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(Por Pedro Pablo Kuczynski*) ¿Pueden convivir el agro y la minería? Este es un tema central en varias de las disputas que hay alrededor de grandes proyectos mineros. Es fundamental desarrollar una política que logre tranquilizar a los agricultores de una manera concreta y fehaciente, en los casos en los cuales pueda haber algún proyecto minero grande en los alrededores de actividades agropecuarias. Esto es el caso de Tía María en el sur de Arequipa y fue el caso de Tambo Grande en Piura. En Tambo Grande, el resultado fue pésimo: no hubo ni mina ni gran desarrollo agrícola, porque entró la minería informal con el uso de productos químicos (no bien controlados) que contaminaron y malograron el potencial agrícola en una zona que era próspera. Esperemos que en el caso de Tía María se logre un acuerdo que evite este tipo de desastres.

El Perú tiene la suerte de que los movimientos tectónicos de hace varios millones de años nos han dejado una cordillera muy rica en minerales. No hemos empezado ni siquiera a rasguñar nuestro potencial minero. Tenemos costos muy competitivos: por ejemplo, en cobre nuestro costo efectivo promedio por tonelada es 32% menor que el de Chile, el principal productor mundial. Y tenemos la suerte que una buena parte de este potencial está en zonas donde no hay otras actividades. Pero en el pasado, cuando la minería no estaba todavía consciente de las necesidades ambientales, hubo varios desastres de contaminación, sobre todo en arroyos y ríos que bajan de las alturas. Es fundamental evitar una repetición de este pasado oscuro. Felizmente, las grandes empresas mineras de hoy cumplen estándares internacionales porque saben que, si no lo hacen, los compradores de sus productos en los mercados industriales del mundo estarán presionados por sus accionistas para abandonar estas importaciones. Entonces, es imperativo cumplir estándares ambientales respetados internacionalmente.

Lo que pasa lamentablemente en países como el Perú es que la informalidad pulula y en la minería la informalidad contamina. En nuestra última columna hablamos de posibles soluciones, a través de un nuevo Banco Minero que reemplace a los habilitadores y lavadores de dinero actuales, por una organización moderna que les pague a los pequeños mineros mejores precios y al mismo tiempo controle su situación ambiental.

En el caso de Tía María, que está encima del Valle del Tambo, una zona agrícola, la conversación con el sector agrícola es fundamental. Ha habido muchos intentos por parte de la compañía, del gobierno y de los agricultores en el pasado. Lamentablemente, la participación a veces violenta de otros actores ha confundido la situación y ha generado tensiones graves. Es importante voltear la página y empezar una nueva política en la cual los únicos actores en esas conversaciones sean las poblaciones realmente afectadas, las autoridades y los inversionistas mineros. Tenemos hoy un Ministerio del Ambiente que puede defender muy bien las prioridades ambientales y no necesitamos que participen en las conversaciones sin invitación otros elementos cuyas prioridades son totalmente distintas y principalmente políticas.

En el caso de Tía María debemos entender que es principalmente un proyecto industrial, en el cual la fabricación del cobre electrolítico, previa lixiviación en plataformas totalmente impermeabilizadas, ocurrirá en una fábrica cerrada sin contaminación. El principal riesgo es el transporte del ácido sulfúrico necesario para el proceso, actividad para la cual hay mucha experiencia y seguridad en el Perú. Pero, al mismo tiempo, es fundamental que este proceso se explique bien a las poblaciones contiguas. También se les debe facilitar a los agricultores el desarrollo de nuevos productos más rentables, lo que podría ocurrir con la construcción de reservorios que permitan suficiente abastecimiento para el riego tecnificado. Todos los que visitamos el sur del Perú sabemos que el río Tambo tiene una gran crecida en los meses de lluvia y se reduce a un pequeño arroyo en la sequía del invierno: eso nos dice que es fundamental construir reservorios, responsabilidad de la Autoridad Nacional del Agua del gobierno. Pero estos esquemas también pueden ser concesionados para atraer una parte de inversión privada.

Lo importante es desarrollar y promover una nueva política. De otra manera, estaremos empantanados por años en disputas poco transparentes y demasiado acaloradas. No somos el único país en el cual ocurren estos problemas. Hay muchos desarrollos mineros en el mundo que están parados y que generan conflicto. Los que logran éxito en esta era moderna son los que han podido demostrar que son ambientalmente responsables.

*Economista peruano.

Diario Correo