Las maletas emocionales de los gerentes, por David Fischman

Contratar gerentes con maletas emocionales es costosísimo: pueden destruir la empresa o áreas de ella

fishman

Por David Fischman, conferencista internacional, director de Effectus Fischman Consultores, autor de “Las Siete Semillas“.
En los aeropuertos, nuestras maletas pasan por rayos X, algo similar deberían hacer las empresas con las maletas emocionales de sus líderes.

Los rayos X detectan a tiempo si alguien tiene en su maleta una bomba, pero en la empresa se contratan gerentes que tienen bombas de tiempo que pueden explotar y dañar la cultura, el clima y la efectividad corporativa. El equivalente al escáner de rayos X para los ejecutivos son las pruebas psicológicas proyectivas. En estas pruebas se le presentan imágenes al ejecutivo para que responda a ciertas preguntas. Él no sabe si está respondiendo bien o mal, pero está permitiendo dar una mirada profunda a su personalidad.

El costo de contratar gerentes con maletas emocionales es muy elevado, puede destruir empresas o áreas.

Por ejemplo, tuve la oportunidad de ser testigo de un caso de un gerente general, con maletas emocionales de narcisismo, como consecuencia de una niñez muy dura. Era una persona muy insegura, que albergaba tanto dolor interior y que había bloqueado todo contacto con sus propias emociones. Como consecuencia, era poco empático. Este gerente general se rodeaba de personas de bajo perfil profesional para evitar que le hagan sombra. Tomó decisiones que costaron millones de dólares. Destruyó la cultura, su opinión era la única acertada, no aceptaba consejos. Tenía favoritos, aquellos incondicionales que no lo cuestionaban, desmotivando a los demás. Finalmente, manipulaba y tenía agendas ocultas, lo que generaba un ambiente de falta de ética.

Este es solo un ejemplo, de decenas que conozco en empresas. Son pocos los ejecutivos que entienden la gravedad de tener una niñez problemática, pero la niñez nos marca toda la vida. Sin duda, uno puede mejorar, pero es un proceso que toma tiempo y la empresa no puede esperar.

El Comercio