Ex alto comisionado de diálogo de la PCM afirma que hubo intereses políticos que bloquearon su trabajo en Tía María y Conga.
Cuando renunció a la oficina de diálogo de la PCM, en diciembre del 2014, la resolución que oficializó su salida no tuvo la protocolar frase con la que el gobierno agradece a sus funcionarios por sus servicios prestados a la nación. Ese detalle incrementó el rumor sobre desencuentros entre el que era jefe de la oficina que dirige las políticas de prevención de conflictos y la entonces primera ministra Ana Jara. Tras seis meses de silencio, Vladimiro Huaroc dice que hubo intereses políticos que bloquearon su trabajo en Tía María y en Conga, y lanza críticas a las nuevas estrategias para enfrentar la conflictividad social.
— Se especuló mucho sobre los motivos de su renuncia a la PCM. Se dijo que tomó la decisión por sus desacuerdos con Ana Jara. ¿Qué sucedió?
Me retiré después de dos años y medio convencido de que ya no había posibilidades de implementar más estrategias de diálogo y prevención para la conflictividad social; convencido de que en la gestión de Ana Jara había indiferencia para tratar estos temas, una pérdida de perspectiva en relación con lo delicado y complejo que puede ser un conflicto social.
— Lo que afirma es grave, sobre todo si recordamos que días antes de su renuncia murió una persona en Cusco por el conflicto de La Convención. ¿Dice que el mal manejo del conflicto fue culpa de Jara?
Fue culpa de la falta de lectura política en relación con los conflictos sociales. Es importante la prevención en la etapa de desarrollo del conflicto, y esa era nuestra tarea: conversar y canalizar sus demandas, pero las soluciones no dependían de nosotros sino de otros sectores y de decisiones políticas que asumía el primer ministro.
— ¿Tuvo oportunidad de conversarlo con ella en persona?
Pese a que el diálogo entre la ONDS y el primer ministro es fundamental, y debería ser diario y permanente, durante los cinco meses que estuve a cargo en su gestión no tuve oportunidad de explicarle a profundidad nuestro modelo de trabajo.
— ¿No quiso recibirlo?
Quizá no tuvo tiempo o probablemente tenía otras prioridades. Esto me desanimó muchísimo, me hizo pensar que no había condiciones ni el respaldo suficiente, y preferí retirarme. Lamentablemente, poco tiempo después empezó a desintegrarse la oficina.
El Comercio