Conflictividad social y falta de alineamiento del Gobierno en torno a la importancia del petróleo y el gas desalientan la inversión

El 2019 se ha erigido en un año crítico para el sector minero-energético, debido a los continuos estallidos sociales en proyectos y activos relevantes para la economía, como Las Bambas, Tía María y el Oleoducto Norperuano (ONP).

Sin embargo, la atención del Gobierno y la opinión pública ha estado centrada en los incendios en minería, sin advertir que el desamparo en que se encuentra el sector hidrocarburos está dejando que se quemen en la puerta del horno US$5.088 millones en inversiones frescas, según estimaciones de Perú-Petro.

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El 56% de este monto (US$2.855 millones) está relacionado con el desarrollo de los lotes 65, 67, 95 y 192, que dependen de la operatividad del ONP, hoy en crisis por continuos sabotajes.

¿A qué se debe esta desatención? Seferino Yesquén, presidente de Perú-Petro, apunta que un escollo es la errónea creencia de que el petróleo (y el gas) tienen un futuro bastante acotado, debido a la competencia de las energías renovables (solar y eólica) y la electromovilidad.

Las estadísticas muestran, sin embargo, que el petróleo y el gas son, de lejos, las principales fuentes de energía primaria (66%) que se consumen en el país.

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La Agencia Internacional de Energía (IAE) y British Petroleum (BP) concuerdan en que esta preeminencia se mantendrá globalmente al 2040, lo que significa que el Perú tiene aún tiempo para poner en valor su potencial en hidrocarburos.

“El mundo seguirá necesitando petróleo y gas natural, debido a la abundancia del shale gas y shale oil, que es bastante barato”, apunta Yesquén.

Perú-Petro calcula en más de US$50 mil millones el valor de las reservas y recursos contingentes de petróleo enterrados en el subsuelo. Y en más de US$150 mil millones, el de las reservas y recursos contingentes de gas natural.

Según Yesquén, hay un renovado interés de las empresas petroleras por desarrollar este potencial, como consecuencia de la inyección de confianza generada por la suscripción del contrato de licencia del lote Z-64 (Tullow), en mayo pasado.

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Sin embargo, la conflictividad social y la falta de alineamiento del Ejecutivo en lo referente a qué es lo que se quiere del sector hidrocarburos, desalientan a los inversores.

Fuente: El Comercio