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Por: Pedro Gamio, exviceministro de Energía y Profesor Universitario 

Con la pandemia se ha evidenciado la urgencia de mejoras institucionales y de gestión. Hay la mayor pérdida de vidas de nuestra historia republicana, pérdida de trabajos, crisis sanitaria y económica. Además, vivimos una crisis energética global, que puede llevar el barril de petróleo a 100 dólares, China sufre un racionamiento energético y dificultades que afectan en cadena al mundo entero. Podemos lograr un escudo de defensa de las familias, cautelar el bienestar básico, al mismo tiempo defender el sistema productivo y la credibilidad de nuestra economía. Hay que rescatar la economía familiar con servicios cada vez más eficientes y económicos. El gas natural ayuda mucho al presupuesto familiar. Tenemos el Lote 88 con precios regulados del gas metano para el consumo interno, muy por debajo de los precios internacionales. En los hogares se ahorra más de la mitad del precio por usar gas natural en lugar del balón de GLP. En el transporte, el mayor uso de un combustible más barato y limpio como el gas natural puede mitigar la necesidad del uso de subsidios para la operación de un transporte menos caótico y que cumpla las normas de bioseguridad. Las familias que usan gas natural ahorran 70% respecto al consumo de electricidad.

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Más de un millón de hogares ya están conectados, llevando los beneficios del gas natural a más de 6′000,000 de peruanos. No podemos desaprovechar la ventaja nacional de contar con un combustible mucho más económico que el diésel, para diversificar la matriz en favor de nuestra gente. Necesitamos crecer, contaminando menos. En el caso del transporte, en lugar de subsidiar el diésel, manteniendo una flota vieja, vayamos a una renovación del parque vehicular, con vehículos menos contaminantes. Lima es la segunda ciudad más contaminada de América Latina, impactando directamente en la salud de las personas. El combustible más usado en el Perú es el diésel. Según el Balance Nacional de Energía, las mayores emisiones se presentan en el diésel utilizado principalmente por buses y camiones. La contaminación ambiental en Lima es generada en un 70% por la polución del parque vehicular obsoleto y el uso excesivo de diésel. Uno de los combustibles mayoritariamente importados y más contaminantes. El gas natural emite respecto al diésel hasta 99% menos de material particulado y 30% menos de CO2.

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Es hora de sacar adelante nuestra Transición Energética eficiente, una combinación de gas natural en hogares, transporte e industria y más energías renovables alternativas en el mercado eléctrico, hacia un crecimiento sostenible con menores emisiones de GEI y menor contaminación. Podemos lograr 200,000 conexiones domiciliarias por año, un barco metanero que abastezca nuestros principales puertos. Más bono del chatarreo, financiamiento de unidades nuevas con las tasas más competitivas, grifos a GNV en toda la carretera Panamericana. Buses y camiones con gas natural licuefactado para largas distancias, entre otras medidas. La crisis es una brillante oportunidad para ampliar el radio de acción, mejorar la calidad de vida de los peruanos y no retroceder en lo avanzado.

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Un tema crítico es la capacidad de invertir los beneficios de Camisea. Se dice que el Estado no participa de manera significativa. Sin embargo, lo cierto es que el Estado recibe el 65% de los ingresos de Camisea en el Lote 88, a través de impuestos, canon y regalías. El problema real es que el Estado no aprovecha estos recursos como corresponde, los cuales al 2019 sumaron S/. 40,000 millones. Sólo el Cuzco ha recibido más de 20,000 millones de soles hasta ese año, más de un millón de dólares diarios. Sin embargo, sólo el 20% de las obras han terminado satisfactoriamente: actualmente existen 666 proyectos financiados o cofinanciados por Camisea que están paralizados (Infobras), una buena parte por casos de corrupción. Podemos concluir entonces que el problema es el deficiente aprovechamiento de los recursos por parte del Estado.

Fuente: Gestión