dinero-felicidad

Se estima que hasta el 40% del dinero de los ricos no ha sido invertido y está guardado en depósitos.

Ya sea por una sabia precaución o un seguimiento deficiente, los más ricos del mundo han mantenido enormes cantidades de dinero en inversiones en efectivo que no ofrecen retornos en momentos de un auge de los precios de los activos financieros.

Esta insistencia puede, contra lo que se pensaría, haber prolongado el empuje de esos mismos activos en el proceso, ayudando a aumentar el ya extraordinario patrimonio de los más ricos.

El comportamiento del consumo y el ahorro de los llamados “plutonomistas” ha estado bajo un mayor escrutinio y ha tenido más influencia en la economía y los mercados, en medio de un debate cada vez más álgido por un aumento de la desigualdad, reforzado este año por un libro súper ventas del economista francés Thomas Piketty sobre una brecha creciente.

El clamor político por una redistribución a través de mayores impuestos a los ingresos por activos, rentas, regalos o herencias podría crecer. No obstante, pocos esperan que haya cambios a la tendencia de crecimiento del patrimonio del 1% de los hogares más ricos o del 0,1%, los llamados “individuos con alto poder de inversión”.

Mientras el mercado bursátil se empinaba a máximos históricos, con una subida del índice mundial de acciones de MSCI de casi un 30% en 18 meses, asesores de inversión estiman que hasta el 40% del dinero de los ricos no ha sido invertido y está guardado en depósitos.

Ver también:  Nuevo impulso para el Lote 192: New Stratus Energy como socio estratégico

Cuando comenzó la más reciente racha alcista a comienzos del año pasado, una encuesta de CapGemini y RBC Wealth Management calculó que el promedio de patrimonio en efectivo y depósitos de los inversores globales era de casi un 28%, más del 26% que tienen en acciones o el 20% en bienes raíces.

Al definir a los 12 millones de ahorradores más ricos como aquellos que disponen de US$1 millón de activos para inversión -excluyendo su residencia y sus colecciones-, la fuerte inclinación por el efectivo en el sondeo puede simplemente reflejar una preferencia por disponer de sus grandes recursos en lugar de arriesgarlos en mercados volátiles.

Y, de seguro, el retorno del otro 70% de sus inversiones debe ser suficientemente bueno.

Los ricos siempre han preferido mantener una gran cantidad de efectivo. Los activos líquidos se prefieren para proteger el patrimonio, favorecer su movilidad y así evitar impuestos y para distribuir herencias y regalos.

Aún así, los niveles de efectivo que muestra el sondeo más que duplican los de 2006-2007, los años del boom inversor antes de la crisis financiera.

La cautela es aún más impresionante considerando que con tasas de interés cercanas a cero los depósitos pierden dinero si se toma en cuenta la inflación y que la volatilidad de los mercados está en mínimos de varios años.

Y hay aún más. Otros sondeos y evidencia anecdótica sugieren que el patrimonio en efectivo sigue siendo alto o incluso ha crecido en el último año.

Ver también:  Darío Zegarra: “La minería es una oportunidad para atraer un shock de inversión privada al Perú”

Un sondeo a más de 4.000 inversores ricos, con más de US$200.000 a su disposición, realizado al comienzo del año por el gestor de inversiones Legg Mason mostró que el 26,5% de los dineros estaban en efectivo.

Según una estimación de Wells Fargo, sus clientes más ricos tienen hasta un 40% de su inversión en efectivo.

Brian Jacobsen, estratega de Wells Fargo Asset Management, dice que los mercados bursátiles subieron con tal velocidad tras la crisis que cuando los inversores comenzaron a sentirse tranquilos como para volver, el valor de las acciones y los bonos estaban en niveles que consideraban insostenibles.

Las jubilaciones y otras consideraciones demográficas contribuyen a la cautela.

“No sabes la de veces que he ido a eventos donde las personas dicen que van a tomar posiciones cuando haya una corrección de un 10%”, dice Jacobsen. “Pero bien pueden estar esperando a Godot”.

PIKETTY Y LOS PLUTONOMISTAS
El libro de Piketty ve una desigualdad creciente y brechas patrimoniales porque el retorno de los activos supera al crecimiento económico en tal medida que la proporción de capital privado sobre renta nacional subirá para 2030 a un 500% -similar al máximo alcanzado en 1910- desde el cerca del 440% actual.

En la medida en que la inflación de los activos ha sido alentada por las políticas de dinero fácil diseñadas para estabilizar la economía tras la crisis financiera, los bancos centrales pueden encontrarse en medio del frente de batalla acusados de haber alentado la desigualdad en su intento por estimular la creación de empleos.

Ver también:  Darío Zegarra: “La minería es una oportunidad para atraer un shock de inversión privada al Perú”

La conducta de acumulación compulsiva de efectivo de los más ricos tiende a arruinar ese argumento, pero pueden haber consecuencias de más largo alcance.

Por una parte, un arranque impulsivo de los inversores ricos hacia los mercados en esta coyuntura podría crear el tipo de burbujas a las que los bancos centrales y ellos mismos tiene temor.

Actualmente, el 0,1% más opulento de Estados Unidos posee cerca de un 23% de la riqueza, o tanto como el 90% que está más abajo.

Según cifras del Departamento de Trabajo, el 20% de más ricos tienen ingresos promedio antes de impuestos equivalentes a la suma de los otros cuatro quintiles, y gastos promedio equivalentes al de los tres quintiles más bajos.

El estratega de Bank of America Merrill Lynch Ajay Kapur acuñó el término ‘plutonomía’ en 2005, cuando estaba en Citigroup, para describir a economías dominadas por una pequeña corte de súper ricos.

Kapur se da cuenta del profundo efecto que tendría para la economía mundial un relajamiento de la cautela de los plutonomistas tras la crisis.

“Si los plutonomistas superan el trauma de la crisis financiera global y se sienten cómodos con su mayor riqueza gracias a la inflación de activos impulsada por los estímulos, y reducen su tasa de ahorro, que se duplicó a un 38,2 por ciento tras (…) 2008, el déficit de cuenta corriente de Estados Unidos podría comenzar a aumentar de nuevo. Algo muy positivo para los mercado emergentes”.

El Comercio