El oleoducto, que tiene una extensión de 1.950 kilómetros, fue diseñado para transportar 830.000 barriles de petróleo diarios desde la provincia de Alberta, en Canadá, hasta Nebraska, donde se conectaría con sistemas de refinerías en Texas. Sin embargo, el proyecto ha enfrentado una fuerte oposición de grupos ambientalistas e indígenas, quienes argumentan que representa un riesgo para el medio ambiente y las comunidades locales.
Antecedentes del proyecto Keystone XL
El oleoducto Keystone XL fue propuesto inicialmente en 2008 por la empresa TC Energy. El objetivo era aumentar la capacidad de transporte de petróleo desde Canadá hacia Estados Unidos, reduciendo la dependencia de este último de proveedores de petróleo en regiones inestables. Durante su presidencia, Trump otorgó permisos para la construcción del oleoducto, argumentando que fortalecería la seguridad energética de EE.UU. y generaría empleos.
Sin embargo, en enero de 2021, el presidente Joe Biden revocó el permiso para la construcción del oleoducto, citando preocupaciones ambientales y el compromiso de su administración con la lucha contra el cambio climático. Esta decisión fue celebrada por ambientalistas, pero criticada por sectores de la industria energética y políticos republicanos, quienes argumentaron que perjudicaría la economía y la seguridad energética del país.
La postura de Trump y TC Energy
En su publicación en Truth Social, Trump calificó la cancelación del proyecto como un acto de “incompetencia” por parte de la administración Biden. Además, destacó que el oleoducto permitiría a Estados Unidos reducir su dependencia del petróleo proveniente de países rivales, como Venezuela y Medio Oriente, y fortalecería las relaciones comerciales con Canadá.
Por su parte, TC Energy ha defendido el proyecto, argumentando que el petróleo canadiense es una fuente confiable y amigable para Estados Unidos. La empresa también ha señalado que el oleoducto generaría miles de empleos y contribuiría al crecimiento económico de ambas naciones. Sin embargo, los críticos del proyecto sostienen que los beneficios económicos no justifican los riesgos ambientales y sociales asociados.
Oposición ambiental e indígena
El oleoducto Keystone XL ha sido objeto de protestas por parte de grupos ambientalistas e indígenas desde su concepción. Estos grupos argumentan que la construcción y operación del oleoducto podrían contaminar fuentes de agua, afectar ecosistemas sensibles y violar los derechos de las comunidades indígenas cuyas tierras atraviesa el proyecto.
En 2021, cuando Biden canceló el proyecto, organizaciones como Greenpeace y el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NRDC) celebraron la decisión como una victoria para el medio ambiente y las comunidades afectadas. Sin embargo, con el llamado de Trump a retomar el proyecto, es probable que estas organizaciones vuelvan a movilizarse en contra.
Implicaciones políticas y económicas
El debate sobre el oleoducto Keystone XL no solo tiene implicaciones ambientales, sino también políticas y económicas. Por un lado, el proyecto podría fortalecer la relación comercial entre Estados Unidos y Canadá, especialmente en un momento en que ambos países buscan reducir su dependencia de proveedores externos de energía.
Por otro lado, la reactivación del proyecto podría generar tensiones entre el gobierno federal y los estados por los que pasa el oleoducto, así como con las comunidades indígenas y ambientalistas. Además, el tema podría convertirse en un punto de debate en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos, donde la política energética y ambiental será un tema central.