Tren Bioceánico

El puerto de Chancay, en Perú, está próximo a iniciar operaciones comerciales en noviembre de 2024. Aunque se considera un componente clave de la infraestructura del país, aún no existen planes concretos para su integración vial en las cadenas logísticas. Una solución que ha cobrado relevancia es el proyecto del Tren Bioceánico, que conectará Bolivia y Brasil y podría ser la clave para desbloquear el potencial del puerto de Chancay.

Gonzalo Ríos Polastri, gerente general adjunto de Cosco Shipping, la empresa responsable del megaproyecto del puerto de Chancay, ha destacado la coherencia del puerto con seis proyectos de infraestructura clave en la cartera del Estado. No obstante, Carlos Estremadoyro, exministro de Transportes y Comunicaciones, sugiere que, para consolidar al puerto de Chancay como un hub regional, se necesita establecer conexiones con los socios de América Latina. En este contexto, una conexión con el Tren Bioceánico podría facilitar el intercambio eficiente de mercancías.

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El antecedente de este proyecto se remonta a 2013, cuando el expresidente de Bolivia, Evo Morales, exploró la posibilidad de construir un ferrocarril que vinculara los océanos Atlántico y Pacífico. En 2023, los presidentes de Bolivia y Brasil acordaron reactivar el Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración, una iniciativa que promete reducir costos y tiempos en el transporte de carga internacional.

Carlos Estremadoyro destaca que Brasil ya cuenta con una red ferroviaria consolidada, solo le falta un tramo hasta la Hidrovía Paraguay-Paraná para lograr la interconexión. Bolivia, por su parte, ha incluido en su Plan de Desarrollo Económico y Social todas las obras necesarias para unir el ramal ferroviario oriental con el occidental. En cambio, Perú se encuentra en la fase inicial de planificación y desarrollo para integrarse al proyecto.

Diversas alternativas se han planteado en años anteriores, como aprovechar los fosfatos de Bayóvar en Piura, utilizando la carretera IIRSA Norte y un ferrocarril que se conectaría a la selva. Sin embargo, los costos estimados para esta opción eran prohibitivos. Otra propuesta, respaldada por Bolivia, proponía que el Tren Bioceánico recorriera el centro de Sudamérica, incluyendo a Paraguay, Brasil, Argentina, con posibles terminales en Ilo (Moquegua) o Punta Corío (Arequipa).

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La nueva opción que cobra fuerza es conectar el Tren Bioceánico con el puerto de Chancay. Este puerto se considera estratégico por ser la puerta de entrada a Asia, ya que todas las cargas de Sudamérica y parte de Centroamérica podrían realizar cabotaje hasta Perú, tomando una ruta directa desde Chancay hasta Shanghái. La propuesta incluye descender por Chancay, seguir por la Vía Periurbana de Lima (una nueva autopista que uniría los distritos de Ancón y Pucusana), ingresar al ferrocarril central y conectarse a la selva y Brasil.

Aunque el Tren Bioceánico se vislumbra como un proyecto atractivo, algunos expertos señalan la falta de estudios de preinversión y de inclusión en la programación multianual del Gobierno. Camilo Carrillo, de EY Perú, sugiere que el enfoque debería dirigirse a proyectos con avances tangibles, como la ampliación de la vía Panamericana y del Antepuerto del Callao, así como la ejecución de proyectos prioritarios como las líneas 3 y 4 del metro de Lima y el potencial tren Barranca-Lima-Ica.

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A medida que el puerto de Chancay se prepara para iniciar operaciones, la integración con el Tren Bioceánico podría ser un paso significativo para potenciar el comercio y la conectividad en la región, impulsando el desarrollo económico y la eficiencia logística. La interconexión de estos proyectos clave podría marcar un hito en la infraestructura de transporte y consolidar a Perú como un actor estratégico en el comercio internacional.