PhD Philip Oxhorn
Philip Oxhorn, (Ph.D, Harvard) es profesor de Ciencia Política en McGill y Director Fundador del ISID. Cuenta con un extenso trabajo de investigación sobre desarrollo internacional en América Latina y África. Oxhorn conversó con ProActivo. Aquí la entrevista.
¿La responsabilidad social, es una moda o una tendencia como parte de los cambios?
Hay ejemplos en los dos lados. Lo que vale es la contribución de un sector privado al desarrollo sostenible creando economías, empleos, seguridad económica, tratando de contribuir y no solo sacando ganancias, para sí. Eso es lo clave.
Si uno mira a Corea, Taiwán, Japón, Gran Bretaña y los Estados Unidos había muchos abusos y al final lo que salió fue un Estado fuerte, donde el mercado está al servicio del bien público y no al revés. Para mí eso lo ideal.
¿Fue complicado para Canadá incluir a los pueblos originarios en su política de Estado?
Un ejemplo es la consulta de la empresa a la comunidad que dice “hacemos esto” y luego se va. Otra empresa pregunta “¿Qué quieren? Hacemos y ¿cómo podemos hacerlo mejor?” Uno es un proceso integral que incluye, el otro es un proceso formal que excluye. En Canadá también hay de los dos, y creo que depende también de la comunidad el insistir y quizá hasta tratar de obligar a la empresa a que la incluya.
Para mí, la verdad es que sin licencia social nunca resultará (un proyecto) porque en este momento no se puede ignorar a la comunidad. Si ésta se siente marginada o aprovechada pondrá obstáculos al éxito de la empresa.
¿Cuán difícil es obtener la licencia social?
Es más fácil de lo que uno piensa. Llevo décadas estudiando a los pobres en América Latina y me impresiona su paciencia. Si ven posibilidades de progreso en las negociaciones van a seguir. Es decir, si pueden ser escuchados y vale la pena participar, lo harán.
Entonces, las empresas tienen que entrar con buenas intenciones respecto a que sí se puede empezar a desarrollar un proceso con resultados muy positivos.
La gente (de la comunidad) no espera todo de la noche a la mañana. Esa es mi experiencia.
Cuando digo que los pobres tienen paciencia no significa que no necesitan ayuda, y las ONG pueden jugar un rol muy importante.
Si mañana se les entrega millones de dólares ¿qué van a hacer? Es algo que recuerda la capacidad de pensar en largo plazo y entender la importancia de la organización y la planificación.
En Perú, en los años 70 con la Teología de la Liberación, la Iglesia hizo eso, no solo para hacer gente más católica, hubo muchas razones y una muy específica fue ayudar a la comunidad para que aprenda cómo ayudarse a sí misma, cuando necesita capacidad para organizarse. Y eso no es fácil, pues las comunidades también tienen deficiencias. Es un proceso.
¿Cómo puede el Estado estimular el cumplimiento de prácticas de RSE?
Con la ley. Hay que insistir que las empresas tienen que ver, por ejemplo, con las regulaciones integradas con las comunidades y hay distintas maneras de lograrlo. Pero si el Estado no apoya en ello, las comunidades no pueden depender solo de las empresas porque ese no es su rol.
Otra forma es contribuyendo a las comunidades para que sepan lo que quieren y cómo presentar y organizar sus demandas. Allí hay un rol muy importante del Estado.
En Canadá, el Estado siempre ayuda a las organizaciones de la sociedad civil, pero sin imponer sus propias decisiones. Por ejemplo, da recursos a los movimientos de mujeres, pero sin decirles como usarlos.
En América Latina es muy difícil hacerlo por el populismo y clientelismo; además también es un tema de voluntad y con múltiples niveles: de sociedad, del Estado y del sector privado. Requiere coordinación y trabajo en conjunto.