Foto: Andina

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Por Sergio Borasino

Las distintas empresas mineras que operan en Perú han tomado posturas distintas ante la situación actual. Algunas medidas son trasversales al sector, otras obedecen a intereses particulares de cada empresa. El siguiente artículo comparte algunas de las medidas y expresa preocupación por el desperdicio de knowhow que hoy se observa en el sector. Este artículo fue co-escrito con Miguel Yrivarren, Director de AB INAC, quien en el pasado ocupo posiciones Directivas en Yanacocha y Goldfields, además de otras empresas de renombre.

China, ONGS ambientalistas y el Presidente Humala detienen la Minería

En los últimos años, el sector minero ha recibido unos buenos golpes. Por un lado, la falta de liderazgo del gobierno para definir con legitimidad y autoridad conflictos sociales. El gobierno no ha generado políticas que se puedan considerar estables (ya que no se respetan) en el largo plazo. Hoy, la sensación es que cuando hay un conflicto minero, el que grita más fuerte es quien tiene la razón, sin importar lo que diga la ley.

El efecto anterior se ha potenciado gracias a dos factores. Primero, las desatinadas intervenciones del Presidente Humala, que lejos de contribuir a remediar conflictos, los ha agrandado en cada oportunidad. Segundo, la falta de equidad en la fiscalización y control. Hoy el estado fiscaliza muy de cerca a las empresas extractoras pero no lo hace con las ONGs ambientalistas. Algunas de ellas reciben fondos del exterior y vienen con agendas propias que incluyen interese políticos que van más allá del efecto ambiental. Actúan con total libertad.

En paralelo, la caída del precio de los metales principalmente ocasionada por la baja en las expectativas de crecimiento de China fue otro duro golpe. Como es esperado, el sector se mueve con menos dinamismo como resultado de lo anterior. Es difícil invertir hoy cuando no sabes que sacarás a cambio mañana (o si pasado mañana podrías sacar más).

Lo que la mayoría está haciendo: bajar costos via negociaciones y restructuraciones.

Hoy, la mayoría de grandes jugadores, no están invirtiendo en nuevos proyectos en el Perú. Algunas hasta cerraron su área de proyectos. Están a la espera del cambio de gobierno y la mejora en los precios de los metales antes de tomar una decisión que involucre invertir miles de millones de dólares. Todos siguen con sus proyectos extractivos actuales. No se van del país. Solo esperan definiciones antes de tomar una posición de riesgo ante la incertidumbre. Tía Maria, Quellaveco, Conga y hasta La Granja son megaproyectos que están parados o avanzan lentamente.

Descartada la posibilidad de abrir nuevas operaciones y dado que no pueden influir en el precio de venta de los metales, la mayoría de empresas se dedica hoy a mejorar sus costos. Esto los lleva a continuas negociaciones con proveedores, análisis de procesos y restructuraciones del equipo organizacional.

En este último punto, la mayoría de empresas están apostando por personal con menor experiencia. Se dejan ir VPs y se contratan Gerentes Senior para que los remplacen.

Finalmente, casi todos apuestan por la diversificación. Nadie quiere poner todos los huevos en la misma canasta. Cada empresa sigue rutas distintas. Algunas empresas apuestan por operaciones en otros países, otras en concluir o disminuir producción.

Todas las empresas concuerdan que lo anterior las lleva a perder buenos profesionales con años de experiencia y sapiencia del sector.

Consecuencias y Oportunidades

Las grandes inversiones en el sector minero están en “stand-by”. Existe un grupo importante de Directivos Senior de Minería que hoy están desempleados. En los siguientes meses este número podría crecer. Hoy corremos el riesgo de verlos partir a otros países. Para evitar lo anterior y tener ese influjo de capitales que definitivamente podría reactivar la economía, el gobierno y la oposición deberían buscar:

  1. Establecer políticas de estado duraderas que vayan más allá de la postura política de cada gobierno. Los proyectos de minería son de largo aliento. Los cinco años de un gobierno no son suficientes. Además, es fundamental que se den garantías que estas políticas se cumplirán indiferentemente de “quien llore más fuerte”.
  2. Estudiar un plan que permita estabilizar la inversión en minería más allá de las fluctuaciones de los precios de los mentales. Si bien el Perú no puede controlar el precio de los metales, sí puede establecer incentivos tributarios que contribuyan a limar las variaciones de los precios (y su impacto en las utilidades de las empresas).
  3. Establecer una política de estado que eduque y sensibilice a la población acerca de la importancia de la minería para el país, así como la necesidad de ejecutarla de manera responsable y sostenible. Esta política debería generar un plan muy amplio que debería empezar desde la educación en colegios.

El Perú sigue siendo un país minero. El impacto de estas inversiones es necesario hoy para que Perú continúe creciendo y desarrollando otros sectores productivos. El Gobierno debería dejar de ser un espectador/recaudador y pasar a tener un rol activo de generador/facilitador. La desaceleración del sector hace que se rematen profesionales de primer nivel de minería. Hoy estamos exportando barato un knowhow minero que debería quedarse en Perú, produciendo y entrenando a las nuevas generaciones.

Semana Económica