¿De qué nos servirían las calles asfaltadas o las plazas ostentosa si los niños que caminan por ellas son víctimas de la desnutrición? Esta reflexión la realiza César Padilla Ortega, gerente municipal de Santa María de Chicmo, distrito de Andahuaylas, para explicar la decisión del gobierno local de priorizar el cuidado de la primera infancia. Gracias a esta política Chicmo es una de las localidades de la Región Apurímac que entre el 2000 y el 2013 ha logrado reducir del 65% al 22% la desnutrición infantil y que mira con optimismo el futuro.

El buen resultado es fruto del trabajo articulado de los gobiernos regional y local, la comunidad, el personal de salud y la cooperación internacional.

Al igual que César Padilla; Sonia Girón, Soledad Muñoz Toledo y Claudia Palomino, enfermera, nutricionista y madre consejera, respectivamente, son parte de esta historia que se inició con el programa Buen Inicio promovido por UNICEF y que encontró continuidad en el Programa Conjunto Infancia y Nutrición del Fondo para los Objetivos del Milenio.

Esta experiencia, que se desarrolló entre los años 1999 y 2006 en 120 comunidades de Ayacucho, Cusco, Apurímac, Loreto y Amazonas partió de la premisa que durante la gestación y los primeros tres años de la vida se produce la mayor parte del crecimiento del cerebro, se sientan las bases del desarrollo físico, emocional e intelectual y que factores externos impactan en este proceso.

Para lograr que la infancia de estas localidades creciera en un entorno favorable se necesitaba del compromiso de todos los actores sociales. Se empezó a trabajar con autoridades locales, personal de los centros de salud y mujeres y varones de la comunidad. Todos debían prestar especial cuidado a las embarazadas y a los niños más pequeños.

“Yo llegué desde Huacho a trabajar al centro de salud como enfermera. Cuando comprendí lo que se quería lograr me involucré mucho. Desde entonces prefiero el trabajo extramuros al consultorio; comencé a mirar a niños y niñas como peruanos con derecho a tener las mismas oportunidades de desarrollo que mis hijos”, cuenta Sonia Girón.

COMBATIENDO LA DESNUTRICIÓN

El gran obstáculo que Buen Inicio encontraba en cada una de las comunidades era la desnutrición crónica infantil que ponía en peligro la vida de niños y niñas y afectaba su desarrollo cognitivo y físico.

“La desnutrición estaba asociada a la falta de información y la carencia de hábitos adecuados de higiene. Por eso les explicábamos a las madres la importancia de que sus niños consumieran carne o huevo. Entonces reservaban esos productos para sus niños, e incluso los padres ya no reclamaban para ellos la mejor porción de carne, sino que la daban a sus hijos”, comenta Soledad Toledo, Consultora en Nutrición y Desarrollo Infantil de UNICEF.

Combatir la desnutrición crónica no debía limitarse a la dación de alimentos. Se requería de una atención integral, que implicaba educar a las familias en el buen cuidado de sus niños, mejorar las condiciones de vida y asegurar que las embarazadas recibieran los cuidados que requerían.

Pieza fundamental en esta lucha son las mujeres de la comunidad que se desempeñan como madres consejeras y promotoras de salud.
“Apenas nos enterábamos que alguien estaba embarazada la buscábamos y le hablábamos de lo importante que era que controle su embarazo, y que se alimente bien. Cuando su bebé nacía también estábamos diciéndole que lo lleve a sus controles, que le ponga sus vacunas; cuando ya comía, le decíamos lo que debía darle de comer; cómo hablarle y hacerle jugar, hacíamos seguimiento a cada caso e informábamos al centro de salud para que también visite a las madres que no iban”, cuenta Claudia Palomino, madre consejera.

Como parte de la estrategia para un buen inicio en la vida se crean los Centros de Vigilancia Comunitaria en cada localidad a los que acuden una vez por semana las mujeres gestantes y las madres con sus hijos menores de tres años. Ahí se controla mes a mes el peso y la talla de cada uno de ellos y sus avances a nivel cognitivo y motor. Esto permite detectar a tiempo cualquier problema de desarrollo.

“Las madres participan de charlas de orientación sobre nutrición, crianza, lactancia higiene, buen trato y los niños encuentran un espacio con juguetes apropiados que les permiten desarrollar su autonomía y lograr gatear, caminar, hablar sin imposición de rutinas o juguetes. El principio es respetar el ritmo de cada niño y no forzar sus progresos”, precisa Soledad.

Hoy los niños y niñas de la localidad aprenden más rápido en la escuela y son más expresivos que antes. “Estoy segura que se convertirán en grandes profesionales, que trabajarán por el progreso de nuestra región”, dice Claudia mientras acomoda al último de sus hijos para amamantarlo. Chicmo va por buen camino, los niños y niñas juegan en sus asfaltadas y limpias calles; lucen saludables y contagian su alegría.

Experiencia destacada

Los logros alcanzados por las localidades en las que se aplica la Vigilancia Comunitaria fueron resaltados recientemente por la Primera Dama, Nadine Heredia quien visitó el distrito de San Juan de Chacña para conocer la experiencia de este distrito que ha logrado reducir la anemia en niños y niñas menores de tres años de 41.5% a 26.6%.