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El Cierre de Minas: una Medida para Prevenir y Controlar los Riesgos de la Actividad Minera.

La magnitud de los impactos operacionales, derivados de la actividad minera,  obliga a desarrollar una gestión que garantice de forma absoluta el cumplimiento incondicional de la legislación y los compromisos en materia ambiental y comunitaria. Por ello, la finalidad de la fase de cierre de minas es prevenir, minimizar y controlar los riesgos y efectos negativos que se puedan generar o continúen presentándose con posterioridad al término de las operaciones. De esta forma se contribuye a mejorar la imagen que se tiene sobre la industria.

“Muchas comunidades y sociedades tienen la percepción generalizada de  que las empresas mineras al llegar a un lugar específico solo realizan una excavación, obtienen el producto deseado, dejan un montón de residuos y se van”, señala el especialista de la Cámara Minera del Perú, Max Kobek Toledo, quien agrega: “Es contra esta visión que tenemos que luchar para que los proyectos mineros sean aceptados en todas las comunidades y esto lo vamos a lograr si se respeta el medio ambiente y las comunidades”.

En el caso del Perú, se encuentra entre los principales productores de zinc, cobre, plata, estaño y oro.  Cada una de estas actividades tiene procesos productivos distintos, utiliza los recursos e insumos de manera variada y genera diversos impactos ambientales. En este punto el desafío de la industria es resolver los pasivos ambientales de anteriores proyectos mineros, controlar regular y penalizar las actividades que contaminan más de lo permitido y garantizar que los nuevos trabajos respetarán los estándares social y ambientalmente aceptados a nivel internacional.

En el apartado internacional también se puede observar que  la importancia en la elaboración de estos planes está centrada en el respeto por el medio ambiente y la sociedad. En Australia la elaboración de un correcto plan de cierre de minas toma en cuenta la preservación de los  aspectos medioambientales como la seguridad paisajística, la protección de los recursos hídricos y el uso sostenible de la tierra tras el cese de las actividades, además, se centra en las cuestiones socioeconómicas como el apoyo para mejorar la calidad de vida de las comunidades próximas. Acá se resalta que los intereses de la sociedad deben de prevalecer sobre los empresariales, y que las compañías mineras deben de ayudar en el desarrollo sostenible de las poblaciones próximas a la zona de labor.

En el caso de España, desde 1982 el estado de ese país empezó a regular el cierre de minas, basándose en el Real Decreto del 15 de octubre de ese año, que estipulaba que debe existir una claro equilibrio entre la conservación del medio ambiente y la economía del estado. Entre las obligaciones de la entidad explotadora se menciona que está obligada a tomar las medidas necesarias para prevenir o reducir los efectos negativos sobre la salud del medio ambiente y de las personas, en la cual se incluyen las mejoras técnicas y el manejo de los residuos, incluso de forma posterior al cese total de las actividades.

Como ejemplo de la puesta en práctica de un plan de cierre de minas, podemos citar el caso del yacimiento Tintaya Antapaccay, que fue aprobado el 2009 y posteriormente modificado el 2011. La ejecución de este proyecto no implica una acción inmediata sino labores planificadas de largo plazo en las que participan ingenieros ambientales, químicos, de minas y agrónomos y comprende diversas etapas como: cierre progresivo, final y actividades post cierre. “Estamos comprometidos con rehabilitar las áreas utilizadas por las operaciones, resguardar la seguridad y salud de las personas, preservar el ambiente biológico, proteger los cursos y cuerpos de agua superficial y subterráneos, minimizar los efectos paisajísticos y atenuar los impactos socioeconómicos derivados”, declaró el ingeniero Hugo Virrueta, gerente de cierre y rehabilitación de Antapaccay.

Entre las principales acciones que se han desarrollado encontramos el cierre de los botaderos de desmonte, la rehabilitación de depósitos de relaves, revegetación (asegurando la sucesión de las especies vegetales y favoreciendo la reaparición de la biodiversidad característica del lugar), desinstalación de las plantas de procesamiento de óxidos y sulfuros. Hay que señalar que a partir del 2034 hasta el 2052 se realizarán las actividades del plan de cierre final y las de postcierre que consistirán en monitoreo por espacio de cinco años a más para verificar que los objetivos se lograron cumplir.

Por último, hay que indicar que un aspecto a tener en cuenta en el cierre de Tintaya es la participación de las comunidades, las cuales intervienen a través de los trabajos de reforestación, venta de semillas y alquiler de maquinaria, lo que ha significado una importante fuente de ingresos para la población local.  De esta forma se desarrolla el cierre de de una de las minas más importantes del país, que durante los últimos 27 años produjo cobre en la región Espinar (Cuzco.