El vicepresidente de Sostenibilidad y Asuntos Corporativos de MMG Las Bambas, Claudio Cáceres

El proyecto minero Las Bambas, ubicado en Apurímac, refleja los retos y oportunidades de operar en territorios alejados, donde persisten altos índices de pobreza y limitaciones en infraestructura básica.
En PERUMIN 37, el vicepresidente de Sostenibilidad y Asuntos Corporativos de MMG Las Bambas, Claudio Cáceres, explicó que, cuando se inició las operaciones mineras, la zona registraba cifras críticas: más del 70 % de la población en situación de pobreza, cuatro de cada diez niños con desnutrición crónica y bajos niveles de comprensión lectora. Frente a este panorama, Las Bambas impulsó proyectos sociales y de infraestructura, siempre bajo la premisa de complementar —y no sustituir— los esfuerzos estatales.

“Hemos construido un puente, el puente Kutuctay, que une la región Apurímac con la región Cusco. Una obra que era esperada por la población por más de 50 años. Reduce en la mitad del tiempo la conectividad entre las dos regiones y a través de este mecanismo se ha cumplido, se ha podido.

Entonces, es una forma en la que el Estado mantiene su rol y la empresa colabora”, explicó Cáceres en la conferencia “Principales retos de la minería”.

La estrategia

Uno de los aspectos resaltados por la empresa es la importancia del diálogo preventivo y sostenido con las comunidades. Incluso antes de la fase de exploración, se desarrolló un trabajo articulado que permitió crear condiciones de confianza y avanzar en la construcción de una licencia social duradera.

En ese proceso, el rol del Estado se ha mostrado como fundamental, especialmente para garantizar marcos normativos estables, mecanismos de diálogo transparentes y presencia anticipada en los territorios. A ello se suma la necesidad de evitar que agentes externos generen expectativas irreales en la población, lo que puede alimentar posibles conflictos sociales.

Las Bambas implementó un modelo denominado “el corazón de Las Bambas”, enfocado en la gestión social preventiva, el diálogo directo y la articulación con Estado y comunidades.

Para Cáceres, el verdadero éxito de los proyectos mineros no es la ausencia de conflictos, sino la capacidad de gestionarlos de manera constructiva a lo largo del tiempo.

La experiencia de Las Bambas demuestra que la minería no solo es una actividad económica clave, sino también un espacio de trabajo en torno al diálogo, la articulación público-privada y la construcción de confianza con las comunidades.