Eficaces, talentosos y con un alto rendimiento. Un ‘fuera de serie’ es una joya para cualquier compañía. El problema surge cuando el líder no sabe gestionar su valía y adecuarla a la del resto de compañeros.
¿Alguna vez has trabajado codo con codo con un fuera de serie? O quizá seas tú la estrella que ha hecho sombra al resto de compañeros… De cualquier forma, compartir proyecto y equipo con alguien tan eficaz que suele contar con la plena confianza de los jefes no es tarea fácil; tampoco para el fuera de serie, que debe lidiar con envidias y alguna que otra zancadilla.
Este tipo de profesionales “suelen tener un talento extraordinario, pasión por lo que hacen y esfuerzo en la elaboración de su trabajo”, describe José Manuel Casado, socio fundador de 2C Consulting, para quien no hay otro camino para triunfar. Sin embargo, aunque éstos destaquen por sus méritos, a veces cuesta identificarlos, ya que “en muchas ocasiones pasan desapercibidos para la organización”.
Y para muestra un ilustrativo experimento: “El viernes 12 de enero de 2007, a las 07:51 de la mañana, hora punta en el metro de Washington, un joven ataviado con unos vaqueros, una camiseta de manga larga y una gorra entraba en la estación de L’Enfant Plaza, epicentro de la ciudad, sacó un violín y comenzó a interpretar piezas de Bach durante 43 minutos mientras miles de personas pasaban deprisa para dirigirse a sus trabajos sin hacer ningún caso a las mágicas notas musicales que salían del único Stradivarius de 1713 valorado en más de 3,5 millones de dólares. El violinista era Joshua Bell (Estados Unidos, 1967), uno de los mejores intérpretes del mundo”. Que los usuarios del metro no se fijaran en el talento del concertista solo demuestra que descubrir al fuera de serie no siempre es sencillo.
No obstante, si el jefe tiene la capacidad y el buen hacer suficientes sabrá distinguir a una estrella de un empleado del montón y, de paso, entenderá el tipo de funciones que debe asignar a ese colaborador. Para Genoveva Vera, coach y experta en liderazgo, motivar a estos fuera de serie pasa por “proponerles trabajos retadores, en los que haya cifras en juego; proyectos en los que la incertidumbre sea un factor a tener en cuenta y en los que se trabaje arriesgando; y tareas en las que haya que buscar apoyos y cooperación, dadas sus habilidades de persuasión”.
Los compañeros.
Los fuera de serie suelen ocupar posiciones innovadoras, “muchas veces incluso creadas a su medida”, sostiene Montse Ventosa, socia directora de Grow, lo que en la mayoría de las ocasiones puede despertar envidias. Ventosa advierte de que si no se gestiona como se debe, “los compañeros pueden reaccionar con recelo y miedo”. Algo que puede llevar a aislar al empleado estrella, avisa Genoveva Vera, quien, además, cree que “a determinados equipos les molesta mucho tener gente que brilla por su profesionalidad, porque deja en evidencia su mediocridad”.
En casos extremos en los que las organizaciones sufren de raquitismo y su capacidad de crecimiento es limitada, “los empleados mediocres pueden, de forma consciente o inconsciente, hacerle la vida imposible al fuera de serie”, asegura Montse Ventosa. No así en ambientes laborales sanos. Paco Muro, presidente ejecutivo de Otto Walter en España, considera “toda una inspiración y una garantía de ayuda permanente tener a un fuera de serie a nuestro lado.
Alguien que sabe, que puede y que no dudará en darte una solución. Una postura inteligente, pues sólo los tontos se quejan de tener a un crack trabajando junto a ellos, porque sienten que les hará quedar mal. A los tontos y a los torpes les gusta estar más con otros tontos”. Sin embargo, estos equipos ideales sólo existen si hay un liderazgo ideal. Si no es así, no sólo le harán la vida imposible al profesional destacado.
También es probable que muchos de sus compañeros quieran adueñarse de sus méritos. Estas actuaciones, tan humanas, pueden poner en jaque el buen funcionamiento de una empresa y obligar al fuera de serie a buscar nuevas expectativas laborales lejos de esa organización. Algo que, en el fondo, sólo pagará la compañía que perderá a alguien eficaz, rápido, con alto rendimiento y a quien se le puede confiar cualquier tipo de trabajo.
Genoveva Vera no cree que ningún responsable en su sano juicio se arriesgue a perder a un profesional fuera de serie, ya que “dan mucha tranquilidad, pues saben que se pueden dedicar a otras cosas sin estar pendientes de los resultados”.
Gestionar a los ‘fuera de serie’, un reto para el jefe.
Cuando alguien destaca en un equipo es casi inevitable que surjan envidias. La labor del jefe en este tipo de situaciones es clave para que la plantilla funcione como debe. Un buen líder “debe definir claramente las funciones de cada uno para evitar posibles interferencias o conflictos; establecer los objetivos de los profesionales; fomentar la cooperación entre sus colaboradores y no la competitividad.
En este sentido, es esencial que el jefe trabaje para generar un buen clima laboral valorando y reconociendo, además, el trabajo que hace bien cada uno”, aconseja Genoveva Vera, ‘coach’ y experta en liderazgo. Si cumple con estas obligaciones, un buen responsable sabrá distinguir a un ‘fuera de serie’ de otro que sólo vende humo.
José Manuel Casado, socio fundador de 2C Consulting, no sólo recomienda ejercer una exhaustiva labor de gestión para entender en qué es bueno ese profesional estrella para asignarle las funciones que más lo realicen. También señala lo importante que es “reflexionar con el equipo sobre lo fundamental de tener este tipo de personas para el éxito de todos; y reconocer los logros y esfuerzos del ‘fuera de serie’ mediante la compensación económica y el reconocimiento social ante los demás”.
Diario Expansión de España
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