En el 2017, la economía peruana creció 2,5%, pero ese promedio nacional esconde realidades dispares entre los 24 departamentos que forman el país. El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) publicó un informe que da cuenta de las luces y sombras de la dinámica regional en el Perú durante el año pasado.
La entidad reveló, en primer lugar, que hubo cuatro departamentos en los que el PBI sufrió una contracción: Cusco, Madre de Dios, Pasco y Piura. Hay otras 10 regiones que crecieron entre 0% y por debajo de 4%, es decir, una cifra inferior al potencial de la economía nacional.
En tanto, nueve departamentos se expandieron entre 4% y 9%; mientras la estrella de crecimiento –de lejos– fue Apurímac, con 24%. Esta divergencia de resultados responde a la heterogeneidad de las estructuras productivas de cada región. Víctor Fuentes, economista del Instituto Peruano de Economía (IPE), explica que cada zona enfrenta sus propios choques que le marcan la trayectoria de crecimiento.
Por ejemplo, señala que las regiones mineras están expuestas a lo que suceda con la inversión y producción de ese sector, mientras las no mineras dependen de ramas como manufactura, agro y pesca, que explican la volatilidad.
Los resultados regionales reafirman que el Perú es una economía pequeña que depende de un conjunto limitado de factores para crecer o caer, sostiene Juan Carlos Odar, director ejecutivo de Phase Consultores.
RETROCESOS
Los cuatro departamentos con crecimiento económico negativo muestran dos denominadores comunes. Por un lado, las actividades extractivas explican sus retrocesos y, al mismo tiempo, la inversión pública no ha logrado ser un motor que las saque de ese territorio. Es importante notar que, entre las cuatro, concentran 10% de la producción nacional.
Madre de Dios fue la región de peor desempeño durante el año pasado. El PBI de la región selvática cayó 9,2% y más de la mitad de ese resultado se debió al oro, cuya producción proveniente sobre todo de la minería ilegal, retrocedió 27,3% en el 2017. Fuentes sostiene que la erradicación de esta actividad explican el resultado.
Si bien en esa región se vio un crecimiento de la inversión pública de 3,3%, según estima el Banco Central de Reserva (BCR), el economista anota que el impacto de la minería es tan grande que no fue suficiente para hacer contrapeso.
El segundo departamento con la actividad económica más golpeada fue Cusco, cuyo PBI se redujo 2,2%. Esta zona de la sierra sur sufrió una caída en la producción minera y de hidrocarburos de 5,3%. En tanto, la inversión pública se contrajo 15,2% y causó un retroceso en el sector construcción.
Cusco es una región que se suele citar como ejemplo de cómo el turismo puede ser un motor de crecimiento importante para el Perú. Sin embargo, aun teniendo una maravilla del mundo moderno como Machu Picchu, esta actividad no logra compensar el efecto de los sectores primarios y el gasto público, subraya Odar.
Piura fue la tercera región menos dinámica del país. Su producción cayó 1,7% durante el 2017. Esto responde, en primer lugar, al impacto del fenómeno de El Niño costero que azotó el norte durante el verano pasado. Con ello, la producción agropecuaria sufrió un retroceso de 16,1%. Productos claves como la uva, el mango, el limón y el arroz tuvieron incidencia importante, observó Fuentes.
Al mismo tiempo, la inversión pública retrocedió 2% en un año en que se esperaba un empuje por las obras de reconstrucción. Es importante observar que el cálculo del BCR considera el avance en la ejecución de la refinería de Talara, un proyecto de alrededor de US$5.400 millones.
Finalmente, el nivel de actividad económica en el departamento de Pasco cayó 1,3%, explicado por caídas de 5% en la producción minera y del mismo orden en la inversión pública.
Lo preocupante de esta región particular es que es la única en el Perú que hoy produce menos que hace diez años. El PBI de Pasco el año pasado fue 5% inferior al del 2007, lo que revela problemas estructurales ligados a la minería. Fuentes explica que hace años no hay nueva inversión y la producción se contrae consistentemente.
Odar agrega que esto se convierte en un círculo vicioso porque la población ha migrado hacia otras zonas, y eso agudiza el problema de parálisis económica.
PERSPECTIVAS
¿Qué esperar para este año? Para Odar, las brechas entre los departamentos del país deberían ser menores y tender hacia un crecimiento más homogéneo. Sin embargo, la convergencia sería hacia tasas más bajas.
“Es menos probable este año ver regiones creciendo 10%. Ese impulso minero extraordinario probablemente no se repita, las disparidades debieran ser menores. Debería haber recuperación en construcción y eso ayudaría a que las disparidades regionales disminuyan”, afirma.
Por ejemplo, estima que Apurímac perdería ese empuje en la medida que Las Bambas estabilice su producción a plena capacidad. Al respecto, Fuentes prevé que Cusco tenga una dinámica contraria, pues estaría lista la ampliación de la mina Antapaccay, que impulsaría a la región.
Fuente: El Comercio