No es una novedad que la contaminación atmosférica representa un importante riesgo medioambiental.
Las Directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su evaluación sobre la calidad del aire, indicaron que en el 2014, el 92% de la población vivía en lugares donde no se respetaban los parámetros establecidos sobre la calidad del aire. La mayoría de las fuentes de contaminación del aire exterior están más allá del control de las personas, y requieren medidas por parte de las ciudades y autoridades responsables, en sectores tales como transporte, construcción, comercio, entre otros.
A partir de esta problemática, existe una alternativa menos contaminante: el gas natural vehicular (GNV).
Los vehículos de gas natural ofrecen una variedad de beneficios económicos y ambientales, no solo porque mejora la calidad del aire y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, sino porque reduce nuestra dependencia hacia el petróleo y diésel, combustibles altamente contaminantes.
Asimismo, la gasolina produce 31% más emisiones contaminantes que el GNV y el diésel emite 152% más emisiones contaminantes que el GNV, lo cual, evidencia la menor nocividad del GNV como referente frente a otros combustibles.
En general, el GNV, en comparación a los otros, es el combustible más limpio disponible en la actualidad. El gas natural vehicular puede reducir las emisiones de óxido de nitrógeno (NOx) en un 80% y de hidrocarburos reactivos, que forman el ozono a nivel del suelo, el ingrediente principal del smog, hasta en un 95%.
Además, pueden reducir las emisiones de dióxido de carbono hasta en un 30% y de monóxido de carbono (CO) en un 85%. Los vehículos que utilizan gas natural son también una alternativa práctica. Cuentan con tanques de gas comprimido a alta presión, que pueden ir colocados debajo del suelo, de los asientos posteriores o en la maletera. Tienen además, varios puntos de abastecimiento, tanto en Lima metropolitana, como en el Callao.
Desde que se iniciaron las labores de Cálidda de incorporar el gas natural en las actividades cotidianas, tan solo en 10 años, el uso de este gas, en Lima, ha evitado que lleguen al ambiente 50 millones de toneladas de dióxido de carbono, uno de los principales causantes del calentamiento global.