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Por: Luis Miguel Incháustegui Zevallos, exministro de Energía y Minas 

Como es sabido y está debidamente comprobado, en el mundo cada año se está incrementando la generación de gases de efecto invernadero, lo que agrava la situación del clima (cambio climático), y para revertir ello, muchas instituciones e industrias están promoviendo en todo el mundo, el cambio de la matriz energética, lo que está generando el desarrollo y funcionamiento de las energías limpias (eólica, solar y geotérmica), la electromovilidad y las tecnologías 4.0 para obtener con ello una acción climática con impacto positivo.

Para lograr el cambio de la matriz energética, el Banco Mundial ha estimado que se requerirán 3,000 millones de toneladas de minerales y metales al 2050 para la imple-mentación de las energías limpias, así como para el almacenamiento de energía (baterías), lo que permitiría lograr una reducción de la temperatura por debajo de los 2 grados Celsius en línea con los compromisos de París.

Sin embargo, esta nueva oportunidad de crecimiento de la industria minera en el mundo y en el Perú, especialmente del cobre (más del 60% de la cartera de proyectos del Perú son de cobre), no es un cheque en blanco para promover los proyectos mineros de cualquier forma, sino, por el contrario, exige lograr que los proyectos y operaciones mineras avancen decididamente en la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero, en la reducción y reúso de los recursos que se usan en la actividad minera (agua, suministros y otros). Es decir, promover la implementación, lo antes posible, de la economía circular para lograr con ello una minería verde y una minería sostenible.

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Para promover eso, se debe entender a la economía circular como un modelo restaurativo y regenerativo que busca implementar las 5R (Reducir, Reparar, Recuperar, Reutilizar y Reciclar) en todas las industrias y actividades que realiza la humanidad, y para el caso de la actividad minera, empezar no solo con promover la adecuación al cambio climático en las operaciones y con los stakeholders sino, desde ya, se debe trabajar en la reducción del impacto ambiental que se genera en las operaciones mineras (reducir y reciclar el agua, reducir o eliminar los relaves, reciclar los desechos industriales -neumáticos y otros- y la mejora continua en los procesos de operación), para lograr con ello, el camino a una minería circular, una minería realmente sostenible.

Si a este desafío que existe en el mundo para todo el sector minero le añadimos en el Perú la situación crítica en torno a los conflictos sociales que se generan en las importantes operaciones y proyectos mineros, nos enfrentamos a una tormenta perfecta y podremos caer en el pesimismo y dejar de construir el consenso necesario para lograr tener claro cuál es el propósito y cuál es el norte al que debemos dirigirnos para lograr que esta actividad no solo siga desarrollándose sino que sea apreciada por la mayoría de los peruanos.

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En mi opinión, no debemos inventar la rueda sino, por el contrario, primero retomar lo avanzado en torno a la Visión de la Minería al 2030 (ya solo faltan ocho años) para lograr que la actividad minera sea la industria que no solo opere con los mayores estándares ambientales y sociales, sino que promueva que en las zonas en donde opere se logre implementar los ODS, ESG y la economía circular.

No podemos perder esta nueva oportunidad que nos brinda el desafío de la implementación de la economía circular, no es momento de indicar quién es el responsable o indicar solo cuánto se ha recaudado y cuánto se tiene acumulado en los bancos, es el momento de promover una mayor COLABORACIÓN entre todos los actores, a través dar la construcción de confianza, promoviendo un diálogo constructivo y de buena fe (empatía) que poniendo el desarrollo territorial y sostenible al centro se defina un plan de desarrollo territorial, acuerdos de gobernabilidad y todos los acuerdos que sean necesarios para que, independiente de las autoridades que estén dirigiendo los territorios, debido a que los planes han sido aprobados por todos los actores, se pueda continuar con su ejecución y de esa forma se logre cerrar las brechas sociales en un mejor tiempo. De esa forma, se podrá lograr construir un propósito para el sector minero, lograr que el sector minero sea el círculo virtuoso del buen aprovechamiento de los recursos mineros que existen en el Perú para lograr el cierre de las brechas sociales en el tiempo más corto posible.

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Adicionalmente, debido a que las empresas mineras no pueden reemplazar a las autoridades y sabiendo que para las autoridades es difícil tener el tiempo y la capacidad técnica necesaria, se podría plantear iniciativas de valor compartido, en donde las empresas colaboran en resolver las necesidades que existen, pero que al mismo tiempo generen un valor (tangible y/o intangible) para las empresas (ejemplos: promoción de las empresas locales, círculo virtuoso del agua, apoyo a la creación de METS, asistencia técnica para ejecutar correctamente el canon minero y otros).

La creación de valor compartido es una invitación a pensar fuera de la caja, a innovar y de esa forma lograr que las empresas puedan colaborar de una forma más competitiva y forjar con la participación de los otros actores un mundo más sostenible. Igualmente, para lograr implementar la economía circular en la industria minera, se necesitará de una mayor colaboración entre todos los actores de la industria, se necesitará realizar valor compartido.

Para lograr el cambio de la matriz energética, el Banco Mundial ha estimado que se requieren 3,000 millones de toneladas de minerales y metales.

Fuente: Gestión