Izquierda, derecha, urbano, rural, quizá nos dividen, pero, queramos o no, el medio ambiente nos une.

Izquierda, derecha, urbano, rural, quizá nos dividen, pero, queramos o no, el medio ambiente nos une.

Richard Webb
Director del Instituto del Perú de la USMP

La creación del Parque Nacional Sierra del Divisor podría ser un punto de quiebre para el Perú. Pese al término ‘divisor’, la iniciativa se presta a servir de instrumento unificador. Me explico.

Uno de los pocos tesoros de la naturaleza peruana que aún subsisten en estado casi virginal se encuentra en el bosque selvático del extremo oriental del país, cerca de la frontera con Brasil. Por ahí se ubica una minicordillera, con alturas ridículas (de 500 a 900 metros), que divide las cuencas del Ucayali peruano y del Yuruá de Brasil. Además, por su ubicación en plena Amazonía, multiplica la diversidad ambiental. Esa combinación de elementos naturales ha creado un arca de Noé de diversidad biológica, hogar de numerosas culturas y pueblos indígenas. Según el biólogo peruano Enrique Ortiz, es el lugar de mayor biodiversidad de la Amazonía y contiene una biomasa de carbón mayor que cualquier otro lugar en esa región.

La conservación de ese recurso es importante para el mundo y a nuestro país le ha tocado el privilegio de ser su guardián. Además, es vital para el Perú, por razones culturales y por su particular ecología que regula los ciclos de lluvia, críticos para nuestra seguridad alimentaria y para la frágil economía de los agricultores. Se ha propuesto entonces la creación del Parque Nacional Sierra del Divisor, que colindaría con el parque brasileño del otro lado de la frontera. La iniciativa ha sido aprobada por una comisión de viceministros en mayo de este año.

¿Por qué este parque podría ser un instrumento unificador? Mi tesis es que el Perú vive una absurda y malintencionada confusión acerca de la prioridad del medio ambiente y que el anuncio de creación de este parque tendría el efecto de quien levanta una bandera para reafirmar su compromiso.

La gran mayoría de la población se identifica con la preocupación ambiental. Quien recorre los pueblos de provincias se impresiona con la ubicuidad del tema, visible en pósteres, actividades y avisos educativos de las autoridades locales. También es generalizada la inquietud de los campesinos, casi todos convencidos de que el clima ya no es el mismo. El tema ambiental es casi sinónimo de la convivencia urbana, centrada en asuntos como la basura, el agua, el temor a la radiación de las antenas, el ruido y las restricciones de uso que los propios vecinos imponen para sus barrios. El ordenamiento territorial, usual en los distritos urbanos, se impone ahora en los distritos rurales.

La prioridad ambiental ha sido recogida en sus pronunciamientos por el Estado, en la creación de un ministerio y en una multiplicación regulatoria. Pero cuando se observan sus actos, se percibe a un Estado inconsistente, sin autoridad y que, frecuentemente, subordina el medio ambiente a las necesidades inmediatas de las inversiones. La imagen es merecida en parte, pero ha sido magnificada por las tácticas políticas de grupos que utilizan la preocupación ambiental para vender una agenda radical.

La próxima reunión en Lima del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial ofrece una excepcional oportunidad para el anuncio del Parque Nacional Sierra del Divisor. Sería aplaudida en el mundo. Sobre todo sería una bandera ambiental para el país. Izquierda, derecha, urbano, rural, pro aborto y antiaborto quizá nos dividen, pero, queramos o no, el medio ambiente nos une.

El Comercio