaño de las existencias que respaldan los contratos de la Bolsa de Metales de Londres ha caído casi a su nivel más bajo en una década, y los operadores podrían enfrentar un camino difícil si la tendencia continúa.

Para los operadores de metales, la gran historia del próximo año puede que no sean las relaciones comerciales o una desaceleración económica, sino el vaciado de los almacenes.

El tamaño de las existencias que respaldan los contratos de la Bolsa de Metales de Londres ha caído casi a su nivel más bajo en una década, y los operadores podrían enfrentar un camino difícil si la tendencia continúa.

Esto se debe a que dejaría un margen más pequeño para absorber los cambios repentinos en la oferta y la demanda y facilitaría a los operadores presionar al mercado con grandes posiciones individuales.

“Cuando el colchón de inventario no está ahí, los precios necesitan moverse en respuesta a los fundamentos”, dijo David Lilley, director general de Drakewood Capital Management. “Dado el hecho de que no hay inventarios significativos en este momento, esos movimientos pueden no ser triviales”.

Los inventarios han disminuido por razones que van desde déficit de suministro hasta normas de intercambio más estrictas. La disminución de las existencias, que sirven como suministros cruciales de último recurso para la industria, está haciendo que algunos operadores sean más optimistas respecto de los precios del próximo año.

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Ivan Glasenberg, quien lidera la firma más poderosa de comercialización de metales, Glencore Plc, espera que las reservas de metales sigan cayendo incluso si el crecimiento de la demanda es más débil de lo esperado.

“Va a tener que profundizar en sus niveles de inventario” en 2019 si la demanda crece al mismo ritmo que este año, dijo este mes Glasenberg en una conferencia telefónica con analistas. En términos de días de consumo, los inventarios mundiales de níquel, zinc y cobre ya están en mínimos históricos, según el análisis de Glencore.

Las bajas existencias ya están causando ramificaciones en toda la industria. Los compradores han pagado grandes primas para obtener cobre y zinc a corto plazo en la LME, una condición conocida como backwardation (precio spot mayor que precio de futuros). Esto expone a los operadores y consumidores a pérdidas en las coberturas contra el metal que fluye a través de su cadena de suministro.

Y para los inversionistas bajistas que han vendido mucho en los últimos meses, se está volviendo cada vez más caro volver a comprar esas posiciones.

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Esa estructura de mercado también incentiva a los propietarios físicos a volver a colocar el metal en la bolsa, lo que a veces provoca que los precios experimenten una alta volatilidad. En los últimos años, los operadores llevaban el cobre a la LME cuando surgía el backwardation, lo que contribuyó a un patrón de aumentos y disminuciones en los inventarios.

Las bolsas también se ven afectadas. Tras ver que las reservas de aluminio y cobre se han hundido al menos un 75% en unos cinco años y que los inventarios de níquel se han reducido a la mitad desde mediados del 2015, la LME está buscando formas de facilitar que los almacenes atraigan más metal a sus depósitos.

Glencore ha desempeñado un papel importante en el vaciado de los almacenes de LME, según personas con conocimiento directo del asunto. Por ejemplo, en el sector del cobre, la empresa, encabezada por el director saliente Telis Mistakidis, ha utilizado por varios años los suministros de LME para complementar sus contratos con los productores.

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Continuar haciéndolo podría agotar aún más las reservas de cobre en la LME, que actualmente equivalen a sólo un par de semanas del volumen de comercio de Glencore el año pasado.

La empresa suiza tiene tanta influencia en el mercado que el backwardation del cobre disminuyó considerablemente después de que se anunciara el retiro de Mistakidis a principios de diciembre. Algunos operadores atribuyeron la maniobra a la especulación de que Glencore podría cambiar su estrategia de comercialización bajo un nuevo liderazgo.

Un factor que ha exacerbado la caída de las existencias de cobre este año es que mientras las mineras han producido mucho mineral, las fundiciones que lo convierten en metal refinado han sufrido una serie de paralizaciones. Si la producción de las fundiciones aumenta el próximo año, podría llegar más metal a la LME.

Pero un repunte a largo plazo en los inventarios requerirá que las mineras extraigan más volumen. Glasenberg ha sido famoso por su aversión a hacer eso, y no dio ningún indicio este mes de que tal disciplina esté a punto de cambiar en un futuro cercano.

“No queremos empezar a predecir los mercados y empezar a bombear toneladas a los mercados de futuros previstos”, dijo a los inversionistas. “Preferimos cruzarnos de brazos y esperar a que los mercados suban y, cuando suban a niveles que nos gusten, entonces seguiremos adelante”.

Fuente: Bloomberg