Isabelle Kocher, la líder del gigante energético global Engie, confía en que el giro estratégico que le ha dado a la empresa se sentirá pronto en su operación peruana

Isabelle Kocher tiene energía para darle la vuelta al mundo. Antes de llegar a Lima, estuvo en Indonesia, evaluando cómo las nuevas tecnologías de ‘microrredes’ pueden darle electricidad basada en fuentes renovables a Papúa, una de las 17 mil islas del archipiélago, a la que no llegan las carreteras.

Antes había estado en Medio Oriente, apreciando el potencial para reemplazar el aire acondicionado casa por casa por la climatización de distritos enteros, lo que puede bajar el consumo de electricidad hasta en 50%.

Y, en nuestra capital, hizo un alto entre las sesiones de planeamiento y las celebraciones por la entrada en operación de la primera central solar de Engie en el Perú para conversar con Día1.

¿Qué tendencias están marcando la industria global de la energía?

En primer lugar, veo un claro y profundo cambio en la mentalidad del sector hacia impulsar la energía ‘decarbonizada’. Es una tendencia que empezó en Europa y, al ser Engie un grupo de raíces europeas, basado en Francia, lo vivimos de cerca.

Los países europeos impulsaron el inicio de este cambio, con subsidios muy altos y un empuje que aceleró el desarrollo de las tecnologías de energías renovables necesarias para hacerlo. Es un cambio tectónico y que perdurará, pues estas tecnologías han alcanzado ahora un nivel de competitividad muy bueno.

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¿Y cómo se está desplegando este cambio fuera de Europa?

La mayor ambición en desarrollar energías renovables la vemos en países emergentes. Existe, por ejemplo, un gran apetito en África, donde el interés no solo es porque la energía es ‘decarbonizada’, sino también por otros propósitos, como la independencia energética.

La accesibilidad que han ganado las energías renovables marca un cambio radical en la estrategia energética de países que están creciendo mucho, pero que no tenían acceso a fuentes tradicionales. Son energías que tienen lo que en Engie llamamos las tres ‘D’: ‘decarbonizadas’, descentralizadas y digitalizadas.

¿Cuál ‘D’ es la más importante?

Siendo la primera crucial, en países emergentes las otras dos son igualmente importantes, porque implican que podemos desplegar los sistemas en áreas remotas mucho más rápidamente. Para llegar a este tipo de zonas, lo que se hacía antes era construir grandes líneas de transmisión y, luego, se construían las plantas. Funcionaba, pero no era veloz. Las nuevas tecnologías de energía, como la generación solar, el almacenamiento y la ‘smart grid’, se pueden desplegar todas en paralelo.

Acabo de regresar de Indonesia, un país que era un dolor de cabeza con las energías tradicionales. ¡Imagínatelo, 17.000 islas!

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¿Cómo puedes desplegar infraestructura para una geografía así?

En este caso, se están desarrollando ‘microrredes’, aprovechando los recursos locales para generación renovable, ya sea solar, eólica o geotermia, junto con el almacenamiento y la ‘smart grid’. Son soluciones que alcanzan un poblado o una región pequeña y que se pueden desplegar extremadamente rápido.

En Indonesia, conversamos con las autoridades locales para desplegar microrredes en Papúa, un área muy remota y difícil de acceder, pues no tiene siquiera carreteras. En ese sentido, el desarrollo de estas tecnologías 3D representa también un desarrollo y un desafío muy interesante para un país como el Perú.

¿La regulación está avanzando en el mundo a la par de la tecnología?

Depende de cada país, pero en todos vemos evolución. En el Perú, por ejemplo, existe algo muy bueno, que son las concesiones para sistemas solares en casas en zonas aisladas.

Una compañía que acabamos de adquirir está muy comprometida con ese nuevo negocio [la empresa ugandesa Fenix International, comprada en octubre del 2017].

Sin embargo, en el Perú no existe la regulación que sí se ha dado en otros países para impulsar que aquellos usuarios conectados a la red construyan sus propios sistemas locales de producción -por ejemplo, con paneles solares-, al darles opción de vender sus excedentes a la misma red. La industria minera está muy interesada en este despliegue. Es una regulación que todavía se está discutiendo aquí.

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¿Cuál es su visión sobre el futuro de las fuentes tradicionales de energía?

De cara al futuro, el mix será gas y renovables. Y cuando hablo de renovables, creo que, como regla, debemos desarrollar todas las tecnologías, pues lo que necesitas al final es energía que no solo sea ‘decarbonizada’ y barata, sino también que sea confiable.

Tenemos que satisfacer las necesidades de los usuarios y estas no necesariamente coinciden con el perfil de la producción renovable; por eso, es necesario tener un mix y, a ello, añadirle un pequeño componente de almacenamiento.

En nuestro grupo, hemos desarrollado la competencia de ser eficientes en todas las tecnologías renovables. Somos uno de los grandes jugadores en generación hidroeléctrica en el mundo, y tenemos dos plantas en este país. También nos hemos vuelto expertos en generación eólica, solar y geotermia. Indonesia es un país que tiene un potencial de geotermia enorme, por ejemplo. Y hemos desarrollado mucha capacidad solar en los últimos años.

Compramos una compañía [la francesa Solairedirect, en julio del 2015] para impulsar nuestras capacidades en generación solar y ahora somos reconocidos como uno de los jugadores con mayor credibilidad a nivel mundial.

Hemos participado exitosamente en licitaciones en México y el Perú, donde acabamos de poner en operación comercial la planta solar Intipampa [en Moquegua] la noche del 31 de marzo.

Fuente: El Comercio