El Gobierno de Nueva Zelanda ha anunciado la creación de un fondo de infraestructuras de 2.000 millones de dólares neozelandeses (1.200 millones de dólares estadounidenses) para que el país alcance el 100% de energías renovables, en colaboración con la empresa de inversión estadounidense Blackrock.
“El fondo neta cero de Nueva Zelanda tratará de atraer inversiones de empresas y entidades de la corona, incluidos los fondos de jubilación, y fondos del sector privado para acelerar la transición de Nueva Zelanda a un 100% de electricidad renovable”, declaró Hipkins el 8 de agosto.
“Los inversores en economía verde pueden ver nuestro potencial y reconocer nuestro compromiso con los compromisos y objetivos climáticos, como nuestra prohibición de seguir explorando petróleo y gas en alta mar”.
Nueva Zelanda ya tiene una de las mayores penetraciones de energías renovables del mundo en su red eléctrica gracias a sus recursos
hidroeléctricos. En el primer trimestre de este año, la cuota de las energías renovables en el mercado eléctrico del país alcanzó el 88%, su nivel más alto desde 1996, debido a que la generación hidroeléctrica aumentó un 7,4% respecto al año anterior.
La dependencia de Nueva Zelanda de la generación de electricidad a partir de carbón aumentó en 2021 debido a la caída de la producción del yacimiento de gas de Pohokura, con el gas utilizado para la generación de electricidad cayendo un 26% desde los niveles de 2020, mientras que el uso de carbón aumentó un 30%, según datos del gobierno.
“Se trata de la mayor iniciativa de inversión en transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono que Blackrock ha creado hasta la fecha”, declaró el 8 de agosto Larry Fink, consejero delegado de la entidad. “Permitirá a las empresas neozelandesas acceder a mayores fondos de capital para construir infraestructuras climáticas en todo el sistema energético del país, incluidos proyectos de energía eólica, energía solar, almacenamiento de baterías, recarga de vehículos eléctricos y capital natural”.
El Gobierno neozelandés, liderado por el Partido Laborista, asumió el poder en 2017 con la promesa de reforzar la acción contra el cambio climático, pero ha dado marcha atrás en algunas medidas desde que la ex primera ministra Jacinda Ardern dimitió en enero. Su sucesor, Hipkins, canceló el mandato sobre biocombustibles previsto en el país alegando presiones por el coste de la vida.