Petroperu

En medio de una grave crisis financiera y operativa, Petroperú ha implementado un conjunto de medidas drásticas para intentar sanear sus finanzas y asegurar su continuidad. La empresa estatal, que enfrenta una deuda de más de 8,500 millones de dólares, ha visto cómo su patrimonio se reduce a solo 1,645 millones de dólares. Para enfrentar esta situación, el directorio de Petroperú ha aprobado ocho medidas clave, entre las que destaca el abandono de su edificio principal en San Isidro y el traslado del personal a Talara.

Medidas de rescate aprobadas

Oliver Stark, presidente de Petroperú, explicó que estas medidas buscan demostrar el compromiso con los cambios necesarios para rescatar la empresa. Una de las decisiones más significativas es el traslado de todo el personal del edificio principal en la Av. Paseo de la República, San Isidro, a Talara, donde se encuentra el complejo de refinación de crudo. Este movimiento incluye la posible concesión o venta del edificio para generar liquidez.

Ver también:  Científicos descubren nueva vía para convertir CO2 en combustibles limpios sin subproductos contaminantes

Stark señaló que, aunque algunas áreas como el departamento legal y de compras podrían permanecer en Lima, la mayoría del personal se trasladará a Talara. Este cambio, además de liberar recursos, busca consolidar las operaciones de la empresa en una sola ubicación para mejorar la eficiencia.

Venta de activos no esenciales

Para generar liquidez, Petroperú planea vender o concesionar activos no esenciales. Entre estos activos se encuentra el edificio principal en San Isidro, el Club Petroperú en la Av. Golf Los Incas y varias propiedades en Talara y Punta Arenas. La venta de estos activos podría aportar significativamente a la estabilización financiera de la empresa, aunque existen impedimentos debido a que muchos de estos activos están en garantía por las facilidades otorgadas previamente por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Sin embargo, Stark confía en que estos obstáculos se resolverán internamente.

Ver también:  Gonzalo Quijandría exhortó al Gobierno ejecutar US$ 22 mil millones en obras que impulsarán crecimiento económico (Exclusivo)

Contratación de una empresa reestructuradora

Otra medida crucial es la contratación de una empresa reestructuradora que gestionará Petroperú como un CEO privado. Este Project Management Office (PMO), también conocido como Chief Transformation Office (CTO), tendrá la responsabilidad de implementar medidas de eficiencia y gestionar la empresa con un enfoque privado. La contratación de esta entidad se completaría para septiembre de 2024.

Auditoría forense

Petroperú también llevará a cabo una auditoría forense del proyecto de modernización de la refinería de Talara, un proyecto que ha sido problemático, con una duración de diez años y un costo casi tres veces mayor al estimado inicialmente. Esta auditoría busca identificar responsabilidades y evitar que se repitan errores similares en el futuro.

Reformas y apoyo del Gobierno

El gobierno peruano ya había anunciado una reforma estructural en Petroperú, otorgando al MEF una mayor capacidad de decisión en la Junta General de Accionistas y destinando un paquete de ayuda que incluía un préstamo de 800 millones de soles y una línea de crédito de 500 millones de dólares respaldada por el Banco de la Nación. No obstante, tras la rebaja de la calificación crediticia de Petroperú por parte de Standard & Poor’s, el ministro José Arista descartó una nueva inyección económica.

Ver también:  Perú LNG: Inauguración de segundo terminal de GNL responde a priorización del uso del gas natural (Exclusivo)

Opinión pública y futuro de Petroperú

La situación de Petroperú ha generado diversas reacciones entre la población peruana. Una encuesta de Ipsos Perú para Perú21 reveló que el 21% de los encuestados apoya la liquidación de la empresa en caso de bancarrota, especialmente en los niveles socioeconómicos más bajos (NSE E y D). Otro 19% aboga por la venta de la Refinería de Talara a una empresa privada o extranjera. Estos datos reflejan la desconfianza generalizada en la capacidad de la empresa para superar su crisis sin cambios estructurales profundos.