Álvaro Ríos, socio de Gas Energy Latin America.

Por Álvaro Ríos
Socio de Gas Energy Latin America

En julio del presente año, concluye el contrato de gas entre Bolivia y Brasil. Uno de los proyectos más trascendentales de integración energética en América Latina y altamente ventajoso para ambos países.

Brasil pudo cambiar su matriz energética y suplantar un más costoso y sucio fuel oil y otros derivados del petróleo por un energético más económico y limpio en generación térmica e industrias, principalmente.Bolivia vivió una época inédita de extrema bonanza rentista, oxigenando su economía incluso hasta nuestros días.Brasil pudo cambiar su matriz energética y suplantar un más costoso y sucio fuel oil y otros derivados del petróleo por un energético más económico y limpio en generación térmica e industrias, principalmente.Bolivia vivió una época inédita de extrema bonanza rentista, oxigenando su economía incluso hasta nuestros días.

Hasta hace una década,el gas natural boliviano era imprescindible en Brasil,hasta que comenzó a importar GNL (gas natural licuado) e incrementar nueva producción costa afuera, principalmente asociada al petróleo del Presal. La incertidumbre de futuro suministro por los drásticos cambios regulatorios en Bolivia aceleraron estas decisiones. El gas de Bolivia ya no es más imprescindible en Brasil,pero juega un papel muy relevante.

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Expliquemos por qué.

Bolivia tiene aún reservas probadas y capacidad de producción competitiva para continuar atendiendo ese mercado, pero bajo una nueva modalidad. Una especie de competencia de gas con gas: GNL importado,gas producido en Brasil y gas de Bolivia deben competir y donde la infraestructura desarrollada desde Bolivia es vital. Petrobras debería ir dejando el monopolio, que aún sustenta, y donde empresas privadas desean competir.

¿Qué pasaría si el gas de Bolivia no existiera o fuera privado de ingresar a Brasil?

Los precios treparían, porque se privaría al mercado de una fuente competitiva y con infraestructura desplegada y depreciada. El gas de Bolivia es por esta razón fundamental.

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Algo similar ocurre con Argentina. Merced a vaivenes económicos y altos subsidios, se fueron quedando sin reservas y sin producción de gas natural, y se tuvo que importar GNL (2008) y después firmar contrato de largo plazo con Bolivia (2010) que va hasta el 2026. Los incumplimientos desde ambos lados de la frontera se fueron suscitando,llegando a plantearse una renegociación que veremos en qué termina en este 2019.

Una década atrás, el gas de Bolivia era imprescindible para Argentina. Con el desarrollo en Estados Unidos del shale (fracking), hace ya casi dos décadas, los argentinos tuvieron la suerte de contaren su subsuelo con un prolijo shale llamado Vaca Muerta.Si Vaca Muerta estuviera en Canadá, Australia, Noruega u otro país estable, el Cono Sur estaría inundado de muy competitivo gas natural y se estarían gestando proyectos de exportación de GNL a Asia. Empero Vaca Muerta está en Argentina, país donde“pasa todo y nada pasa nada al mismo tiempo”.

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Las empresas en Vaca Muerta recibieron incentivos y la producción de shale aumentó notablemente y se están dando y darán exportaciones a Chile, Brasil y Uruguay de GNL. Esto produjo el recorte de gas de Bolivia y el planteamiento de una renegociación.

Empero, recientemente se han cambiado los incentivos y nadie sabe qué va a pasar en el país del tango.

Resumiendo, el gas de Bolivia ya no es imprescindible para Argentina pero, al igual que con Brasil, es una fuente competitiva en ese mercado. La competencia de gas con gas: GNL importado,de gas de Bolivia y de gas producido localmente debería ser la nueva dinámica en el Cono Sur. El gas de Bolivia es más que importante por esta razón.

Fuente: La República