Valentín Ruiz, director de Tecnología y Nuevas Energías de Repsol.

Valentín Ruiz, director de Tecnología y Nuevas Energías de Repsol.

Las nuevas energías son una oportunidad para el creciente suministro mundial de energía y paralelamente reducir las emisiones de CO2. La bioenergía y las energías renovables, forman parte de nuevas inversiones, sostuvo Valentín Ruiz, director de Tecnología y Nuevas Energías de Repsol.

Ruiz agregó que si bien Repsol seguirá explotando más recursos fósiles, también abre puertas hacia el desarrollo de otras alternativas, como los biocombustibles, para hacer más eficiente el balance de las emisiones de CO2.

Refirió que una de las líneas estratégicas de la compañía que representa, se centra en la investigación sobre nuevas fuentes de energías que ofrezcan garantía de suministro energético seguro, menos intenso en emisiones y sostenible a largo plazo.

Añadió que identifican oportunidades, con la promoción de proyectos y con iniciativas de negocio en ámbitos como la bioenergía y las energías renovables.

Subrayó que el crecimiento de las energías renovables durante la última década fue casi el 30 por ciento anual, que consideró un valor muy atractivo para el negocio por lo que dedican más esfuerzos y recursos para hacer más competitiva las energías renovables con respecto a las convencionales.

Desarrollo de biocombustiles

Mencionó el caso de los cultivos energéticos, a través del cual se puede hacer una extracción primaria de productos, como aceites, líquidos e incluso convertir el almidón y azúcares obtenidos, en sustancias biocombustibles.

“Son alternativas que deben ser compatibles y complementarias; pueden dar oportunidades para obtener, de otra forma, biocombustibles”, acotó.

Consideró que para que un biocombustible sustituya con ventaja a un hidrocarburo fósil, debe tener un desarrollo sostenible mayor con relación al ciclo de vida considerado en Europa, donde se imponen más restricciones en el tema.
“Para que un hidrocarburo puede ser sustituido por un biocombustible, tiene que tener capacidad para reducir en 35 por ciento las emisiones”, manifestó.

Sin embargo, dijo que esa valla para el 2015, crecerá al 50 por ciento en la reducción de emisiones, y en el 2017 solo se admitirán biocombustibles de proyectos con reducción de emisiones de más del 65 por ciento.

Biocombustibles generan expectativa

Acotó que la perspectiva de demanda de biocombustible, según la Agencia Internacional de Energía, encierra una gran expectativa mundial.

“Hablamos de casi 100 millones de hectáreas (para cultivos) en el mundo, que representan el 7 por ciento de las tierras arables, por lo que la disponibilidad de tierras en el planeta no sería una limitación para producir cultivos hacia la introducción de los biocombustibles”, ilustró.

Afirmó que el cultivo energético para la sostenibilidad debe ser muy eficiente, y no utilizar tierras que pueden ser empleadas en otras alternativas de primer orden para la sociedad, como son los alimentos.

Las microalgas: otra opción

Añadió que con esta alternativa esperan buenos resultados, debido a que tienden acumular lípidos, aceites u otro tipo de materiales condensados, y tienen un rápido crecimiento frente a cultivos vegetales terrestres.

“El potencial de las microalgas, es del orden de 240.000 litros por hectárea al año. Es decir, unas 40 veces superior al caso del aceite de palma, que se usa en la industria biocombustible”, destacó, tras señalar que estos microorganismos impulsarán los denominados biocombustibles de segunda generación.

Avances en energía eólica

Ruiz precisó que desarrolla aerogeneradores de entre 5 o 10 megavatios como mínimo, con diámetros de pala que llegan hacia los 160 metros, y que se instalan en tierra y en sistemas en el mar.

“Tenemos el proyecto Widfloat, una turbina de 2 megavatios sustentado en una plataforma flotante triangular y cuyos vértices tiene claraboyas. El equilibrio de la turbina para evitar los balanceos en el mar se ejecuta por el impulso de unas bombas en las boyas; un sistema de control muy sofisticado”, remarcó.

Este aerogenerador de 2 megavatios opera en Portugal, cerca de 35 kilómetros de la costa, y a una profundidad de lámina de agua de entre 50 a 60 metros.

Conversión útil del CO2

En cuanto a las tecnologías asociadas a la captura y almacenamiento de CO2, estimó que la estrategia debe encaminarse a transformar el CO2 ya encapsulado, en materia prima de valor. “La apuesta que estamos haciendo es ¿cómo convertir el CO2 en una molécula útil?”, manifestó.

Precisó que Repsol aplica tecnologías de captura de CO2 para convertirlo en moléculas hidrocarbonadas o alcoholes mediante la reducción fotoquímica y de electro-reducción.

“Estamos tratando el CO2 no como un problema, sino como una oportunidad, como una materia prima accesible, económica, abundante y que la podemos volver al ciclo de los combustibles a través de procesos de transformación”, subrayó.

Dichas declaraciones las hizo Ruiz en el marco del XVI Congreso Peruanod e Geología y SEG 2012 Conference.