Eva Arias

La presidenta de minera Poderosa, Eva Arias de Sologuren, es una mujer orgullosa de pertenecer a la actividad minera. Fue la primera mujer elegida en el más alto cargo de la SNMPE en sus 117 años de historia.

Ese casco era el juguete de su niñez. Nunca lo dejaba. Recuerda vívidamente sus juegos infantiles a 4000 metros sobre el nivel mar; cómo trepaba a los cerros aledaños al campamento Calera Cut Off (en el distrito de Pachachaca, Junín), una cantera de cal donde su abuelo, Agustín Arias, y luego su padre, Jesús Arias Dávila, trabajaron de sol a sol para sacar adelante a la familia.

“Mi abuelo era gallego y vino al Perú a trabajar. Hizo varias obras a la minera Cerro de Pasco Corporation. Eligió el centro del país como su lugar del trabajo y ahí comenzó a explotar una cantera de piedra caliza, para producir cal, que luego vendía procesada a la Cerro de Pasco”, cuenta la ejecutiva.

No conoció personalmente a su abuelo. Lo vislumbra como el emprendedor que inició a la familia en la minería no metálica. Esa pasión fue heredada por Jesús Arias, quien optó por la minería metálica.

“Me inculcaron ese amor por la minería desde pequeña”, dice Eva Arias. Su familia se mudó a Lima, pero en las vacaciones escolares, los ocho hermanos Arias Vargas regresaban al campamento o a la mina de San Vicente, en Chanchamayo, Junín, una de los primeros yacimientos que explotó su padre, quien a lo largo de una dilatada carrera pondría en operación varias minas de menor escala en las regiones de Junín, Pasco, Huancavelica, Puno y La Libertad.

VALOR DEL TRABAJO EN EQUIPO

En una de esas vacaciones, Eva concurrió a las festividades por el Día del Trabajo que se celebraba en el campamento. Calzaba unos zapatos nuevos. Su padre la vio y le susurró con simpatía: “Eva, esos zapatos que luces no te los compré yo, sino los trabajadores, con su esfuerzo”. Se quedó sorprendida por el comentario paterno y comprendió el gran valor que él otorgaba al trabajo en equipo.

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“Mi padre era un hombre inspirador, visionario y con mucha sensibilidad por sus trabajadores”, afirma. Dice que en casa todos sus hermanos –cinco varones y tres mujeres– se criaron en un ambiente de afecto y con igualdad de oportunidades. Su padre la apoyó cuando decidió estudiar Arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), pese a que a él le hubiera gustado que ella eligiera alguna ingeniería relacionada con el negocio familiar.

Cuando era estudiante, el pensamiento de Eva buscaba un equilibrio entre el arte, que le gustaba desde pequeña, y la ingeniería. “También me gustaban las matemáticas y la física”.

La UNI era una universidad inclusiva. Eva tuvo compañeros de todo el país. En esa época, eran pocas las mujeres, pero habían decidido cumplir sus propósitos personales y profesionales. “Las mujeres que se proponen alcanzar sus metas lo logran. A veces a la mujer se le exige un esfuerzo adicional por los estereotipos que persisten; sin embargo, todo depende de ella”.

PUNTO DE INFLEXIÓN

Estaba en el tercer ciclo en la UNI cuando formó con dos compañeros una empresa de arquitectura. Les iba bien, hasta que se inició un ciclo minero de “vacas flacas”, entonces Eva Arias decidió apoyar a su familia. Se matriculó en cursos cortos de administración, contabilidad y finanzas, en ESAN, para apoyar mejor el negocio minero.

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Así, sin darse cuenta, la minería la absorbió profesionalmente. “Fue un proceso natural, creo que desde que nací ya era parte de la minería, se puede decir que nací con mi casco minero bajo el brazo” sonríe. “En la minería me sentí cómoda, me divertía con lo que hacía. A la persona le debe agradar su trabajo. Eso me pasó. La minería me atrapó y nunca más salí de ahí”.

¿Siente nostalgia cuando recuerda que dejó la arquitectura? “La arquitectura es una profesión maravillosa, creativa; construyes lo que planificas en tu mente. Hasta ahora tomo un lápiz y hago pequeños bocetos y opino sobre este tema. Pero en la minería eres parte de un engranaje mucho más grande, destinado a extraer el mineral que servirá para cubrir las necesidades de las personas, de la sociedad. Paralelamente, dentro de ese engranaje, existen piezas que se dedican a edificar la patria, a construir el desarrollo y llevar el progreso a las comunidades distantes”.

ROL COMO PRESIDENTA

En un primer momento, cuando la eligieron presidenta de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía para el periodo 2013-2015, no reparó que era la primera mujer elegida por el gremio en 117 años de vida institucional. “Me lo habían propuesto dos años antes. Me desconcertó. Les dije que quería conocer mejor el movimiento institucional como presidenta del Comité Sectorial Minero y como vicepresidenta de la SNMPE, antes de asumir la presidencia”.

Recién cuando asumió el máximo cargo gremial se dio cuenta del objetivo logrado.

“Antes, había concurrido a reuniones del sector, mi hermana Isabel y yo, éramos unas de las pocas mujeres involucradas en el sector. Siempre he pensado que todos, hombres y mujeres, tienen las mismas oportunidades en la vida. Y esas oportunidades empiezan en casa. Si tienen una buena educación escolar y universitaria, y le suman una vocación para el trabajo elegido, entonces lograrán todo lo que se propongan. Para eso es importante que la familia apoye tus iniciativas”, opina.

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Arias piensa que los estereotipos están desapareciendo en el sector minero. Por ejemplo, en su empresa minera, Poderosa, antes se presentaban más hombres que mujeres para cargos operativos. Eso está cambiando. “Elegimos al candidato sin importar si es hombre o mujer, solo debe demostrar talento y estar preparado para asumir el cargo”, así explica este cambio de mentalidad. Su empresa tiene una participación femenina superior en cuatro puntos porcentuales al promedio nacional del sector.

Asimismo, cambian las actitudes en las comunidades. En uno de los numerosos proyectos que la minera Poderosa impulsa en Pataz, en la sierra liberteña, hay un mayor número de mujeres que hombres en las tareas de sembrío, cosecha y secado de hongos para la exportación. Como este, la empresa viene impulsando otros proyectos de emprendimiento, sociales, ambientales y productivos. “Hay que dar oportunidad a todos, es la única manera de salir adelante”, afirma la empresaria.

MÁS DE EVA ARIAS

El apoyo de su familia ha sido fundamental para conseguir sus objetivos personales y empresariales.
Su esposo, Walter Sologuren, es geólogo y está vinculado al desarrollo de empresas mineras. También ha sido presidente de la SNMPE.
Tiene dos hijos: Jimena, quien se dedica a los temas de responsabilidad y comunicaciones de la compañía, y Diego, involucrado en los aspectos operativos de la empresa.

Fuente: Desde Adentro