Por: Rómulo Mucho

Desde hace unas décadas la minería peruana despier­ta pasiones, alegrías y a la vez preocupaciones. Como sabemos, se expone inevitable y cíclicamente a contex­tos internacionales desafiantes y exigentes. Al ser una industria de largo aliento también le permite sortear los ciclos positivos y negativos, aunque las medidas adoptadas para aprovechar los efectos positivos en la economía peruana nunca se han previsto porque la mi­nería nunca ha sido una política de Estado.

El panora­ma minero mundial sigue siendo sumamente dinámi­co, la demanda de minerales y metales está asegurado por dos razones simples; crece la población y crecen las necesidades. El crecimiento actual de la China es de 6.7%, cuando hace algunos años era superior al 10% y actualmente muestra una recuperación en su dina­mismo en el sector manufacturero y de construcción. Si bien es cierto, existe caída en el sector financiero, existe fundamentos como para pensar que el mundo va a crecer por encima del 3.5%, eso es también alentador para nuestra economía.

En los últimos dos años hemos sido testigos de la entrada en producción de dos grandes proyectos: Las Bambas y la expansión de Cerro Verde, sumado a otros proyectos medianos hemos llegado a batir nuevamen­te el récord de producción de cobre a 2.44 millones de toneladas finas en el 2017. En materia de inversiones del 2016 al 2017, en exploración aumentó de 366 millo­nes a 492 millones de dólares, un 34% de aumento, en minería, propiamente dicha, de 4252 millones a 4921 millones de dólares, un 16% de incremento que se ha traducido también en los ingresos debido a una escala­da positiva de los precios especialmente del cobre y del zinc. Nuestras exportaciones saltaron de 22,417 millo­nes a 27,745 millones de dólares, un 24% de incremento, lo que también repercute en un 61.8% de las exportacio­nes totales en el 2017.

Aún tenemos grandes esperanzas de seguir escalando con el desarrollo de nuevos proyectos y la expansión de algunos, esto aparece como un salvavidas para la economía peruana que muestra indicadores muy ne­gativos en el 2017, como la disminución de la inversión pública y privada muy por debajo de los ratios respec­to al PBI para mantener un crecimiento sostenido, con un déficit fiscal que llegó a -3.2% del PBI, la recaudación tributaría en su punto más bajo en décadas llegando a 12.9% del PBI; es decir, no hay gestión eficiente de la economía peruana.

Otra buena noticia en la minería peruana es la adju­dicación del proyecto Michiquillay de parte de Proin­versión a la empresa Southern Perú, este proyecto dinamizará la economía de la región Cajamarca que se encuentra en una recesión económica desde hace unos ocho años, también se expresa en la confianza de los inversionistas en seguir apostando por la minería. Lo que nos toca a nosotros es desarrollar una minería mo­derna con la mínima afectación al medio ambiente, la generación de bienestar y desarrollo en las comunida­des del entorno, siempre con una filosofía de que todos ganemos y así gane el Perú.

Fuente: Exitosa