ProActivo | La minería en el Perú no deja de ofrecer oportunidades de reinventarse a las empresas del sector, por lo que las dificultades sociales, políticas y económicas del país siempre terminan siendo oportunidades de crecimiento. Así lo ve el ingeniero geólogo Pedro Isique, a quien entrevistamos en el marco del proEXPLO 2025, evento organizado por el Instituto de Ingenieros de Minas.
El investigador destacó la naturaleza académica del evento, pues considera que el país y la industria minera requieren nuevos integrantes y con más conocimientos para aprovechar los minerales que actualmente son más requeridos, y que se encuentran en territorio peruano.
¿Qué reflexiones nos deja proEXPLO 2025?
Creo que este tipo de eventos nos hace recuperar la confianza en la industria minera, más aún en el contexto mundial en el que nos encontramos, pues estamos en una etapa de cambios, adaptaciones e incluso búsquedas de nuevos recursos minerales, como son las famosas tierras raras.
En ese contexto, el Perú es un protagonista global y este proEXPLO 2025 responde a esa demanda de materias primas de este tipo. Sin embargo, no debemos quedarnos ahí, también debemos avanzar en el tema del procesamiento, de la búsqueda y de la exploración. En ese sentido, uno de los objetivos de este evento era buscar nuevos exploradores en el ámbito estudiantil y el requerimiento de las tierras raras creo que ayudan a eso.
Respecto a las tierras raras, se cree que son nuevas por cómo se le dice, pero en realidad muchas de ellas son abundantes. Incluso, se cree que el cerio, una de las tierras raras, es más abundante que el cobre.
¿Cuál es el potencial del cerio?
El cerio se emplea para los elementos fluorescentes y de precisión, para la transición energética y para los paneles solares. Este elemento está en todo el mundo, es abundante y se le llama tierras raras porque antes a los óxidos se les decía tierras y la palabra raro no es porque sean escasos, sino que son difíciles de hallar. Un mineral tiene hasta seis elementos químicos llamados tierras raras, lo difícil es separarlos.
Llevándolo a nuestro contexto, Perú tiene que pasar del discurso a la práctica. Hacer una campaña en todo el territorio nacional en busca de tierras raras. Ya existen tesis de estudiantes (de pregrado) sobre eso; hace 20, 25 años que descubrieron tierras raras en el Perú. Por otro lado, el gran reto que presentan las tierras raras es su refinación, es decir separarlas. En esa tarea hasta los países desarrollados tienen dificultades; pero el que ha dado pasos agigantados en esa materia es China, que maneja el 90% de la refinación
Entonces, las tierras raras dependen del ecosistema metalúrgico, geológico y, por ende, minero, para poder recuperarlas
Así es, hay que recuperarlas y trabajarlas de una vez. Las empresas mineras deberían becar ahora mismo a estudiantes para que vayan a China, Europa o Estados Unidos y especializarse en la refinación de metales. El Perú tiene estos metales, pero no se trabaja a fondo en ello, por ahí existe alguna minera que ya está trabajando hace 4 o 5 años con algo de tierras raras, pero no mucho más.
Ahora, el problema para hacerlo es también el de los permisos y los conflictos sociales. Eso genera más desconfianza en la industria minera y ha traído consecuencias como la informalidad, que ahora nos está pasando factura con los graves hechos que han sucedido. (los mineros artesanales asesinados en Pataz).
Ahora que aborda el tema de la informalidad, ¿Cuál considera que debe ser la actitud de la sociedad al respecto?
En primer lugar, creo que hay que reconocer el problema. El Perú viene de una transición política que le generó una crisis económica y el peruano, como resiliente que es, ha encontrado condiciones para mejorar su economía y ha visto en la subida del precio del oro una oportunidad, más aún porque hay oro en todo el país. Perú es uno de los cinco lugares del mundo que tiene oro, aparte de China, Australia, Sudáfrica y Estados Unidos; es decir, somos uno de los puntos globales de oro.
Con ese escenario, hay que reconocer que existe una fiebre del oro en el Perú, y mientras en EEUU su fiebre no implica a más de 40 mil personas, acá si tenemos a 300 mil personas involucradas, es poco. La gente se ha volcado a la búsqueda de este mineral y ha encontrado una manera fácil de “agenciarse” o “recursearse”, como se le dice. En ese sentido, el Estado, las autoridades y la misma minería formal los hemos mirado de costado y solo lo estamos viendo como un tema de legalidad, cuando hay un trasfondo social que hay que abordarlo, con soluciones inteligentes y empáticas.
Habló del Estado y eso involucra directamente al Gobierno, ¿Qué le sugeriría usted al Ejecutivo?
Para resolver un problema primero hay que conocerlo y tengo la impresión de que el Gobierno no lo conoce, porque tiene un cambio constante de autoridades. Por ejemplo, cuando tienen un buen ministro, lo sacan por cuestiones políticas y colocan a otro que recién viene a aprender del tema.
En Chile consideran a la minería como el sueldo de Chile y, en efecto, lo es. Eso deberíamos replicar en Perú, pues es el mayor recurso del Estado, entonces deberíamos tener políticas duraderas para la minería. No podemos ir cambiando de políticas con cada actor que se cambie. Si un ministro se va porque tiene que irse, no hay problema, pero él que lo sucede debe seguir las mismas políticas. No puede venir con nuevas ideas de “Cómo inventar la pólvora”.
Pasando al ámbito académico, ¿Cómo ve la relación entre las facultades de metalurgia, geología y minería?
En la UNI se integran porque esta universidad prácticamente nació como facultad de minería, geología y metalurgia. De eso ha aprendido mucho ahora San Marcos, en los últimos años ya se juntan estas tres; pero les han agregado arquitectura e ingeniería civil a las mismas facultades, materias que deforman la idea. Más allá de eso, creo que estas tres escuelas en San Marcos están tratando de concentrarse en seguir adelante, aunque no llegan al nivel de unidad de la UNI. Respecto a las otras universidades, sí es muy poco, están muy separadas las facultades, algunas ni siquiera tienen metalurgia y en definitiva la minería la constituyen las tres carreras. Son como un trípode, si falta uno, ya no se para.
¿Cómo camina la academia en China o Estados Unidos?
En el caso de Estados Unidos, que siempre ha liderado el tema académico, la muestra la da la facultad de Ingeniería de Minas de Colorado, allí las tres escuelas están centradas, concentradas y trabajando con la industria minera. Ahora en comparación con China ha disminuido su potencial en los últimos años. Los asiáticos se pusieron hace 20 años la meta de que deberían liderar toda esta transformación en el sector minero energético y pasaron de ser los mayores contaminadores del mundo a ser los reyes de los autos eléctricos, de los paneles solares, entre otros. Avanzaron en todos los sentidos.
Sin ir tan lejos, acá en Chile poseen zonas mineras llamadas zonas de sacrificio, y así evitan grandemente los problemas sociales. Cosa que acá sigue sucediendo, existe desconfianza de la gente y tenemos que trabajar en ello porque al final la gente está del lado de la minería; sino, cómo tenemos a 300 mil personas trabajando por la fiebre del oro. Si vamos a estigmatizar las implicancias de la minería, no vamos a avanzar.
Mencionó nuevamente el tema del oro y su informalidad, ¿Qué acciones rápidas se deben realizar para contener esta fiebre?
Primero tenemos que ordenarnos. INGEMMET cumple ahí una gran labor, pero tal vez podrían quitarle esa formalidad extrema que se le exige y empezar a trabajar desde ahí, igualmente en las empresas mineras, pero no atomizando -entregando algunas parcialidades a los mineros- como hacen muchas, creyendo que solucionan parte de la informalidad, pero lo que hacen es atraer más. Lo que queremos buscar son soluciones integrales, pero no uniformes porque no todos los casos se solucionan de la misma manera, pero sí que sean soluciones ordenadas. Sin orden no vamos a salir.