Rómulo Mucho

Escribe: Ing. Rómulo Mucho (exviceministro de Minas)

La responsabilidad y obligación de todo gobierno es generar bienestar en la población y para ello requiere de recursos económicos, cuya fuente principal en el país es la minería y en particular los proyectos de cobre.

Somos el segundo productor mundial de cobre (después de Chile), con una capacidad de producción que pronto se verá incrementada en casi un 15%, por el cercano inicio de operaciones de la mina Quellaveco, que ya está en un 90% de avance de su construcción. Además, está Mina Justa en plena capacidad de producción, más algunas expansiones como la de Toromocho.

Otros yacimientos de cobre, ya ubicados, producto de años de estudios, y que hoy se encuentran en situación de proyectos, son:  La Granja, Galeno y Michiquillay (los tres en Cajamarca). Río Blanco (Piura). Los Chancas, Haquira y Cotabambas (los tres en Apurímac); y los proyectos que, habiendo estado listos para su puesta en marcha, pero que fueron paralizados: Conga y Tía María, en Cajamarca y Arequipa respectivamente.

¿Por qué la importancia de estos proyectos? El lunes 07 de marzo el cobre alcanzó en la Bolsa de Metales de Londres, el precio histórico de US$ 10,845 por tonelada. Si bien es cierto los precios de los metales varían en el tiempo, la tendencia es que en los próximos años no habrán caídas por el aumento de la demanda y sus múltiples usos en el futuro. La lógica es bastante sencilla, a mayor precio del cobre las empresas mineras que se dedican a este metal tienen mayores utilidades; y en consecuencia, se incrementa el monto del pago de sus impuestos y los fondos del canon minero y las regalías, cuyo destino son las regiones, provincias, y distritos donde ubican las minas. El manejo de este dinero no lo hacen las empresas mineras, lo hace el Estado peruano mediante sus tres niveles de gobierno: central, regional y distrital.

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El problema endémico que tenemos en el Perú es que tradicionalmente el Estado no ha sabido transformar los recursos generados por la minería (no sólo el canon minero sino además las regalías mineras y los derechos de vigencia) en el bienestar para la población. Esto ocurre, básicamente por dos motivos: (1) falta de capacidad, competencia y meritocracia de los funcionarios públicos y (2) corrupción institucionalizada.

Si bien es sabido que el 70% de la cartera de proyectos son de cobre y son el corazón de la economía del Perú. Es importante también dar una solución práctica al problema de la minería informal. Los precios de varios metales están alcanzando picos históricos y somos un país polimetálico. No tiene sentido desatender los proyectos mineros que ya tienen los estudios de exploración terminados. Y no tiene sentido olvidarnos del impulso a las exploraciones para seguir descubriendo más recursos mineros que mantengan viva la actividad minera para tener esos dineros que propicien un crecimiento en otros sectores productivos.

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Para disminuir la conflictividad social en torno a la actividad minera se debe asegurar el trabajo respetuoso del ambiente (con énfasis en los recursos hídricos) y sobre todo, que el Estado, en alianza con la empresa minera, cumpla con su rol de generar desarrollo territorial en las áreas de influencia de las operaciones mineras.

Para ese desarrollo territorial, el primer elemento es la formación de los corredores económicos que harán que las poblaciones abandonen la pobreza, sobre todo, a quienes no trabajan en la operación minera. El desarrollo territorial sacará de la pobreza también a quienes se dedican a aprovechar recursos diferentes a los mineros y que están presentes en la cuenca.

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La pobreza no se elimina con asistencialismo económico, solo puede eliminarse o reducirse con la generación de empleo y de emprendimientos empresariales. La minería genera toda una cadena de proveedores locales y lo que falta es que el Estado genere emprendimientos productivos con los demás recursos existentes en la cuenca en base a conceptos de competitividad, productividad y calidad de servicio. Mientras el estado no cuente con dinero para dar buenos servicios sobre todo de educación y salud, todo es demagogia.  Tan importante como saber invertir o gastar el dinero del Estado, es saber generar recursos o “hacer caja”. Pero no debemos permitir que se siga dilapidando los recursos destinados para mejorar la calidad de vida de la mayoría de peruanos que aún claman por su desarrollo.