Guillermo Vidalón

Por: Guillermo Vidalón, Superintendente de Relaciones Públicas en Southern Peru. 

Michiquillay es un proyecto minero que forma parte del llamado “corredor de cobre del norte”, ubicado en la región Cajamarca. Su pronta puesta en marcha significará la recuperación de la confianza en el país por parte de los inversionistas internacionales, quienes están en capacidad de poner en operación el yacimiento y transformar la riqueza natural en beneficio de la población local y de todo el Perú.

Además Michiquillay representa una gran oportunidad para consolidar el desarrollo económico y social de las comunidades de La Encañada y Michiquillay. Con los recursos destinados al Fondo Social Michiquillay (FSM) se puede fomentar el fortalecimiento de las capacidades de la presente y las futuras generaciones, única garantía con que cuentan las comunidades para llevar a cabo el ansiado desarrollo sostenible.

Una población en constante capacitación se encuentra mejor preparada para hallar oportunidades y expandir sus horizontes más allá de la vida útil de la mina. Para ello se debe proponer un mecanismo adecuado para lograr el éxito económico y social, con el respectivo equilibrio ambiental.

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Cajamarca no es ajena a esta realidad. Granja Porcón es una comunidad religiosa andina, ubicada espacialmente en las proximidades de la mina Yanacocha. Que se sepa, ha mantenido sus tradiciones, pero ha incorporado diversos aportes; aquello que se denomina interculturalidad. No depende de la actividad minera, convive con ella y negocia legítimamente para lograr acuerdos satisfactorios. Porcón se ha convertido en una experiencia digna de ser resaltada y estudiada.

Más allá del credo que se profese, lo que demuestra Granja Porcón es que con un liderazgo bien formado y con sólidos principios morales se pueden alcanzar metas sociales satisfactorias; siempre y cuando el recurso de la política efectista –pero intrascendente– sea dejado de lado para dar paso a la honestidad y la sapiencia. Cajamarca y el país requieren que sus líderes se conviertan en ejemplos a seguir, y que la ineficiencia, la corrupción y la violencia sean desterradas definitivamente.

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En la actualidad, el FSM está conducido por un pedagogo, sobre quien recae la responsabilidad de impulsar el desarrollo de las comunidades de Michiquillay y La Encañada. Como maestro, estamos seguros de que su prioridad será el fortalecimiento de la calidad de la educación de los estudiantes, apoyar las competencias de sus colegas, y brindarles la capacitación y las herramientas necesarias. Todo ello para que profesores y alumnos investiguen y aprendan haciendo, lo cual impacta positivamente en toda la comunidad educativa. Sobre todo en las actuales circunstancias, porque el Covid-19 impide que las clases se lleven a cabo de manera presencial, y se debe optar por el empleo de ambientes virtuales para continuar con el proceso educativo y evitar la pérdida del año escolar.

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Por otro lado, el fortalecimiento de diversas áreas del conocimiento –como las matemáticas y las comunicaciones– permite que el futuro ciudadano se desempeñe de manera más asertiva en su esfera productiva. De esta manera se refuerza el relacionamiento social, escenario donde se lleva a cabo la interculturalidad; y también el intercambio productivo, porque todos comprenderán que, si se produce en demasía un determinado producto, este podría sobrepasar la capacidad de consumo y, por consiguiente, sus precios bajarán. Lo contrario ocurrirá si se produce en función a la demanda, o si se opta por nuevos cultivos que, eventualmente, cuentan con un mercado asegurado, garantizándole al productor mayor rentabilidad y calidad de vida.

En ese sentido, el impulso económico que traerá la puesta en operación de Michiquillay tiene que ser aprovechado positivamente para mejorar la calidad de vida y convertir a la región Cajamarca en una de las de mayor desarrollo relativo del Perú.