Guillermo Edelberg

Guillermo Edelberg

POR GUILLERMO S. EDELBERG* / [email protected]

El interés por el estudio del sistema nervioso no es nuevo. Creció en los últimos años con la organización de grupos multidisciplinarios que incluyen, por ejemplo, especialistas en neurociencia, economía y psicología. Estos tratan de desentrañar los secretos del sistema nervioso, a tal punto que ya es habitual escuchar o leer acerca dedistintas disciplinas que usan (o tal vez abusan) del prefijo neuro en su nombre tales comoneuroeconomía, neuromanagement,neuromarketing, neurofinanzas, neuroética y hastaneurocontabilidad, neuroliderazgo yneurolingüística.

El presidente Obama contribuyó a este interés cuando anunció, en abril de 2013, la BRAIN Initiativecon el fin de profundizar el estudio de las distintas actividades del cerebro humano.

El diccionario en línea de la Real Academia Española explica que la neurociencia es “ la ciencia que se ocupa del sistema nervioso o de cada uno de sus diversos aspectos y funciones especializadas.” Un autor señala que “la neurociencia analiza el sistema nervioso, compuesto por el cerebro, la médula espinal y los nervios, el cual es esencial para la vida porque permite que la gente sienta, se mueva y piense.” Otro, tal vez más accesible, dice que “la neurociencia cognitiva es una disciplina que estudia científicamente aspectos de la mente tales como la toma de decisiones, la memoria o la imaginación.”

“El empleo de técnicas de neurociencia puede mejorar nuestro conocimiento acerca del impacto de decisiones y políticas de las organizaciones en el comportamiento de las personas, así como predecir el impacto en su subconsciente. Las técnicas incluyen el electroencefalograma, que puede medir la actividad bioeléctrica en el lóbulo frontal, relacionado con el nivel de atención y las emociones, y la resonancia magnética funcional que permite observar la actividad cerebral en tiempo real.” (D. Naranjo-Gil et al.,Neuroscience and Management: Challenges for Behavioral Research in Organizations. Journal of Positive Management, 2011)

Un artículo anterior se refirió a otro del profesor J. Heskett ( Are you ready to manage in an irrational world?) donde señaló lo siguiente: “a) el comportamiento humano es más irracional de lo que se suponía; b) gran parte de la enseñanza convencional en campos como la economía y el management se convierten, en consecuencia, en obsoletos; y c) mucho de lo que hacemos como gerentes se torna sospechoso.” El artículo formulaba estos interrogantes: “¿Están realmente amenazados los conocimientos de áreas tales como economía y el management? ¿Deberían incorporarse los descubrimientos de los especialistas en behavioral economics a los programas de estudio de las escuelas de administración?

Un artículo posterior del profesor Heskett señaló esto:

Surgen preguntas interesantes acerca del futuro si se supone que: a) habrá más esfuerzos de investigación que combinen resultados de un escaneo del cerebro con ejercicios de comportamiento; y b) los resultados de las investigaciones demuestren tener más validez que aquellos relacionados con la frenología (“doctrina psicológica según la cual las facultades psíquicas están localizadas en zonas precisas del cerebro y en correspondencia con relieves del cráneo. El examen permitiría reconocer el carácter y aptitudes de la persona“, según el diccionario online de la Real Academia Española)

¿Requerirán las organizaciones que reclutan y contratan a personas talentosas un escaneo del cerebro tal como otras hoy día exigen tests psicológicos? ¿Cuán diferente es contratar en base a la estructura del cerebro de, por ejemplo, contratar sobre la base de la altura u otra característica requerida para el desempeño en determinados puestos de trabajo? ¿O surgen demasiadas cuestiones éticas, como ser quien será el dueño de los datos, cómo se usarán y cómo se aplicarán? (J. Heskett, Are we entering an era of neuromanagement?, Harvard Business School Working Knowledge, 5 de noviembre de 2014)

Un especialista en neurociencia señaló lo siguiente al ocuparse de las cuestiones éticas durante una entrevista: “soy un defensor de que las neurociencias no pueden explicar todo porque si no va a desprestigiar un área que nos costó mucho esfuerzo desarrollar en la Argentina, y no por nosotros, si no por otros que utilizan el prestigio de las neurociencias para sus intereses personales. Hay gente que aprovecha el prestigio de las neurociencias para hacer marketing. Se trata de empresas que le dicen a otras si su marca activa más o menos cosas en el cerebro. Pero ¿eso qué significa? ¿Qué implica que se active?” El entrevistador agregó que “su lucha es contra los economistas, publicistas y toda esa gran moda que tiene como protagonista el cerebro. Gente que, de una manera u otra, viene aprovechando el boom de la materia gris y la arrastra a sus disciplinas.” (M. Jali, Revista Brando, Buenos Aires. Facundo Manes, el cartógrafo cerebral)

Un artículo publicado en The New York Times comparte esta opinión. En su párrafo final se lee que “una tarea importante de estos días consiste en cosechar los interesantes descubrimientos contribuidos por la ciencia y los datos y simultáneamente comprender los límites de ambos. Sea un poco escéptico la próxima vez que alguien le explique lo que dice el escaneo de un cerebro. El cerebro no es la mente” (D. Brooks, Beyond the Brain, 17 de junio de 2013)

Lo expresado en estas opiniones tal vez ocupe parte del tiempo de los cursos sobre estos temas que están empezando a ofrecer distintas escuelas de administración.

*Profesor emérito del INCAE Business School                       

Fuente: El Financiero