Carlos-Cabanillas

En lo personal, la principal satisfacción es ver cómo este programa le cambia la vida a la gente, pero no sólo por el lado material, cuando uno ve a las personas con productos que antes no tenían. Sino por su cambio de actitud.

En entrevista con ProActivo, el gerente de Asuntos Corporativos Barrick Perú, Carlos Cabanillas, destaca los alcances que encierra el Programa Sierra Productiva como instrumento efectivo para combatir la extrema pobreza en el país. Pone como ejemplo el proyecto alusivo que su corporación apoyó en la comunidad de Cahuide, de la provincia de Santiago de Chuco, región La Libertad, y que ha tenido un rotundo éxito.

¿Qué lograron con elprograma Sierra Productiva apoyado por Barrick en la comunidad de Cahuide, en Santiago de Chuco?

Estuvo enfocado en dos propósitos principales: Uno, contribuir a que Cahuide, una de las comunidades más necesitadas de Santiago de Chuco pudiera superar su situación de pobreza extrema mediante un programa integral de desarrollo. Dos, demostrar a las autoridades que es posible invertir los recursos del canon en iniciativas que generen progreso y bienestar para las comunidades, y no sólo en obras de cemento.
Asimismo que es vital la orientación técnica para mejorar los patrones productivos y la productividad de las actividades tradicionales propias de las comunidades, como la agricultura, para ayudar a superar el estado de subdesarrollo.

¿Qué satisfacciones le ha deparado esa experiencia?

Concretar los dos propósitos señalados y lograr que las autoridades municipales de Santiago de Chuco apuesten por ese programa e inviertan en el mismo más recursos del Fondo Social que tienen. Ya hay como quince caseríos de la zona que avanzan con su aplicación.
En lo personal, la principal satisfacción es ver cómo Sierra Productiva le cambia la vida a la gente, por su nueva actitud. Antes vivían sin esperanzas en el futuro, sin confiar en una vida mejor para sus familias, y hoy se sienten dueños de su destino, y que es posible con esfuerzo propio y algo de ayuda, superar la extrema pobreza.
Asimismo, constatar que las mujeres se incorporan al proceso productivo con un papel mucho más activo que antes, lo cual es un factor de igualdad de género; y que gracias a la ayuda de la tecnología la actividad agrícola se vuelve más sencilla, y les deja tiempo para aprender otras cosas y atender a sus niños.
Ahora puede verse en esa comunidad y puedes ver una sonrisa en la gente, una actitud de optimismo, de confianza en su propia capacidad. Eso es algo que no tiene precio.

¿El proyecto de Cahuide se podrá mantener en el tiempo?

Todo el tiempo que la comunidad quiera, dependerá de ellos mismos. Si cuido mi fitotoldo, puedo tener más producción y vender parte de ella, no una gran cantidad, pero tengo para comprar más semillas para mi siguiente cosecha, mi siguiente temporada de siembra. Saben también que el sistema de riego requiere un buen mantenimiento, que cada cierto tiempo hay que cambiar algunos detalles, como los aspersores. Creo que así lo van hacer.

¿Qué hacer para que ese programa llegue a más zonas pobres del país?

Que todas las autoridades y el gobierno lo apliquen; es difícil de entender que un programa con más de diez años de existencia, y que comenzó en el Cusco sólo se haya replicado en algunos otros sitios como Huancavelica, donde nos nutrimos de esa experiencia y la llevamos a Santiago de Chuco, en donde hoy dirigentes y mineros destacados apoyan el programa con la implementación de tecnologías.

¿Se puede replicar en las zonas alto andinas que sufren las heladas?

Puede ayudar en cómo se pueden usar las cocinas mejoradas para mantener el agua caliente y mejorar la temperatura del hogar, pero no es un programa diseñado específicamente para esas zonas.
Ahí tendría que hacerse algo distinto, por ejemplo, la crianza semi establada del ganado ayudaría más. Porque el ganado en las zonas alto andinas se cría a campo abierto, con pastoreo nómade, y si cae una nevada coge y daña a los animales. Pero si tienes un establo, que es muy sencillo hacer, tendrás espacio para guardar pasto, hacer heno y poder alimentar el ganado y protegerlo.

También podrá recoger el estiércol que se usa para el biodigestor y producir el biogás; entonces la crianza semiestablada del ganado tiene varias ventajas que ayudaría mucho a esas comunidades para protegerse de las heladas.
Pero tendrían que sembrar pastos mejorados en una parcela y hacer dos o tres cortes, una parte para dar de comer a los animales y otra almacenarla en el establo, para usarlo en la temporada seca cuando no hay alimento.
En el Cusco hay un proyecto de este tipo en pleno desarrollo, que beneficia a cerca de mil cien personas, unas doscientas familias. Es un programa integrador, participa toda la familia y los niños mayores encargarse, por ejemplo, del módulo de cuyes, cuya crianza aprenden de sus padres.

¿Qué cualidades debe tener un líder comunero para fomentar programas como Sierra Productiva?

Principalmente una gran preocupación por el bienestar de su comunidad y haber demostrado disciplina en la aplicación de esas tecnologías en su propia chacra. Y que ese conocimiento adquirido tiene que saber transmitirlo de manera didáctica a moradores de otras comunidades, para apoyar la implementación de este programa.
Cuando en una comunidad los campesinos escuchan, no de la boca de un ingeniero sino de uno de los suyos, cómo se implementa la tecnología de riego, cómo se hace la producción del campo y cómo se construye un biodigestor, sienten que “si él pudo, yo también puedo hacerlo”.
No es lo mismo cuando es un ingeniero el que explica, ahí la gente se siente algo intimidada, piensa que él puede hacerlo porque es ingeniero y “yo no lo soy”. Hay que pensar que la mayor parte de los campesinos tienen sólo estudios de primaria, y muchas veces incompleta.