En los últimos meses, el precio del cobre ha registrado un aumento significativo y en lo que va de mayo de 2024 se ubicó en un promedio de 445 cUS$/lb, el nivel más alto en dos años. El aumento del precio ha venido siendo impulsado por restricciones en la producción del metal por parte de minas claves en países como Chile, Perú, EE.UU., Polonia, Australia, China, entre otros; un contexto de bajos niveles de inventarios; una recuperación gradual de la demanda en China reflejado en una mayor actividad manufacturera; y, previsiones de una mayor demanda proveniente del proceso de transición energética hacia una economía verde.
Cabe mencionar que se prevé un escenario de déficit de oferta cuprífera para 2024, lo cual ayudará a que el precio se mantenga en niveles elevados en lo que resta del año.
De mantenerse los precios del cobre en niveles elevados, éste contribuirá de forma positiva en la actividad económica y en la mejora de los ingresos. Así, se estima que por cada 10 centavos (10 cUS$/lb) de aumento en el precio promedio anual del cobre, la actividad económica tiende a aumentar en 0,1 p.p. Este efecto estaría vinculado tanto al estímulo de las exportaciones como al impacto positivo en la inversión a través de la reactivación de proyectos de exploración y explotación minera, impulso a sectores complementarios a la minería, entre otros.
En esa misma línea, los ingresos fiscales también se verían favorecidos. Por ejemplo, se estima que de producirse un incremento de 10% en el precio del cobre -equivalente a un incremento de 40 centavos en el precio- el efecto anual del incremento en los ingresos fiscales sería en torno a 0,1% y 0,2% del PBI.
De mantenerse el precio del cobre en los niveles de mayo, el precio promedio del año se ubicaría en alrededor de 430 cUS$/lb. En este escenario, se configura una posición favorable que dinamizaría la economía, y también podría contribuir a aliviar parcialmente las presiones sobre la caja fiscal.