¿Cuál es la base de las relaciones entre empresas y comunidades?
El diálogo es imprescindible, es la mejor forma de vincularse con los demás. Pero requiere calidad adecuada, con mensajes comprensibles y que interese a la gente, además debe considerar que el mensaje puede ser apreciado o rechazado en función del momento en que se trasmita.
Cuando no hay conflictos, los mensajes son mejor escuchados y entendidos por los grupos de interés que durante las controversias y paralizaciones. Brindar mensajes en tiempos de paz, ayuda a blindarse para la guerra.
¿Los mensajes deben segmentarse?
Sí, hay que saber a quién quieres llegar y persuadir. Con frecuencia uno no termina dialogando con los directamente impactados -como son las comunidades-, sino con los que más reclaman, que son otros grupos de interés, que pueden ser de la zona o de una organización, red o colectivo de fuera.
También están los afectados directos, ya sea por el polvo, ruido y alteraciones del entorno. A ellos hay que compensarlos, mejorar sus condiciones de vida.
Otro segmento, es el de los preocupados, gente a la que la operación no la va afectar, pero quiere saber qué pasará con el agua, los servicios y los caminos. Ellos sólo requieren información. Por último tenemos la zona de influencia indirecta, que quieren saber de qué forma se beneficiarán en educación, emprendimiento, salud y otros servicios.
Se debe saber relacionarse con cada grupo. Al opositor hay que confrontarlo y hablarle acerca de cuáles son los problemas y encontrar soluciones.
¿Cómo las empresas pueden obtener la confianza de las comunidades?
Cuando uno habla con ellos y les pregunta ¿por qué te opones? responden que en realidad tienen un familiar a quien le gustaría ser parte de la operación, así que les pedimos que los traigan para calificarlos y capacitarlos. Hay cosas que si funcionan, y Perú sigue siendo una súper plaza de inversión minera porque las cosas funcionan.
El sector minero, petrolero y energético en los últimos años aprendió mucho, no solo en temas técnicos, sino en actitud, acerca de escuchar y de oír.
Cuando tienes un buen proyecto social pero el trato es vertical, distante y arrogante. La gente dice: “estos mineros trabajan bien, pero son unos sobrados”.
Por lo general en las zonas mineras existe poca presencia del Estado, y las empresas de cierta forma asuman ese rol. ¿Cómo lidiar con ello?
Eso está pasando. Una cosa es que esperemos que el Estado ocupe todo el terreno nacional, convenza a todos y después que venga la minería. ¿Lo hará? Es absolutamente utópico, no va a pasar. En realidad el Estado requiere competencias especiales para eso, pero ¿las tiene?
Si se quiere que el Estado maneje la Consulta Previa ¿Quién va a ir? ¿El equipo de la Consulta Previa está equipado? ¿Instrumentado? ¿Tiene competencia? ¿Tiene paciencia? o ¿Irá la División de Operaciones Especiales (DINOES) con sus armas? Creo que las compañías mineras han aprendido a generar su propio sistema de diálogo, haciendo que la Consulta Previa sea ya innecesaria.
¿Cree que con la creación del ministerio de Desarrollo e Inclusión Social se reducirán los conflictos sociales?
La clave para resolver los problemas es que las personas hagan día a día su trabajo. Varios ministerios y entidades del Estado tienen función social -educación, trabajo, salud- y la magia estará en cómo el nuevo ministerio logre que funcionen como un sistema y no como entes autónomos.
Perú bajó 19 puntos de pobreza en los últimos 6 ó 7 años. A esto hay que meterle más “punche” con la ayuda del ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, y del sector privado.
Hay que hacer que las cosas que caminen bien funcionen mejor y generen mayores impactos positivos, la línea final es saber en cuánto ha mejorado la calidad de vida de la población marginal