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El tema escogido para la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente este año es la contaminación del aire, pero… sabes ¿cuántas personas mueren al año por este motivo? ¿Quiénes son los más afectados? ¿Qué podemos hacer para prevenirla?.
La contaminación del aire se encuentra entre las diez amenazas a la salud mundial en 2019, según la Organización Mundial de la Salud. Este año la polución es el tema central para crear conciencia en el Día Mundial del Medio Ambiente. La contaminación del aire tiene un impacto doble tanto en la salud de los seres vivos como en el cambio climático mediante las emisiones de carbono.
- – Los más vulnerables, lo más afectados
El aire nos amenaza a todos. El 90 % de los habitantes del planeta respira aire contaminado. Pero los más pobres y marginados se llevan la peor parte, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud.
Alrededor de siete millones de personas mueren por la exposición a partículas de aire contaminado que penetran profundamente en los pulmones y en el sistema cardiovascular, causando enfermedades como la apoplejía, el cáncer pulmonar y otras infecciones y dolencias pulmonares y cardiacas. Pero más del 90 % de las muertes relacionadas con la mala calidad del aire ocurre en países de ingresos bajos y medios en regiones como el Mediterráneo oriental, Europa y las Américas.
- – Limpiemos el aire para reducir en dos tercios las muertes por contaminación en el 2030
Nadie escapa a la amenaza que representa el aire contaminado, “desde el vientre materno hasta la tumba”, advertió el director general de la Organización Mundial de la Salud al inaugurar en octubre con motivo de la Primera Conferencia Mundial sobre Contaminación del Aire y Salud.
El doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, delineó una serie de estrategias para conseguir esta meta, pero manifestó la necesidad de reunir un compromiso político para lograrlo.
“Nuestro sueño es un mundo libre de contaminación atmosférica. Para lograrlo, necesitamos establecer una meta ambiciosa como la de reducir el número de muertes en dos tercios para el año 2030”, anheló Tedros.
- – Garantizar el derecho a un aire limpio
No garantizar un aire limpio para los ciudadanos constituye una violación de los derechos a la vida, la salud y el bienestar, así como el derecho a vivir en un entorno saludable, ha asegurado un experto de la ONU en derechos humanos: “El aire limpio es un componente central del derecho a un ambiente saludable, junto con agua limpia y saneamiento adecuado, alimentos saludables y producidos de manera sostenible, un ambiente no tóxico, una biodiversidad saludable y un clima seguro”.
David Boyd, el relator especial sobre derechos humanos y el medio ambiente, insta a los Gobiernos a tomar medidas urgentes para mejorar la calidad del aire.
“Hay numerosas historias de éxito en cuanto a la reducción drástica de la contaminación del aire en todo el mundo”, añade el experto.
- – ¿Qué podemos hacer?
Además de la estrategia de la Organización Mundial de la Salud hay otras medidas que se pueden tomar y que tienen un doble impacto, ya que la contaminación del aire no puede desvincularse de las emisiones de carbono de los automóviles, la industria, los aviones, etc, que a su vez están interactuando con el cambio climático. Por eso la aproximación para reducir el carbono contribuirá a mejorar la calidad del aire.
Una forma de hacerlo es a través de la economía circular, que podría reducir hasta un 99% los desechos de algunos sectores industriales y un 99% de sus emisiones de gases de efecto invernadero, ayudando así a proteger el medio ambiente.
- – Transición a una economía verde
En una reciente visita a Oceanía, el Secretario General ha mostrado el camino para hacer la transición de una economía gris a una economía verde.
Entre otras medidas, António Guterres asegura explica que el cambio de modelo ecónomico tiene tres pasos:
Terminar con los subsidios para los combustibles fósiles y cambiar hacia energías renovables, vehículos eléctricos y prácticas climáticamente inteligentes
Poner impuestos al carbono que refleje el costo real de las emisiones
Acelerar el cierre plantas generadoras de electricidad basadas en la quema de carbón para 2020 y reemplazar los puestos de trabajo que quedarán vacantes con alternativas más saludables
6 – Y, además, los bosques y los océanos
Los bosques y los océanos forman el principal órgano respiratorio del planeta. Son de vital importancia para mantener la vida en la Tierra y desempeñan un papel importante en la lucha contra el cambio climático y limpiar nuestro aire.
Los océanos desempeñan una función esencial en la vida cotidiana, ya que son los mayores productores de oxígeno. Ayudan a regular el clima mundial y constituyen la fuente principal del agua que sustenta toda la vida en el planeta, desde los arrecifes de coral hasta las montañas cubiertas de nieve, pasando por las pluviselvas tropicales y los ríos caudalosos, e incluso los desiertos.
Además, los océanos actúan como un importante sumidero de dióxido de carbono, lo que reduce considerablemente los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera y esto beneficia a toda la humanidad.
Sin embargo, una reciente encuesta realizada a los líderes mundiales encontró que el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 14, que se refiere a “vida submarina”, es el último en su lista de prioridades.
Podría decirse que la protección y la mejora de los bosques del mundo es una de las formas más rentables de luchar contra el calentamiento global: actúan como sumideros de carbono al absorber aproximadamente 2000 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año. La gestión forestal sostenible ayuda a mitigar el impacto de este fenómeno y adaptarse a él.
En la última sesión del Foro de las Naciones Unidas sobre los Bosques se observó que si cumplen en su totalidad las medidas previstas, los árboles podrían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en alrededor de 15 gigatoneladas de CO2 al año para 2050, lo que podría ser suficiente para limitar el calentamiento por debajo de los 2° C, el objetivo establecido por la comunidad internacional en 2015. Hoy en día, los combustibles fósiles emiten 36 gigatoneladas cada año.