El litio, el ingrediente común de casi todas las baterías en los autos eléctricos, se ha vuelto tan preciado que a menudo se le llama oro blanco. Sin embargo, hace poco ocurrió algo sorprendente: el precio del metal bajó, lo cual ayudó a que los vehículos eléctricos fueran más asequibles.
Desde enero, el precio del litio ha caído casi un 20 por ciento, según Benchmark Minerals, aunque las ventas de los vehículos eléctricos se hayan disparado. El precio del cobalto, otro material importante para las baterías, ha caído más de la mitad. El del cobre, esencial para los motores eléctricos y las baterías, ha bajado cerca de un 18 por ciento, a pesar de que las minas estadounidenses y los países ricos en cobre como Perú tienen dificultades para aumentar la producción.
Estos cambios abruptos han confundido a muchos analistas que predijeron que los precios se mantendrían altos o incluso subirían más, con lo cual frenarían la transición a clases más limpias de transporte, un componente esencial de los esfuerzos para limitar el cambio climático.
En cambio, gracias a la caída en los precios de las materias primas, las automotrices han podido reducir los precios de los vehículos eléctricos con mayor facilidad. Este mes, Tesla bajó miles de dólares a los precios de sus dos autos más caros, el sedán Model S y el vehículo utilitario deportivo Model X.
En enero, Tesla redujo el precio de sus modelos más asequibles, el Model 3 y el Model Y, y Ford Motor, el de su Mustang Mach-E. El precio promedio de un vehículo eléctrico en Estados Unidos bajó 1000 dólares en febrero en comparación con enero, según Kelley Blue Book.
“Para los vehículos eléctricos, el principal obstáculo es el costo”, afirmó Kang Sun, director ejecutivo de Amprius Technologies, un nuevo fabricante de baterías que este mes anunció planes para construir una fábrica en Colorado. La caída del precio del litio, dijo, “va a fomentar las ventas de los vehículos eléctricos”.
Sun cree que los precios podrían bajar mucho más ya que la demanda del metal no ha aumentado tan rápido como esperaban algunas personas en la industria.
Como ocurre con cualquier materia prima, hay una amplia gama de opiniones acerca de las causas de la reciente caída de los precios y respecto a cuánto costará el litio en los próximos meses y años.
Algunos analistas señalaron que la caída del precio del litio se debía a factores a corto plazo, como la desaceleración en el crecimiento de las ventas en Europa y China después de que expiraron los subsidios para la compra de autos eléctricos. No obstante, otros expertos del sector mencionaron que la caída sugería que las nuevas minas y plantas de procesamiento estaban resolviendo el problema del litio antes de lo que muchos analistas creían posible.
Incluso después de caer tanto, los precios del litio siguen siendo tan altos que la extracción y el procesamiento del metal es un negocio de una rentabilidad inusual. La producción de este metal, el cual es especialmente idóneo para las baterías debido a su capacidad para almacenar energía, cuesta entre 5000 y 8000 dólares por tonelada y se vende por diez veces esa cantidad, según Mobility Impact Partners, una empresa de capital privado con sede en Nueva York que invierte en la industria de los vehículos eléctricos, entre otras áreas.
Debido a esos voluminosos márgenes de ganancia, los inversionistas y los bancos están ansiosos por destinar inversiones, o préstamos, a proyectos de minería y procesamiento. El gobierno federal les está otorgando subsidios valuados en decenas de millones de dólares a los prospectores y procesadores de litio.
“No se pueden tener márgenes de beneficio diez veces superiores a lo que cuesta la extracción”, comentó Shweta Natarajan, una socia en Mobility Impact que ha analizado el mercado del litio. “Luego se verá una reducción”.
“El financiamiento es muy fácil de conseguir”, agregó Natarajan. “No hay razón para pensar que no se abrirán nuevos proyectos en caso de escasez”.
Sin embargo, otras personas, incluidos miembros del gobierno de Joe Biden, no están tan seguros. Según José W. Fernández, subsecretario de crecimiento económico, energía y medioambiente del Departamento de Estado, la oferta de litio debe ser 42 veces más alta de aquí a 2050 para que ayude a una transición a las energías limpias.
“Debemos encontrar fuentes adicionales de suministro porque 42 veces es mucho”, opinó Fernández en una entrevista. “En este momento, no tenemos suficiente”.
Hay bastante litio en el mundo. Sin embargo, no se consideraba muy valioso hasta que las ventas de los vehículos eléctricos empezaron a despegar en los últimos años. Al dispararse la demanda, la industria se apresuró a poner en marcha nuevas minas y las refinerías aumentaron su capacidad para procesar el mineral.
“La minería no es lo que está incrementando los costos”, comentó Bold Baatar, director ejecutivo de la unidad de producción de cobre del gigante minero Rio Tinto. “Es la disponibilidad de instalaciones de procesamiento”.
La mayoría de las refinerías de litio está en China y pocos gerentes e ingenieros fuera de ese país saben construir plantas de procesamiento. El cuasi monopolio de Pekín sobre un recurso esencial alarmó al gobierno de Biden, el cual ha destinado miles de millones de dólares a animar a las empresas a desarrollar minas y refinerías de litio en Estados Unidos o en países con los que comparte estrechos lazos políticos y económicos.
El suministro de litio y otros materiales cruciales es un asunto de seguridad nacional, afirmó Fernández, quien también mencionó que el año pasado el gobierno creó la Asociación de Seguridad de Minerales, un grupo que incluye a la Unión Europea y a doce naciones industrializadas, entre ellas Australia, Japón y el Reino Unido, para localizar oportunidades y financiamiento para la minería y promover el reciclaje.
El Departamento de Energía está distribuyendo subsidios por 3000 millones de dólares para crear una cadena nacional de suministro de baterías. Además, la Ley de Reducción de la Inflación, la cual promulgó el presidente Biden el año pasado, ofrece créditos fiscales para la producción de baterías.
Las automotrices, temerosas de la escasez de litio y el aumento de los precios, han tomado medidas para garantizar un suministro constante. Han firmado contratos con proveedores de litio que las obligan a comprar determinadas cantidades del metal. En algunos casos, las automotrices están entrando en el negocio del litio de manera más directa. Tesla anunció este mes que construirá una planta de procesamiento de litio cerca de Corpus Christi, Texas.
En enero, General Motors anunció que iba a invertir 650 millones de dólares en Lithium Americas, empresa que está desarrollando una mina en Nevada conocida como Thacker Pass. El acuerdo convierte a GM en el principal cliente y accionista de Lithium Americas.
Si el precio del litio sigue bajando, los analistas han advertido que esas inversiones podrían convertirse en pérdidas de dinero.
También existe el riesgo de que las mejoras en la tecnología de las baterías afecten la demanda de litio de modo inesperado.
Las baterías de estado sólido que están desarrollando varias empresas requerirían todavía más litio que las baterías que se utilizan en la actualidad, lo cual aumentaría la demanda. No obstante, es probable que esas baterías tarden varios años en aparecer en vehículos de producción masiva. Otros avances en las técnicas de producción y la química permitirían que las baterías sean más pequeñas y ligeras sin sacrificar el rendimiento, lo cual reduciría la necesidad del litio.
El cambio tecnológico ya afectó al cobalto. El precio de ese metal se desplomó en parte por la creciente popularidad de las baterías fabricadas sin cobalto y a partir de litio, hierro y fosfato, una combinación conocida como LFP. Según los analistas, los precios también pudieron verse afectados debido a que un importante proveedor de cobalto acumuló existencias.
Las baterías LFP pesan más que las de cobalto, pero son mucho más baratas y duran más. Además, las baterías LFP no tienen la mala fama asociada con el cobalto, la mayor parte del cual procede del Congo, donde las explotaciones mineras son conocidas por el trabajo infantil y las pésimas condiciones laborales.
En febrero, Ford Motor señaló que iba a gastar 3500 millones de dólares en la construcción de una planta en Míchigan para producir baterías LFP con tecnología de Contemporary Amperex Technology, o CATL, una empresa china que es el mayor fabricante de baterías del mundo.
Ninguna tecnología en el horizonte eliminaría el litio de las baterías de automóviles producidas en masa. Por esa razón, pocos analistas predicen que el precio del litio baje tanto como en 2020, cuando cayó por debajo de los 10 dólares el kilogramo.
“Aunque el precio baje de sus niveles elevados, seguirá habiendo un margen de ganancia muy saludable”, opinó Natarajan, de Mobility Impact Partners.
Fuente: The New York Times Company