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La Costa Verde es identificada como una zona de continuos derrumbes y caídas de rocas en cualquier época del año, esto ha perjudicado a transeúntes y quienes transitan en vehículos; esto originado por las características geológicas y acciones antrópicas de esta vía que conecta seis distritos de la costa de Lima al pie del acantilado, los especialistas la han categorizado como lugar de muy alta susceptibilidad y alto riesgo por movimientos en masa.

Considerando el contexto geológico, geomorfológico y climático, sobre todo la elevada sismicidad del territorio peruano y las lluvias excepcionales asociadas al evento El Niño, surge la necesidad de contar con mapas de peligrosidad a una escala apropiada (1:5000-1:1000) que permitan su aplicabilidad en los planes de prevención de desastres y planificación local.

En esta perspectiva, el Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (INGEMMET), como parte de su Programa Nacional de Riesgos Geológicos, desarrolló el estudio de los Peligros Geológicos en Lima Metropolitana y el Callao, identificando 102 zonas críticas entre la que resalta la Costa Verde.

Sandra Villacorta, especialista de la institución mencionó que en el 2015 el INGEMMET ha previsto desarrollar un estudio sobre la evolución geomorfológica del abanico de Lima, junto al IGME (Instituto Geológico y Minero de España), la UPM (Universidad Politécnica de Madrid) y con el auspicio de la APCV (Autoridad del Proyecto Costa Verde); dicho estudio permitirá esclarecer el origen de los acantilados y conocer su dinámica geológica a través del tiempo para prever como se desarrollarían los procesos geológicos en este importante sector de la capital.

Preliminarmente se ha concluido que los peligros geológicos en el área de los acantilados de la Costa Verde están relacionados con procesos gravitacionales (es decir asociados a la acción de la gravedad), además de litorales (por la influencia del mar), probablemente sumados a los procesos de tectónica andina. El acantilado de Lima es muy susceptible a los desprendimientos de rocas y derrumbes, tanto por la naturaleza de los depósitos no consolidados que lo conforman (gravas y canto rodado de diversos tamaños y litologías, en matriz arenosa y limosa por sectores) como por la elevada pendiente. Dichos procesos pueden desencadenarse como consecuencia de pequeñas vibraciones antrópicas (como el tránsito de vehículos), o por vibraciones naturales como los terremotos.

Entre las actividades antrópicas que contribuyen e incluso desencadenan movimientos en masa se pueden considerar: las excavaciones al pie del acantilado, que pueden realizarse para la construcción de edificios (viviendas, escuelas) o infraestructuras (puentes, carreteras) y la acumulación de escombreras o desmontes que añaden carga en la parte superior de los taludes, entre otros.