“Esa demanda al 2050 se va a duplicar a 50 millones de toneladas. Ahí está el atractivo y el tremendo potencial para que Perú desarrolle su portafolio de proyectos, ayude a descarbonizar la Tierra y a su vez desarrolle económicamente al país”, mencionó en una entrevista para la Agencia Andina.
Un mercado en crecimiento
Actualmente, el mundo consume 25 millones de toneladas de cobre anualmente. Chile lidera el mercado con una producción de 5 millones de toneladas, mientras que Perú ocupa el segundo lugar con 2.5 millones. Sin embargo, la demanda mundial de este metal rojo se proyecta en 50 millones de toneladas para 2050, impulsada por la transición energética y el auge de la electrificación.
Proyectos clave y su impacto económico
El portafolio de proyectos mineros en el Perú supera los 54,000 millones de dólares en inversión requerida, con el 70% enfocado en cobre. Estos proyectos no solo representan una oportunidad para incrementar la producción, sino también para garantizar estabilidad fiscal y desarrollo económico durante las próximas décadas.
Según Gobitz, alcanzar niveles de producción similares a los de Chile podría transformar significativamente la economía peruana, consolidando al país como un actor clave en el mercado global de minerales.
La transición energética como motor de desarrollo
La transición energética global, que busca reducir las emisiones de carbono e impulsar la electromovilidad, presenta nuevas oportunidades para Perú. Aunque el cobre es el protagonista principal de esta tendencia, otros metales como el zinc también tienen un papel importante. Perú, siendo uno de los mayores productores mundiales de zinc, puede aprovechar esta ventaja competitiva.
Gobitz destacó que, aunque el litio ha capturado la atención global, el cobre y el zinc ofrecen una oportunidad más inmediata y acorde a las capacidades y recursos del Perú.
Retos para aprovechar el potencial
A pesar del optimismo, el Perú enfrenta desafíos importantes para materializar su potencial. Entre ellos, se encuentran la necesidad de garantizar un entorno favorable para la inversión, promover la sostenibilidad ambiental y mantener la competitividad frente a otros países productores.
Gobitz subrayó la importancia de desarrollar políticas claras y estables que impulsen la inversión en minería, además de fomentar el diálogo entre el Estado, las empresas y las comunidades.