En el marco de la responsabilidad social, las empresas mineras deben generar en las comunidades bajo su influencia el desarrollo de una economía alterna, y no una dependencia de empleos, para que cuando cierre una mina, esas poblaciones puedan subsistir sin mayores inconvenientes, sostuvo Richard Wells, presidente de The Lexington Group en conversación con ProActivo.
“Tomando como ejemplo a las mineras, es más importante crear una economía alterna entre las comunidades, para lo cual las contribuciones que hagan las empresas del ramo deben orientarse, por ejemplo, al desarrollo de productos orgánicos o de otra índole, y no crear una dependencia de empleo, porque la mina en 10 o 30 años va a desaparecer cuando se agote el recurso”, reflexionó
La minería no es para siempre
Con relación a la necesidad de implementar un marco regulatorio para que las grandes empresas absorban al consumidor local y a las pymes, como ocurre en el sector minero, donde está normado que cierto número de proveedores deben ser locales. Wells opinó que si bien no ha estudiado el tema, “no es aconsejable crear una dependencia de las grandes empresas”, sino optar por generar una economía alterna.
“Me preocupa mucho todo el tema del empleo local en las mineras, porque esta actividad no es para siempre, y cuando se acaba su ciclo y la gente sólo depende del empleo de la minera, la comunidad se convierte en un pueblo fantasma”, advirtió en declaraciones durante el XVII Simposio Internacional Empresa Moderna y Responsabilidad Social.
Atención a Pymes
En otro momento dijo que dentro de la responsabilidad social, las grandes empresas deben prestar cada vez mayor atención al desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, promoviendo su encadenamiento productivo para trabajar entre sí.
“Integrar las pymes es promover negocios inclusivos, cadenas de valor para las grandes empresas”, señaló.
Emprendimiento para innovación
Asimismo, Wells expresó la necesidad de intensificar el tema del emprendedurismo o emprendimiento, como una alternativa para generar innovación a través del concurso de jóvenes emprendedores para realizar, por citar un caso, cambios de recursos de una zona de bajo rendimiento a una de alta productividad.
En tal sentido, destacó las ponencias desarrolladas en el evento por la representante de SASE, y de Reintje van Haeringen, directora regional de América Latina de SNV, que se enfocaron en las pymes desde las perspectivas del desarrollo inclusivo.
Hay que darle herramientas de negocio
“En Perú y toda Latinoamérica, el empleo y la generación de valor en las comunidades marginadas viene de las pequeñas y medianas empresas, pero no hemos hecho el suficiente esfuerzo para trabajar con ellas, para formalizarlas, y darles las herramientas de negocio para asegurar que sean exitosas”, manifestó.
Indicó que a estas empresas hay que dotarlas de herramientas sencillas como la contabilidad, sistemas de trabajo y manejo de negocios; así como de mecanismos sofisticados como la identificación de nuevas oportunidades de negocio y de control de calidad.
“Dentro de todas las pymes hay múltiples oportunidades de futuros negocios o de mejora de los mismos”, recalcó.
Consideró que dentro de ese marco, es vital desterrar la informalidad, que es un riesgo para las empresas formales.
Es vital encadenamiento de Pymes
“En Perú y otros países de la región, es crucial lograr encadenamientos de las pymes para acabar con la informalidad”, afirmó.
Comentó que una razón que las grandes empresas esgrimen para no querer encadenarse con las pymes, pasa por el control de calidad y el de inventario y tiempos, así como por la desconfianza que tienen hacia ellas, de su falta de garantía en el cumplimiento de los pedidos.
Dole potenció negocio con pequeños agricultores
Sin embargo, Wells recordó que existen ejemplos contundentes de la confiabilidad que puede tener una pyme como socio de negocios de la gran empresa, como lo han demostrado proyectos impulsados por grupos como SNV, que impulsan notablemente este tema.
Mencionó que una muestra al respecto, es lo logrado en Piura por Dole, la principal exportadora de banano orgánico en Perú y principal comercializadora de frutas y hortalizas del mundo, que amplió su cadena de negocios en un 150% en 10 años, al aliarse con más de 1,500 pequeños agricultores de Sullana, a través de un Negocio Inclusivo que les rinde buenos frutos.
“Para aquello, es necesario que exista la voluntad de las grandes empresas y que reconozcan de que existen ventajas en trabajar con las pymes”, anotó.
Resaltó que cada vez más, la economía global está reconociendo la importancia de los productos locales, que son desarrolladas por las pymes y microempresas.