Después de dos años de negociaciones, Shell anunció ayer que vendió sus activos de refinación y comercialización en la Argentina por US$950 millones. Eso incluye su destilería en Dock Sud y su red de estaciones de servicio, pero no la participación en la búsqueda y producción de petróleo y gas en el país, donde la empresa tiene la mirada puesta en Vaca Muerta.
La petrolera dijo que firmó un acuerdo para desprenderse del denominado downstream petrolero a favor de la empresa Raízen. Es un adiós parcial, dado que la firma anglo-holandesa, que tiene más de 100 años de actividad en el país, es dueña del 50% de la sociedad que controla a su actual compradora.
“Esta operación incluye la Refinería de Buenos Aires, aproximadamente 645 estaciones de servicio, LPG, los negocios de combustibles marítimos, combustibles de aviación, asfaltos, químicos y lubricantes, así como las actividades de suministro y distribución en el país”, indicó Shell en un comunicado de prensa.
Según la compañía, el vínculo con Raízen, empresa de origen brasileño, continuará a través de diversos “acuerdos comerciales por un valor estimado de US$300 millones”.
“Nuestro plan es continuar prosperando en el mercado argentino del downstream a través de Raízen”, sostuvo el director Global de Shell Downstream, John Abbott. Y agregó: “Raízen nos ha generado un gran valor en Brasil y, bajo este acuerdo, seguiremos siendo un importante proveedor de combustible para la Argentina”.
Shell resaltó que Raízen “es una empresa líder en producción de azúcar, etanol y bioenergía en Brasil”. “Está presente [en se país] en 68 aeropuertos, en 68 terminales de distribución de combustible, y vende aproximadamente 25.000 millones de litros de combustible para la industria del transporte y el segmento retail. El volumen de negocios actual de la empresa es de US$24.000 millones por año”, informó Shell en el comunicado.
En 2014, Shell cumplió el centenario de su llegada a la Argentina. En ese lapso logró quedarse con la crema del mercado de combustibles. Suele tener los precios más altos, pero sus clientes consideran que tiene productos de una calidad superior a los de sus competidoras.
Hace dos años, la empresa puso en marcha un proceso para vender activos que le permitieran digerir compras millonarias que hizo en el último tiempo a nivel global. De hecho, comunicó que tenía previsto vender activos en el mundo por US$30.000 millones para reducir su deuda, algo que la condujo a vender sus negocios en Brasil y en Chile.
Casi se la queda Chávez
No comprarle a Shell “ni una lata de aceite”. Eso pidió el expresidente Néstor Kirchner en 2005, en medio de una embestida contra la petrolera por su decisión de aumentar 4,2% la nafta y el gasoil. Mientras tanto, uno de sus socios de la Patria Grande, Hugo Chávez, llegaba a la Argentina para inaugurar dos estaciones de servicio Enarsa-Pdvsa.
Detrás de ese desembarco se escondía una fuerte operación de presión sobre Shell para forzar su venta y poder pintar con la nueva marca todas las estaciones de servicio de la empresa anglo-holandesa. Pero el plan fracasó.
El entonces presidente de Shell -hoy ministro de Energía, Juan José Aranguren- no sucumbió ante la presión y prefirió soportar 94 multas y 54 denuncias en su contra.
Fuente: La Nación