Actualmente es difícil hablar de Latinoamérica como una sola región porque hay mucha heterogeneidad, según el BBVA; mientras que el Banco Mundial elogia políticas monetarias de los países de la Alianza del Pacífico.

Foto: Andina

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Bajas calificaciones, declaratorias de default, recesiones y crisis son síntomas que anuncian el final de la fiesta para las economías de América Latina después de la llamada “década de oro”, a pesar de que algunos países siguen en la senda del crecimiento.

A pesar de los titulares pesimistas y el fin del ‘boom’ del mercado de las materias primas que alimentó el crecimiento vertiginoso en la región, varios países aún están actuando bien, estimaron analistas.

Brasil atraviesa una recesión técnica y Venezuela está golpeada por millonarias deudas y una ascendente inflación, mientras Argentina padece una mezcla de estos tres síntomas.

Sin embargo, los países de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) buscan un crecimiento considerable, de 3% este año y un 4% el próximo, según sus proyecciones.

Y mientras las previsiones de crecimiento para la región (menos del 2% del PIB para 2014) parecen sombrías después de años registrando topes de 5 y 6%,[highlight] el hecho de que el ‘boom’ económico no haya estado seguido de un colapso generalizado es una buena noticia, dicen los expertos.[/highlight]

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“En el pasado, en cualquiera de estas situaciones, el marco de políticas en América Latina magnificaba los problemas”, dijo Augusto de la Torre, jefe del Banco Mundial para la región.

“Latinoamérica en esos años (los 80 y los 90) era una región propensa a auges y caídas”, explicó.

Las reformas claves que han rescatado a parte de la región de ese ciclo son macroeconómicas, destacó De la Torre, elogiando a los bancos centrales del “primer mundo” y a las políticas monetarias que ahora gobiernan el escenario económico de la Alianza del Pacífico.

Economías heterogéneas
A estas se suman las políticas prudentes en países que capitalizaron el ‘boom’ para acumular reservas internacionales, estimó Juan Ruiz, economista jefe para América del Sur del banco español BBVA.

[highlight]“Actualmente es difícil hablar de América Latina como una sola región porque hay mucha heterogeneidad”[/highlight], apuntó.

“Hay países que gestionaron bien los buenos tiempos y se mantuvieron para no caer en políticas populistas, manteniendo una sólida gestión macroeconómica. Y hay países que no lo hicieron”, analizó Ruiz.

Uno de los que no es la mayor economía de la región, Brasil. Durante el auge, con el estímulo económico de Estados Unidos en los mercados emergentes y una China voraz en la compra de materias primas, la economía de Brasil registró un crecimiento del 4.5% en cinco años hasta el 2010, donde alcanzó un pico del 7.5%.

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Esa expansión fue combinada con innovadores programas sociales, famosos por transformar a 30 millones de brasileños pobres en la nueva clase media. Ellos fueron parte de los 75 millones de latinoamericanos que salieron de la pobreza en una década.

Pero [highlight]la caída de Brasil en la recesión fue especialmente dura porque en lugar de ahorrar durante el “boom” financió programas de bienestar a expensas de los de infraestructuras.[/highlight]

Un Estado demasiado grande
Administraciones como la de Brasil, demasiados grandes, costosas y pesadas, aún son un problema estructural en varios países de la región, dijo Carlos Sabino, economista de la Universidad Francisco Marroquin de Guatemala.

“Cuando la situación es buena, no hay problema. Eso se aguanta. El estado recibe muchos ingresos y todo parece que va de maravilla. Pero nunca se dan cuenta de que esos ingresos van a subir y van a bajar de acuerdo del precio de las materias primas”, explicó.

A medida que América Latina busca una salida de esta fase de crecimiento lento, reducir el papel del Estado puede ser la clave para definir si seguirá la senda de la Alianza del Pacífico o la de países con serios problemas como Argentina o Venezuela.

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Costa Rica, cuyas políticas han sido elogiadas en el pasado, recibió malas noticias esta semana cuando su calificación de crédito fue reducida el mismo día que la de Venezuela.

Moody’s bajó la calificación del turístico país centroamericano a Ba1, argumentando que su crecimiento deficitario estaba dañando su confianza crediticia.

Eso podría convertir a esta nación en un “aviso para navegantes” para la región, dijo Susan Kaufman Purcell, directora del Center for Hemispheric Policy de la Universidad de Miami, y explicaría los problemas de partidos políticos, particularmente los de izquierda, que gobernaron durante los años de auge y consecuentemente de decrecimiento en buena parte de la región.
En primer lugar de esta lista ubica a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, quien busca su reelección en los comicios de octubre.

Incluso si gana las elecciones, Rousseff tendrá que adoptar “políticas más convencionales”, añadió Purcell. “Es muy difícil ser una populista de izquierdas cuando no estás nadando en dinero”, concluyó la experta.

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