La minería es una industria del futuro, cuyo crecimiento se ve impulsado a nivel global por la agenda climática que requiere de minerales críticos para la transición energética; sin embargo, carga con un desafío antiguo, como es la brecha de género.
Así lo consideró la especialista en actividades Extractivas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Natascha Nunes da Cunha, durante su participación en la Cumbre de Diversidad e Inclusión desarrollada en PERUMIN 35.
“Nos une el convencimiento de que trabajar por un sector extractivo responsable e inclusivo es crucial para una región que se sustenta y depende de él para crecer”, precisó.
En ese sentido, enfatizó que si bien la minería es fundamental para el desarrollo de la región, “el desarrollo solo es sostenible si es inclusivo”.
Algunas cifras expuestas para graficar los impactos desbalanceados de esta industria en Latinoamérica muestran que 1 de cada 3 mujeres latinoamericanas carece de ingresos propios; entre 7-10% de la fuerza laboral son mujeres; las mujeres ocupan menos posiciones de liderazgo y pueden ganar hasta un 48% menos que los varones.
Para poder superar esa gran brecha, Nunes da Cunha reflexionó en que así como el sector minero es multidimensional en su impacto y vínculos con el desarrollo sostenible, la problemática de género también es multidimensional, está en el empleo, en el proceso de toma de decisión local, en los proveedores, el impacto social de violencia contra el género, y diversas aristas.
“La igualdad no solo es un derecho, también es multiplicador de impacto en otros factores de desarrollo”, precisó, indicando que este aspecto debe ser transversal en el avance hacia el desarrollo.
Por ello, comentó que el BID comprende la igualdad de género como parte estratégica de las discusiones en torno a temas “duros” asociados al sector, como mayor seguridad, eficiencia, innovación, sostenibilidad y la gobernanza del rubro. Así también, que basan su trabajo en 5 líneas de acción que sirven de guía para el sector extractivo en términos de género.
También reconoció que, en la última década, el sector minero ha avanzado en su compromiso con la equidad de género, pero todavía queda mucho por resolver.
“Las brechas son enormes y hay un espacio grande por conquistar y mejorar. En países mineros como Australia o Canadá, estas cifras tampoco son maravillosas, pero son, por lo menos, el doble de lo que son en América Latina”, indicó.
Por último, concluyó que “los resultados de trabajar por la equidad de género valen la pena, tanto en términos de negocio como en términos de desarrollo sostenible para nuestros países”.